JOSÉ ANTONIO AGUILAR, TAXISTA AGREDIDO EN NOCHEVIEJA

"Sin conexión al 112 los taxistas estamos vendidos y no podemos trabajar"

  • Su agresor se negó a pagar la carrera de 6,40 euros, le ha dejado ciego de un ojo y ha arruinado su trabajo de taxista.

Lleva 10 días ingresado en el Hospital Virgen del Rocío, ocho de ellos inmovilizado en la cama para intentar salvar sin éxito el ojo que le destrozó un cliente en Nochevieja. La entrevista con este periódico se realizó el lunes 9, el primer día que le dejaron sentarse. No ha recibido visita de ningún responsable político del Ayuntamiento de Sevilla, que lo consideró al principio como pelea sin más y tampoco informó a la prensa de la agresión cuando, el 3 de enero, supo la gravedad de los hechos y amplió el atestado inicial para enviarlo al Juzgado de Instrucción 9 de Sevilla, que ya está investigando.

Según el testimonio de José Antonio Aguilar, de 47 años, su cliente (Jesús Aragonés) no quiso pagar los 6,40 euros que marcaba el taxímetro de la Alameda al Teatro Central: el suplemento de 2,10 euros y la carrera mínima de 4,30 euros. El agresor alegó en el atestado policial que le quería cobrar 20 euros cuando el taxímetro marcaba 2,10 euros. El taxista dice que acordó con el cliente (y su pareja) pagar lo que marcara el taxímetro hasta Santiponce y que parecía un chico normal. Añade que salió de la calle Santa Ana hacia la pasarela de Cartuja para evitar los semáforos de Torneo, niega que quisiera dar un rodeo como le acusa el agresor y agrega que no tocó un pelo al cliente porque el primer golpe en el ojo lo dejó sangrando y semiinconciente en el suelo.

Alega que siguió con el taxi a la pareja a una distancia prudencial para no perderla de vista mientras llegaba la Policía, a la que llamó con su teléfono a las 5:10, y porque no quería que repitiera lo mismo a otro compañero. Como más de la mitad de los taxis de Sevilla, el de José Antonio carece de emisora y él está con otros taxistas en una de radioaficionados.

Pide a los responsables políticos que su caso sirva para mejorar el turno de noche con una conexión directa de todos los taxis con el teléfono de Emergencias 112. "No existe una conexión de los taxistas con el 112. Por eso hago esto y explico mi caso. Es por los compañeros. Llevo 28 años en el taxi y de noche 10 años. No sé por qué no ponen esa conexión o que haya una cámara en el taxi, porque así no podemos trabajar. Sería buena cosa para evitar más desgracias. Hasta entonces estamos vendidos completamente. Y mira que se veía una pareja normal y que tenemos el sexto sentido y vemos cuando no nos gusta una carrera. He perdido la visión completamente, me han reconstruido el ojo, y no sé si podré seguir trabajando en el taxi", relata.

Considera vital una emisora con conexión al 112. "Si cuando el cliente me abrió la puerta y me insultó yo hubiera apretado ese botón, nos habríamos ahorrado diez minutos. Queremos que el 112 reciba nuestros avisos de emergencia en el momento en que se producen. Que no haya el puente de la emisora que tenga que llamar al 112, porque eso ya lo hago yo".

Sobre los hechos, José Antonio se explica: "Lo recogí en la Alameda de Hércules y quería ir a Santiponce por 20 euros. Yo le dije que no, que le cobraría lo que marcara el taxímetro. Al principio estuvo de acuerdo y como íbamos hablando se me olvidó poner el taxímetro hasta llegar a la calle Santa Ana, y le dije que por eso le iba a costar más barato. Salí por Santa Ana y para evitar semáforos me metí por la Cartuja en dirección al Alamillo. El cliente se puso muy nervioso diciendo que le estaba dando demasiado rodeo, que parara el taxi a la altura del Teatro Central. Se bajó muy violento, dio un portazo y me dijo que no pagaba. Le dije que me tenía que abonar el servicio mínimo de 6,40 euros. Me abrió la puerta del conductor y me dijo que me iba a partir la boca y otros insultos. La pareja salió andando. Lo primero que hice fue llamar al 112 con mi teléfono a las 5:10. El 112 estaba saturado y me dijeron que llamara al 091. Le hice un pequeño seguimiento manteniendo una distancia hasta que viniera la Policía. Pedí ayuda a mis compañeros de la emisora de radioaficionado. A la altura del Hotel Renacimiento abrió un contenedor, cogió unas cajas y las lanzó contra el taxi. Mi fallo fue bajarme del coche. Se vino para mí, me pegó con algo en el ojo. Los médicos dicen que con algo punzante porque un puñetazo no revienta el ojo así. Al primer golpe caí al suelo casi sin sentido. Ahí empezó a meterme patadas y puñetazos y yo me cubría la cara y la cabeza para que no me siguiera dando. Mi compañero Víctor llegó cuando me estaba dando cabezazos contra la valla y lo redujo. Me dejó listo de papeles".

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