cinco llagas

Tregua de Navidad

  • Otro espíritu. Tras la alborotada sesión de la semana pasada, los jefes parlamentarios salvo Moreno tuvieron un debate más comedido. Hubo hasta felicitaciones de Pascuas, sin villancicos

Susana Díaz, durante su réplica a Moreno en la sesión de ayer en el Parlamento de Andalucía.

Susana Díaz, durante su réplica a Moreno en la sesión de ayer en el Parlamento de Andalucía. / efe / josé manuel vidal

Tras la alborotada sesión de control de la semana pasada, sus señorías vinieron ayer al debate de los jefes parlamentarios con otro espíritu. Como si se hubiesen dado cuenta de que la Cámara no es una caja de Faraday, aislada del exterior. Los oradores caen en la trampa de hacer intervenciones pensando sólo en su parroquia presente, que los jalea; pero se olvidan de su papel institucional y que desde fuera su espectáculo a veces no resulta muy edificante. Ayer, no. Hubo tregua de Navidad, aunque no para todos. Moreno seguía con la irritación del ataque personal del que fue objeto el jueves y se empecinó en buscar un cuerpo a cuerpo con la presidenta, que Díaz evitó. El proceder de los contendientes ayudó al árbitro, el presidente Juan Pablo Durán, que esta vez pasó desapercibido.

Preguntó el jefe del PP andaluz a la presidenta en qué se había notado el cambio de Gobierno. Pero antes sacó la hoja de reclamaciones y la llenó con sus habituales reproches: mala gestión de Díaz, poco trabajo, legislatura corta por dos años perdidos pensando en Madrid y proyecto agotado. Resumió en tres puntos la situación de la presidenta, con un panorama catastrofista: 1. Malestar y protesta en todos los rincones de Andalucía. 2. Soledad y ausencia de la campaña catalana. Y 3. Cercada por irregularidades.

Aquí hizo un reproche que podría tener sentido, contra la recolocación de ex consejeros en puestos relevantes de la comunidad autónoma. Sentido que perdía al olvidarse Moreno de lo que pasa en sus filas: el exilio dorado del ex ministro Wert, con su embajada parisina de la OCDE, o el intento de Rajoy de convertir a su amigo el ex ministro Soria en alto cargo del Banco Mundial.

Y para rematar su arenga, Juanma sacó sin citarla la alusión de Susana la semana pasada a sus "bolsillos oscuros". Se mostró cansado de los ataques personales e insidias en el último turno de la presidenta, cuando ya no tiene capacidad de réplica y le pidió que aclarase qué había querido decir. Tuvo una respuesta evasiva. Díaz le espetó que no había ido a repetir el debate de la semana anterior.

Pero hubo réplica a todo lo demás. Reprochó a Moreno su miedo a que haya unas elecciones que no piensa adelantar, y lo atribuyó a su debilidad. Sobre Cataluña le dedicó un sarcasmo: que si él no hubiese ido a apoyar al PP catalán, seguro que el resultado habría sido otro. Y en cuanto al cambio de Gobierno le señaló que esa era una pregunta propia de quien no ha gobernado ni piensa gobernar, salvo su paso por el Ministerio de la señora Mato.

Y aquí pasó Díaz al capítulo en el que concentró su actuación de ayer, esta vez más presidenta que jefa del PSOE andaluz: mostrar los logros de su remodelado Gobierno. Lo resumió en seis puntos: 1. Hay presupuesto para 2018 en Andalucía y en España no se sabe cuándo lo habrá. 2. Gratuidad de matrícula para los universitarios andaluces que aprueben. 3. Renta mínima de inserción para 45.000 familias. 4. Aumento de la población empleada en un 3,9%, un punto más que la media nacional. 5. Oferta pública de más de 3.500 plazas en Salud. Y 6. Consolidación del puesto para 15.000 eventuales. Añadió que no es aceptable que cuando hay un dato positivo en Andalucía se diga que es gracias a Rajoy y cuando es negativo sea por culpa de la Junta. Una actitud que calificó de pueril e infantil. Un insulto.

