Juicio de la Operación Karlos

Que empiece el 'show'

  • Medio centenar de personas cumplió con el 'circo' previsto en la entrada de la Audiencia Provincial saludando la llegada de la mujer de Jesulín de Ubrique, entre cámaras, al grito de "choriza" y "ladrona"

(Ayer se produjeron en España las siguientes citas judiciales, entre otras miles: un padre acusado de asfixiar a su bebé en Sevilla, un marinero de Cangas acusado de asestar seis puñaladas a un compañero, un joven que disparó por la espalda a su ex novia en Córdoba... pero ayer el juicio era el Juicio. Y se celebraba en Cádiz.)

Todo está preparado para la función. Ocho vallas,  papeleras nuevas, una reluciente sala de prensa de quita y pon y doble de tapas en el bar Río Saja , frente a la Audiencia. Primero llegan los camiones con las parabólicas, luego los cámaras con las chicas del micrófono, algunas muy conocidas, después una dotación policial discreta (una docena) y, por último, las figurantes, unas cuantas decenas de espontáneas. El escenario está listo, que empiece la obra.

En un cuidadoso caos, los cinco programas de Telecinco presentes, los tres de Antena 3, el de TVE, el de la Cuatro y el de la Sexta se reparten  breves entrevistas con la espontánea figuración. Como no hay mucha, cada espontánea sale a un par de entrevistas o tres (a su vez, las entrevistadas piden autógrafos a los entrevistadores ilustres; a la más famosa le llaman Patiño y, la verdad, es que se mueve sin alardes para las adhesiones que levanta).

La entrevistada que ofrece mayor argumento es la que dice que su padre ha conseguido una invalidez media de ese mismo médico que está acusado y deduce que se debía a que solo daba invalidez total a quien pagaba por ello. Eso le indigna. Por eso está aquí. Parece mesurada; el resto, no. Hay otras que reconocen que su presencia obedece a un apoyo decidido a Belén Esteban, la megaestrella de barrio del programa megaestrella Sálvame. No se reconocería la ciudadana Esteban damnificada de esta trama  si no fuera porque la otra megaestrella, la mala, está a punto de llegar. Me he documentado y antes de ir a la Audiencia he visto una entrevista con ella en la web de Telecinco.Mientras hablaba, sostenía una etiqueta de ‘la dieta de la alcachofa’ y declaraba que quería mucho a su marido y que no odiaba a Esteban, pero que nunca sería su amiga. La llaman Campanario, ciudadana Campanario,y es la mujer de un ex torero que torea, de nombre ciudadano Jesús, nacido en Ubrique y que en su día estuvo casado con la ciudadana Esteban. Ni en el peor de los sueños un hombre desearía tener una ex como Esteban, pero a Jesús le ha tocado. Y por eso estamos aquí todos. El, nosotros y esa figuración espontánea que ahora, a las cuatro menos cuarto de la tarde, va a gritar lo siguiente a pleno pulmón: “¡¡¡¡¡¡¡Chorizaaaaa!!!!” Lo han adivinado: acaba de llegar la ciudadana Campanario, con el pelo recogido en una coleta, junto a su madre, y con Jesús (la gente le llama Jesulín) de Ubrique.  Para quien haya visto Furia, de Fritz Lang, este ‘linchamiento’ es un juego de niños, pero el espíritu es el mismo. En las puertas de los juzgados vemos cómo el pueblo se expresa airado culpabilizando a los acusados antes de juicio. Es una tradición cultural.

Me acerco a la mujer, con una camiseta roja, corpulenta, a la que parece haberle salido más del alma lo de ‘choriza’ y luego ha iniciado el cántico de ‘ladrona’, también muy jaleado, y “os vais al Puerto”, que ha tenido menos éxito. “A Puerto 2”, ha aclarado ella en voz baja a sus acompañantes, por lo que ha salido otro grito: “¡A la cárcel!”. Pero por entonces ciudadana Campanario ya estaba dentro de la Audiencia. De eso no se ha enterado. “¿Qué le ha hecho a usted esta mujer?”, le pregunto. Me mira con desdén al identificarse un perioditsa que ni lleva un cámara detrás ni sostiene un micrófono, poca cosa: “¿Que qué me ha hecho? A mí nada, le ha robado a la Seguridad Social, ¿le parece poco?”, me grita. Es loable desatar esta pasión en defensa del interés público. Me narra, igualmente a gritos, que se dedica a coser, que tiene las manos como un azerico de tanto pinchazo, que tiene un hermano enfermo al que no le dan la invalidez y que su madre con una pensión miserable tiene que pagarle las medicinas. “Así que hoy he dejado la costura para decirla a esta lo que se merece”. No ahondo en su historia. Si lo dice, será verdad, pero no me he dado la vuelta cuando han iniciado un nuevo son: “¡Que viva la Esteban!”

Entretanto, cada persona que pasa por el pasillo de vallas es saludada al grito de ‘sinvergüenza’. No hay control sobre los depositarios del insulto. Tan pronto se lo dicen a  Carretero como a un funcionario de la Audiencia que pasaba por allí. Ahora veamos cómo ha quedado.

Admito cierto cosquilleo cuando me siento ante el televisor para ver Sálvame,  el programa de la ciudadana Esteban. Todo empieza con un presentador saludando al público de Baracaldo y luego un cepillo de dientes recargable se erige en patrocinador. Prosigue con personas de apellido Mohedano y otras de apellido Ortega Cano hablando de una conflictiva boda. No entiendo nada hasta que conectan con la Audiencia Provincial y, para mi regocijo, escogen para la gloria a la misma costurera con la que yo he hablado. Aquí sale más comedida, dice que los periodistas tienen que investigar e investigar y que, como todo el mundo sabe, aquí está todo amañado porque después de ser detenida la ciudadana Campanario en Jerez, Jesús de Ubrique estuvo comiendo con la Policía Nacional, así, en general. Esteban, en el estudio, sonríe complaciente e informan a la interlocutora que tiene a Esteban al otro lado, lo que le infla de orgullo. Ya tiene las lisonjas preparadas que, al parecer, son habituales en el show  cuando una espontánea a la que no se le ha pedido opinión se adueña del micrófono para arrastrar esta lapidaria frase: “Beleeén, que te den por cuuulo”. Lo que es contestado en el estudio por Esteban con otra frase a la que sigue un ‘no te jode...’ Y otro personaje que forma parte del  elenco que  finge que se pelea, o se pelea de verdad, no sé,  afirma que Campanario lleva toda la semana dando el “coñazo” para hablar con los periodistas.

Voy entendiendo el juego, incluso sus efectos hipnóticos. Ahora están gritando todos, todos a la vez. He visto verdulerías más silenciosas. Es apasionante. No tengo ni idea de lo que hablan porque hablan de una cosa y sale otra en el teleprinter y el presentador cambia de registro cada dos por tres y al fondo Esteban se come, masticando con la boca muy abierta, un bollo gigante. Por eso gritaban esas mujeres junto a las vallas: imitan el espectáculo. La figuración no necesita dirección. Sale solo. Cuando vuelvo a la Audiencia, algunos siguen gritando, se lo están pasando bien. No es real, es un mundo paralelo. Esto es simple (muy simple) espectáculo.

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