Huelva

La crisis socava los cimientos de la sociedad

  • La cascada de paro, cierres y medidas impopulares marcan el devenir ciudadano

De convulso podría calificarse el año 2009 a juzgar por el estado de prácticamente todos los sectores económicos y las más que tirantes relaciones entre instituciones, administraciones, sindicatos y empresarios. Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana y en el caso concreto de Huelva, la ruina entró hasta la cocina e hizo añicos el poco cariño que pudieran sentir los unos por los otros. Muy pocos podían presumir de tener una situación más o menos holgada. Si acaso Cepsa, que preparaba con ilusión la ampliación de su planta y para de contar. Lo demás es una sucesión de pérdidas, protestas y reproches que alcanzaron en lo institucional su máximo exponente con la semiprivatización de Aguas de Huelva.

La venta del 49% de las acciones de Aguas de Huelva, así como la gestión de la empresa pública más rentable de la capital y el servicio de basuras, se convirtieron en un hecho en el Pleno celebrado el 23 de diciembre, cargado de tensión y acusaciones cruzadas. Para el Ayuntamiento se trataba de una operación positiva, que le permitía mantener el control de la empresa y respetar los 137 puestos de trabajo que hasta ese momento tenía Aguas de Huelva. Y de paso, posibilitaba obtener fondos para poder hacer frente a los 269 millones de euros de deuda reconocida.

Para la oposición, la venta de Aguas de Huelva era una traición del equipo de gobierno a toda la sociedad onubense, máxime cuando la operación supuso la ruptura de un pacto con los trabajadores por el que se les garantizaba que la empresa seguiría siendo 100% municipal.

No fue este el único capítulo esperpéntico que se vivió en 2009. El otro fue la guerra de los sueldos de los concejales capitalinos. El PSOE registró en febrero una moción en la que se instaba al alcalde a bajarse el sueldo, el suyo y el de todos los concejales, sin importar el color político, dadas las circunstancias económicas de la ciudad en general y del Ayuntamiento en concreto. Esto provocó que saliera a la luz que el equipo de gobierno había subido el año anterior los sueldos de todos los miembros electos con el fin de equiparar el salario del alcalde al del gerente de Aguas de Huelva, el funcionario mejor pagado de la capital.

La moción, como era de esperar, no prosperó gracias a la mayoría absoluta del PP en el Pleno, al que además acudió Francisco Moro pertrechado con la ración de informes sobre los sueldos de 11 cargos socialistas que cobraban más que Pedro Rodríguez.

Y mientras tanto, en la calle, desesperación. Los temporales habían provocado pérdidas millonarias en la agricultura, que además vivía momentos de tensión por los miles de trabajadores locales que pedían un puesto en el tajo. La industria se desmoronaba por las pérdidas y empresas como Fertiberia, Tioxide o Nilefós caminaban sobre la cuerda floja. En la Cuenca Minera, Nature Pack, Río Tinto Fruit, Tubespa o Nerva Croissants se encontraban en el mismo estado. Los taxistas protestaban por la Ley Ómnibus, 623 pymes se habían ido al garete sólo en el mes de enero y los jueces colgaron sus togas ante la presión.

Sólo la apertura de la remozada Gran Vía o la primera e infructuosa primera piedra en Isla Chica aportaron algo de color a tan sombrío panorama.

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