El asesinato de Marta

El juez pregunta por el estado del cuerpo de Marta antes de reiniciar la búsqueda

  • El magistrado recibe un informe de la Policía apuntando que es posible hacer el rastreo en la dársena del Guadalquivir.

La Policía busca el cuerpo en las márgenes del río.

La Policía busca el cuerpo en las márgenes del río. / Victoria Hidalgo

El juez de Instrucción número 4 de Sevilla, Francisco de Asís Molina, que mantiene abierta una pieza separada para la búsqueda de Marta del Castillo, ha solicitado al Instituto de Medicina Legal (IML) de Sevilla que informe sobre cómo podría estar el cuerpo de la joven asesinada hace ocho años si finalmente hubiese sido arrojada al río Guadalquivir, como sostiene un informe aportado a la causa.

El magistrado ha dictado una providencia, que tiene fecha del pasado 18 de enero, en la que acuerda librar oficio al IML para que los expertos forenses determinen cómo podrían encontrarse los restos de la joven asesinada hace ocho años de acreditarse que el cuerpo fue arrojado al río Guadalquivir, en la zona de la dársena, en las inmediaciones del antiguo club de remo de Lipasam, entre el puente del Cachorro y la pasarela de la Cartuja. La decisión del juez se produce tras haber recibido un informe de la Brigada Provincial de Policía Judicial de Sevilla en la que, según fuentes de la investigación, los agentes consideran que sería factible realizar esa nueva búsqueda que ha sido propuesta en un informe por el geofísico Luis Avial -que ya buscó a Marta con el georradar en Majaloba- y por un criminólogo.

Las mismas fuentes apuntaron que antes de acceder a que se proceda a ese nuevo rastreo, el juez ha pedido a los forenses que determinen cómo estaría el cuerpo de la joven, sumergido en agua y tras haber transcurrido ocho años desde la noche del 24 de enero de 2009.

El informe aportado al juez incorpora el testimonio de un vigilante de seguridad

El informe en el que se basa la nueva búsqueda coincidiría con la primera versión de los hechos que ofreció el asesino confeso, Miguel Carcaño, y señala que la zona en al que habría sido arrojado supuestamente el cadáver de Marta está a una distancia de entre "10 y 13 minutos" a pie del domicilio de León XIII donde se cometió el crimen. El informe incorpora el testimonio de un hombre que trabajó para empresas de seguridad que recientemente habló con el padre de Marta, Antonio del Castillo, y al que habría asegurado que el hermano de Carcaño no tuvo participación en el asesinato y desaparición del cuerpo, algo de lo que responsabilizaría este testigo -según el informe consultado por este periódico- a Miguel Carcaño y a F. Javier García Marín, el Cuco.

Para deshacerse del cuerpo, Miguel y el Cuco, continúa el informe, habrían usado la silla de ruedas con la que algunos testigos vieron a Carcaño la noche del crimen. El vigilante de seguridad sostiene que tras arrojar el cadáver, escondieron la silla de ruedas entre unos arbustos y regresaron caminando, volviendo ya de madrugada Carcaño a recoger la silla de ruedas "tras recibir varias llamadas" de Eva Casanueva, madre de Marta.

En la nueva teoría sobre el asesinato, la hora en la que se podría haber arrojado el cuerpo coincidiría con la que en su día situó la sentencia dictada en 2012 por la Audiencia de Sevilla, que estableció la salida del cuerpo de León XIII a las 22:15, si bien el Tribunal Supremo tumbó esta franja horaria al considerar que las labores para ocultar el cadáver se situaron en las primeras horas de la madrugada del 25 de enero, entre la 1:30 y las dos de la mañana.

El informe considera que no sería ilógico plantearse que cuando el vecino de Carcaño lo vio con la silla de ruedas pudiera estar "entrando" y no saliendo" de su domicilio. Así, concluye que si la muerte de Marta pudo producirse sobre las 20:28, según el criterio de los investigadores de la Policía, los dos jóvenes habrían tenido tiempo para desplazarse con la silla de ruedas hasta el río Guadalquivir. El móvil del Cuco se posicionó a las 21:12 en la antena de la calle Mar Caspio, lo que cuadraría supuestamente con su regreso desde el río a la carretera de Carmona para pedir ayuda a Samuel.

Durante la investigación, un testigo -un militar- aseguró a la Policía que había visto aquella noche a dos jóvenes arrojando algo al Guadalquivir, pero su testimonio no se llevó finalmente la juicio porque no coincidían los horarios de salida del piso de León XIII.

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