narcotráfico

Y aún dicen que el hachís es caro

  • Esta droga cuesta el doble que hace 20 años y la 'mano de obra', hasta seis veces menos

Y aún dicen que el hachís es caro

Y aún dicen que el hachís es caro

El kilo de hachís costaba en Marruecos 40.000 pesetas hace veinte años (240 euros al cambio) y ahora sale por 600 euros. El kilo comprado en Marruecos era vendido en España, donde entraba -y entra- por el inmenso portón de Andalucía a finales de los 90 por 120.000 pesetas (721 euros); actualmente se pone en 1.400 euros. Cuando pasaba la frontera en dirección a Holanda, Alemania u otros países, ese kilo de hachís alcanzaba ya las 200.000 pesetas hace veinte años (1.202 euros); ahora, más allá de los Pirineos sube a 2.200 euros.

El hachís cuesta ahora, pues, el doble que veinte años atrás. Pero ese incremento del precio contrasta con la evolución de las tarifas que rigen para quienes se dedican a mover los cargamentos de la droga. El piloto de una lancha que recogía un cargamento en Marruecos y cruzaba el Estrecho para situarlo en una playa de la costa de Cádiz se embolsaba hace veinte años unos cinco millones de pesetas (30.000 euros al cambio). Pero ahora el piloto cobra por lo general unos 6.000 euros. Cinco veces menos.

Un kilo costaba en 1997 en Marruecos 40.000 pesetas (240 euros) y ahora sale a 600 euros

Los porteadores descargan los fardos de la lancha en la playa y los transportan al todoterreno que los pondrá a buen recaudo hasta que un camión los lleve hacia el norte. Hace veinte años, un porteador llegaba a cobrar unos tres millones de pesetas (18.000 euros). Pero eso ocurría si no había respaldo; esto es, si no había guardias o policías sobornados y entonces el riesgo era total. Si el asunto estaba arreglado, la cosa cambiaba mucho: era como descargar cajas de vino, contaba entonces un ex traficante, y el organizador del alijo o el encargado despachaba a cada uno de los porteadores con no más de 500.000 pesetas (3.000 euros). Ahora, los porteadores cobran unos 3.000 euros. Aunque algunas fuentes rebajan la cantidad hasta 1.000 euros).

Cuando el hachís ha salido de la playa, si todo ha ido sin contratiempos, hay que almacenarlo. Ahora y hace veinte años. Con una diferencia: en los noventa lo guardaba una persona que cobraba por ello entre dos y tres mil pesetas por kilo. Los cargamentos eran entonces de unos 500 kilos, por lo que quien lo almacenaba temporalmente se embolsaba un millón y medio de pesetas (9.000 euros). Ahora, en cambio, quienes guardan el hachís cobran unos 6.000 euros por cargamentos que superan los mil kilos y que alcanzan a veces las dos toneladas.

Los datos indican, por tanto, que ha subido considerablemente el precio del hachís procedente de Marruecos pero que se ha desplomado el de sus trabajadores, la mano de obra. ¿Por qué? El presidente de la Coordinadora Provincial Contra la Droga Nexos, Francisco Mena, responde sin dudar: "Es la ley de la oferta y la demanda. Ahora hay mucha gente dispuesta a dedicarse al tráfico de hachís, a trabajar en ese sector que tanto dinero proporciona. Y eso ha rebajado el precio de la mano de obra. Además, a raíz de la crisis económica se han incorporado a los demandantes de ese trabajo personas que antes digamos que tenían una vida laboral normalizada, que ganaban un buen dinero en la construcción y que se habían endeudado y acostumbrado a un nivel de vida que dejaron de tener".

Mena apunta que es una de las razones. Hay otras. Entre ellas, que las penas por tráfico de hachís no son tan elevadas como antes. Hubo una reforma del Código Penal hace unos años que redujo las penas y eso también ha tenido sus consecuencias. El que se dedica al tráfico de hachís sabe que ya no arriesga tantos años de prisión como antes.

Entre los grandes beneficiados en esta historia están los que organizan los alijos: los que ponen el dinero, los que compran en Marruecos el cargamento que cruza el Estrecho y que luego parte en dirección al norte para surtir al amplio mercado europeo de consumidores habituales. En los últimos veinte años el negocio ha mejorado: no sólo disponen de mano de obra más barata sino que pagan menos por transportar, descargar y almacenar un alijo que ahora es mucho mayor. Hace veinte años, un cargamento medio que llegaba en una embarcación de madera era de 500 kilos; ahora cruzan el Estrecho planeadoras semirrígidas con alijos que van de 1.500 a 2.000 kilos.

Entre los perdedores en esta historia están quienes organizan la lucha contra el tráfico de hachís, quienes tratan de combatirlo: los distintos Gobiernos que se han sucedido desde los años noventa. Pese a la propaganda oficial que va de éxito en éxito, los datos ponen sobre la mesa una realidad muy distinta: que en veinte años, el floreciente negocio del hachís ha crecido y se ha convertido en un gran negocio.

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