Andalucía

El fino arte de hacer trampas

  • La tecnología irrumpe en los métodos para copiar en universidades y entre opositores, mientras que los alumnos de Secundaria mantienen las chuletas tradicionales

Estamos en uno de los templos del espionaje y el contraespionaje andaluz. Es la tienda Aijdiaz, en Sevilla, dedicada a la electrónica. Enfundado en su abrigo, entra un hombre de mediana edad con gafas, pequeñito, parece poca cosa, un sabio que debió ser hippy en su juventud. En el mostrador le atiende Antonio. El hombre misterioso susurra. "Necesito un inhibidor de frecuencia". "¿De qué tipo?". "Baratito, el departamento no está para alegrías". "Tenemos este modelo básico. Se lo puedo dejar en 400 ". Me lo llevo. Sale el hombre. En la puerta esperaba un muchacho con barba de pelusa y un gorro con los colores de Jamaica. Se dirige a Antonio. "Necesito un kit entero, potente". Antonio saca una de sus joyas. Máxima garantía. El pinganillo es microscópico, muy fácil de camuflar, "sobre todo con la melena que usted luce. Observe los microauriculares imantados, que salen con la aplicación de cualquier objeto metálico, el collar de inducción con micrófono y está dotado de sistema bluetooth con USB 1 GB". "No se hable más, me lo llevo". "Son 700 euros". "Como éstos". Antonio afirma que la prueba de que se copia, "y éstos aparatos sólo sirven para eso", está en que tiendas como la suya están proliferando por toda la geografía. "En tiempos de exámenes nosotros podemos vender unos cuarenta pinganillos que los profesores tratan de contrarrestar con inhibidores. Vienen muchos universitarios, pero yo diría que el principal mercado está en las oposiciones". El sistema es sencillo, tan sencillo como una llamada telefónica para que un colaborador externo sople respuestas.

En la web Factoría Espía SL se puede leer: "¿Agobiado por los exámenes? ¡Si no apruebas es porque no quieres!". Debajo de este lema encontraremos en internet toda la tecnología para hacer trampas. Chuletas de una nueva era. Hay decenas de páginas web que hablan de ello. ¿Se copia más, se copia mejor? Los profesores apuntan a que hay mucho mito, que se copia lo mismo. Jorge Martínez, profesor de Publicidad, se sonríe ante los reportajes que, como éste que están leyendo, elevan a categoría de generalidad el copiar y que se han multiplicado en todos los medios a cuenta de la ocurrencia de la Universidad Hispalense de dar derecho a terminar los exámenes a los copiones: "Se copia de la misma manera que se ha copiado siempre. Una fecha escrita en la mesa, una minichuleta con cuatro datos. Quizá hay carreras, como Farmacia o Derecho, donde se da más, pero, en general, se copia lo justo y, de un modo u otro, se puede decir que todo el mundo copia un poco".

Quico, profesor de Empresariales en la UCA, entiende que "lo de copiar está en la actitud de cada profesor y en su mayor o menor permisividad. Hay un movimiento reflejo que no cambia con los tiempos. Cuando un alumno se decide a actuar, tiene que detectar el punto en el que se encuentra el vigilante y hacia dónde dirige la mirada. Si el profesor está en la mesa leyendo el periódico, ancha es Castilla; si el profesor, como hago yo, se pone al final de la clase y el copiador tiene que volver la vista, está perdido".

Si bien los profesores universitarios no muestran una preocupación desmesurada por la copia, "ya que cada vez se implanta más el sistema Bolonia de una evaluación continua en la que el examen final no es la única carta que juegas", en las oposiciones las cosas son distintas. Comunidades como Galicia detectaron tantos casos de copia vía móvil que hace dos años decretaron que para entrar en un examen de la Xunta había que pasar por un escáner. No existen sanciones por copiar en una oposición, aparte de ser expulsado del examen y perder el dinero de las tasas. Desde Educación se explica que se dan pocos casos, si bien se reconoce que en alguna convocatoria hubo cierta preocupación por las suplantaciones, unos que se examinaban por otros. No existe ninguna estadística sobre si se copia más o menos, de igual modo que se piensa que la minipolémica desatada es un tanto peregrina.

Hemos pedido a chicos de 4º de ESO de un instituto de San Fernando (Cádiz) que nos cuenten en una redacción cómo copian las nuevas generaciones. Así, Juan Antonio nos dice que "la primera vez que copié fue fantástico. Me escribí un examen de Lengua de 2º en la pierna. Me puse muy nervioso, mucha adrenalina. La última vez que copié no fue así. La profesora se puso del tirón en el ordenador, así que ni chuletas ni nada. Cogí el tocho del libro y lo copié todo. Me puso un cuatro. Flipé. Yo creo que un 99% de la gente copia de un modo u otro". María afirma que "casi todo el mundo copia, aunque hay algunos bastante tontos que no aprueban ni aunque tengan el libro encima de la mesa". Jesús defiende "la ley de los fuertes, con chuletas hasta la muerte" y desglosa los métodos tradicionales. Para él, la chuleta sigue siendo el método rey, aunque tampoco hace ascos al MP3, donde tiene grabado el temario. En una redacción anónima un alumno confiesa que ha dejado de hacer chuletas "porque es una tontería, lo escribes tan estrujado que al final te lo acabas aprendiendo". En esta clase revelan como un secreto un curioso método: "¿Se ha fijado que en la etiqueta del Tipp Ex vienen un montón de palabras? Es una etiqueta muy larga. Pues te metes en internet y te puedes bajar una etiqueta, pero sin nada escrito detrás. Ahí, con el ordenador, escribes lo que quieras. Hay que tener buena vista, pero es un método muy bueno". Como ven, el ser humano no para de innovar.

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