Andalucía

La duquesa rosa

  • Cruzada la franja de los 80 años, la aristócrata se ha convertido a su pesar en un fenómeno mediático que ha conmocionado su círculo familiar y de clase, con los clarines de un fallido tercer proyecto de matrimonio.

Han sido sonados los divorcios de sus hijos, y ella quería casarse. Esta mujer, Cayetana Fitz-James Stuart, es una transgresora. “No me pongas muy revolucionaria”, le dijo a este periodista al final de una entrevista en su palacio de Dueñas, el mismo en el que un 24 de julio de 1875 nacía Antonio Machado. El alcalde de Colliure no quiere que los restos del autor de Campos de Castilla vuelvan a Sevilla. Cayetana también conoció el exilio: tras la guerra, huérfana de madre a los ocho años, estudió en París y en Londres, donde su padre, Jacobo Fitz-James Stuart, fue embajador en Inglaterra antes que Fraga Iribarne.

La enseñó a bailar Enrique el Cojo y en 1984 abrió las puertas de su palacio para que lo iluminara la luz de un ciego universal llamado Jorge Luis Borges, al que trajo a Sevilla Jacobo, el tercero de sus hijos, el más intelectual de los seis, que creó una editorial, Siruela, con el nombre de un marquesado. En octubre de 2008 sonaron clarines de boda de Cayetana con Alfonso Díez, que sin el acento que rompe el diptongo sonaría a réplica de rey sabio y aficionado al ajedrez, las cantigas y la cetrería. Octubre es el mes de las bodas de esta mujer. El 12 de octubre de 1947 se casó en la catedral de Sevilla con Luis Martínez de Irujo; el 16 de octubre de 1978, con Jesús Aguirre Ortiz de Zárate. Su segundo esposo era director general de Música en el Gobierno de la UCD. Como había sido sacerdote, el único cura de la Escuela de Francfurt, para evitar que Aguirre provocara la cólera de Dios, José María Martín Patino, hermano del cineasta Basilio y mano derecha del cardenal Tarancón, le procuró dos documentos que facilitaron los trámites.

Cuando Cayetana nació, un día de marzo de 1928 en el palacio madrileño de Liria, estaban cenando en su casa Gregorio Marañón y José Ortega y Gasset. De Marañón a Mariñas. ¡Vaya cambio! Tan popular como Belén Esteban. Tan mediática como Pedro Solbes. Tan huidiza como los Beckham. Su relación con la prensa rosa es una vocación tardía. Esta mujer que habla en cinco idiomas y calla en muchos más –y no por la broma de sal gorda de quienes la comparan con Harpo Marx– se ve asediada por esos paparazzi que bautizó Fellini en La dolce vitta. Un asedio que desnuda por hartazgo en un sentido metafórico, en las antípodas artísticas de la propuesta que Picasso le hizo de que posara para él como su antecesora lo hizo para Goya. Los dos pintores más taurinos de la historia de España. La gran afición de Cayetana, fugaz suegra de un torero el tiempo que duró el enlace matrimonial de María Eugenia Martínez de Irujo con Francisco Rivera Ordóñez.

Los rumores de boda con Alfonso Díez soliviantaron los aledaños familiares de la duquesa. Una variante de rebelión en la nobleza. Cayetana es sutil y debió aprender diplomacia de su padre. Nunca fomentó la fricción con sus familiares políticos. Su ex nuera Genoveva, mexicana, madre de los dos gemelos del jinete Cayetano, le robaba una portada a su ex suegra y se asomaba a los quioscos fotografiada en el ¡Hola! en paradisíacos escenarios de Tailandia.

El fallido tercer enlace de Cayetana se ha convertido en asunto de Estado, hasta el punto de que el tema llegó a la Zarzuela. Los tambores nupciales llegaron a oídos del rey Juan Carlos y la reina Sofía se reunió esta semana con la Duquesa. Cayetana es asidua de esos círculos. Su padrino de bautizo fue Alfonso XIII, abuelo del Rey Juan Carlos. Con su esposa, doña Victoria Eugenia, visitó a Rainiero en la corte monegasca. Y en su primera boda lució una diadema de Eugenia de Montijo.

Ha sido más veraneante de Ibiza y San Sebastián que de Marbella, con lo que durante muchos años se mantuvo a salvo de la prensa rosa. Octogenaria, su nombre pone frenéticas las rotativas. La prensa seria también llevó a sus portadas la primera imagen pública con su novio en la iglesia de los Gitanos, como si cruzara esos clichés periodísticos con la facilidad con la que su caballo atravesaría las tierras que son de su propiedad por media España.

Los jornaleros fueron a las Reales Atarazanas para abuchearla cuando en 2006 fue nombrada Hija Predilecta de Andalucía, compartiendo podio de honores en mágico tándem con Carlos Edmundo de Ory, gaditano de autoexilio, padre del postismo, que pregonó el Carnaval de Cádiz disfrazado de Mefistófeles. Lo que daría Cayetana por un disfraz que la confunda entre el pueblo llano, su interlocutor privilegiado, el que sigue sus andanzas. Ella siempre vuelve al palacio donde nació el poeta y tiene su alma de Colliure, de niña exiliada. Hoy pensará que huir de la Guardia de Asalto era más soportable que hacerlo de un ejército de paparazzi. Dicen que ha ido a Egipto en romántica escapada: ven que te espero en El Cairo, la noche africana, sensual y pagana...

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