Tinta y borrones

La culpa es de los padres

En una edad como la adolescencia poco se tiene en cuenta el consejo de las familias

La noticia de la semana en Córdoba parece que va camino de ser el macrobotellón que el sábado citó a miles de jóvenes en la plaza Juan Bernier con motivo de la celebración del Carnaval. La concentración se fue de las manos para desesperación de los vecinos y la Policía Local, que hizo lo que pudo: intentó parar algunos conatos de pelea para evitar males mayores y atender a los más jóvenes, menores, que se habían pasado algo de la raya. En Córdoba los botellones están prohibidos, como en cualquier otro sitio de España, tras la entrada en vigor hace más de una década de la ley antibotellón. Desde las estampas de Gran Vía Parque o República Argentina nada queda ya, salvo las concentraciones en fiestas como las Cruces o la Feria a las que parece que ahora se suma el Carnaval, una fiesta cada vez más popular que ha recuperado participación en los últimos años. Lo del sábado, creo yo, es algo puntual y montar un asunto de estado sobre eso se antoja excesivo. La alcaldesa ya ha dicho que quiere una reunión con la Junta de Andalucía y la Subdelegación para atajar el asunto y además ha derivado la responsabilidad, en parte, a los padres, que tienen que saber lo que hacen sus hijos.

No soy madre, pero sí hija y hermana mayor y hacer culpables a los padres de ciertas acciones es muy injusto. En una edad, la adolescencia, en la que se busca la aprobación de los compañeros y el dejarse llevar es la norma a seguir, poco o muy poco importa el consejo de los padres, que por supuesto lo hacen lo mejor que pueden. Además desprende una autoridad moral inapropiada, dando a entender que los jóvenes que estaban el sábado en San Lorenzo no tienen unos padres que se ocupen de su educación y no creo, ni mucho menos, que sea el caso. Qué pronto se nos olvida que una vez fuimos jóvenes.

Por su puesto que hay que evitar que los menores tengan acceso al alcohol, empezando por los locales que lo venden, y fomentar unos cambios de hábitos que no hagan de las bebidas de graduación el centro de cualquier celebración, como pasa en todas las etapas de la vida, también en la adulta. Un trabajo de educación y concienciación desde la base, en el que también se impliquen las familias. Responsabilizar a los padres de lo que pasó el sábado es como el que dijo que la culpa de los atascos en la AP6 por la nieve fue de los conductores.

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