Punto en el que un ofendido Moreno amplió su campo de quejas. Acusó a Díaz de haber recabado el expediente de escolarización de sus hijos y sus liquidaciones tributarias y proclamó su honestidad, manchada en la sesión anterior. Acto seguido cargó contra "la parálisis" de su adversaria a la que calificó como una presidenta "mentirosa y soberbia", dos muletillas habituales en sus guiones. También la acusó de cinismo en el asunto de las 35 horas semanales de los funcionarios.

La dúplica de Díaz a este desahogo fue toda una declaración de intenciones: "no siga por ese camino, que no me va a encontrar". Esto es nuevo, generalmente entraba al trapo. Sobre las 35 horas, manifestó que "a pesar de Rajoy, Montoro y Moreno se acabará aplicando el decreto dentro de la ley". Y esta vez no remató con un dardo personal, sino político: le dijo al jefe del PP que el resultado del 2015 no fue su suelo electoral sino su techo.

Las 35 horas fueron objeto también de un rifirrafe con Maíllo. El jefe de IU le había criticado que siempre levanta expectativas sociales que después no cumple. Y en este caso había hecho la Junta un gran anuncio solemne, que había terminado en "chapuza". Díaz se defendió diciendo que ella gobierna y quiere aplicar las 35 horas con seguridad jurídica. Y que la equidistancia de IU en este tema "blanquea al PP".

Marín volvió a tener una intervención afortunada. Y van dos. Había hecho Maíllo inventario de los incumplimientos de la Junta y el jefe de Ciudadanos prefirió hacer un balance de lo que queda. Se quejó amargamente del incumplimiento de un punto del acuerdo de investidura: una reforma de una ley electoral que permite al PSOE tener un diputado por cada 30.000 votos y a C's uno por cada 41.000. El cronista podría añadir que precisamente por eso el PSOE no tendría ningún interés en reformar el statu quo. Díaz lo dijo de manera más elegante: que hay tener en cuenta a las provincias con menos población, como Jaén y Huelva (dos feudos electorales de los socialistas). Y que hace falta unanimidad para reformar la ley.

Total, que nos podemos ir olvidando del tema. Marín, no. Avisó que si no hay acuerdo en el grupo de trabajo parlamentario, Ciudadanos presentará su propia propuesta antes de marzo. Y anunció muchas otras iniciativas sobre formación profesional, agricultura, cámaras, limitación de mandatos, control del sector público, RTVA y atención temprana. Un empujón que resumió como "la sexta marcha".

Eso es exactamente lo que le imprime a su discurso Teresa Rodríguez, a toda velocidad para meter más cosas en el mismo tiempo. Preguntó por la salud pública de los andaluces y se enzarzó en una discusión estadística con la presidenta, difícil de seguir. Decía Teresa que Andalucía es la segunda región con más desigualdad de España, que es el segundo país más desigual de la OCDE. Replicaba Susana que Andalucía es la comunidad autónoma que mejor distribuye la riqueza, "siete u ocho puntos por encima de la media nacional". Afirmaba la jefa de Podemos que Andalucía está en el puesto 14 en expectativa de vida saludable y replicaba la presidenta que en los últimos diez años ha aumentado la esperanza de vida casi tres años.

El espíritu navideño ha ido menguando en el edificio y las costumbres de la Cámara. Los villancicos que tras el último pleno del año cantaban funcionarios y políticos, desde los inicios de la autonomía, se dejaron de organizar en 2012 siendo presidente del Parlamento Manuel Gracia y presidente de la Junta Griñán, y los adornos se limitan ahora a cuatro macetones con flores de Pascua en el patio principal. Pero dentro, en la sesión, hubo felicitaciones expresas de Navidad por parte de Marín y Díaz, una alusión al final del año de Maíllo y hasta un "buenas tardes" de Teresa Rodríguez. El único que obvió toda cortesía fue Moreno, ofuscado con el enfado que lleva rumiando una semana.

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