Andalucía

Más física que química

  • La primera experiencia sexual de muchos menores es el coito · Hay muchos chicos obsesionados con tener disfunciones a los 16 años y chicas sumisas que se pasan 28 días con ansiedad temiendo estar embarazadas

La virginidad fue ayer el regalo estrella de algunos menores andaluces en el día de San Valentín. Sin necesidad de estar enamorados, hoy basta que dos adolescentes se conviertan en pareja oficial para que se vean obligados a cumplir. "Asombra que gente tan joven utilice conceptos propios del matrimonio eclesiástico de los 50, como es el débito conyugal", comenta el sexólogo Pedro Villegas, con 24 años de experiencia en este campo.

A través de su web (www.pedrovillegas.com) y del teléfono de información sexual en el que trabaja, pionero y dependiente de la Junta de Andalucía (901 40 69 69), este profesional no ha dejado de recibir en la última semana consultas, sobre todo de chicas, relacionadas con la primera vez. "Preguntan si les dolerá y si sabrán hacerlo y yo les contesto que el sexo es como la Fórmula 1: si no sabes patinar, montar en bicicleta o en moto cómo vas a estrenarte con un coche de carreras", apunta Villegas que, con ironía, ha bautizado el 14 de febrero como San Calentín.

Hay mucho más física que química en estos enamorados quinceañeros. La primera experiencia sexual para la mayoría de ellos contempla la penetración. "Todo gira alrededor del pene y éste sólo es una herramienta, el sexo es mucho más", añade Bruno Moioli, psicólogo que desarrolla desde 2003 un programa de educación para la salud en los centros de enseñanza de Utrera, a petición de este Ayuntamiento sevillano, y que permite estudiar las características de la población adolescente, también en materia de sexualidad.

Esta semana ha visitado el instituto Ruiz Gijón, uno de los que participan en el programa. Hormonas fuera de control corretean por los pasillos. La visita de Bruno levanta gran expectación y ningún alumno se pierde la hora de sexualidad. Es más, reciben y despiden al psicólogo con palmas y siempre les sabe a poco. Marta, de 16 años, levanta la mano y dispara sin pensarlo: "No sé cómo decirlo, si él no escu..., se co..., eyacula, eso, ¿me puedo quedar embarazada con el agüilla que sale al principio?"

La preocupación de Marta retrata una diferencia entre los jóvenes de ahora y los de las anteriores generaciones. "No es que se inicien antes, sino que eyaculan dentro con más facilidad", resume con claridad Villegas, para quien la edad razonable para iniciarse es aquélla en la que la persona es lo suficientemente madura para practicar un sexo responsable, "y hay quien a los 40 sigue teniendo las mismas dudas", advierte.

De hecho, las últimas estadísticas públicas del Instituto de la Juventud, de 2008, apuntan que tres de cada diez menores han tenido su primer coito antes de los 17, una tasa que se eleva al 75% al cumplir la mayoría de edad. Y confirman que, aunque la variación es leve, el porcentaje de los que pierden su virginidad y continúan manteniendo relaciones completas antes de los 18 ha subido en los últimos cinco años. Las encuestas realizadas por Moioli y sus compañeros del Instituto de Psicología y Desarrollo Afectivo Sexual en el inicio del programa de educación que desarrolla en Utrera recogen que en 4º de ESO, con 14 ó 15 años, hay un 31% de alumnos que ya han experimentado su primer coito y, de éstos, el 9% lo practica de 5 a 8 veces a la semana, en el 75% de los casos, sin método anticonceptivo.

Los sexólogos defienden que los adolescentes tienen más información, pero que en muchos casos llega distorsionada. Marta lleva la voz cantante en su aula, pregunta a Bruno si todo lo que les cuentan sobre el sida otros profesores es verdad y se confiesa asustada por un posible contagio. "Yo sé lo que hago yo, pero lo que hace él...", dice. Su compañera, pensativa, rechaza la abstinencia y busca otra solución: "¿Cómo va eso del preservativo femenino? ¿Es barato? ¿Se puede lavar?", pregunta inocente.

Pedro Villegas lanza una advertencia: "Lo diga quien lo diga, no hay una educación sexual adecuada, ésta no se debe reducir a los métodos anticonceptivos, hay algo más". Moioli aconseja siempre a los alumnos de Utrera que dialoguen con su pareja y actúen de mutuo acuerdo. "Somos tontas porque nos vamos con los chulitos y quienes nos tratan como a nosotras nos gusta son los sensibles", confiesa Miriam. "Los sensibles son pajos, maricones", corean un grupo de chicos. En este punto, el psicólogo se para a reflexionar sobre la nueva masculinidad y los estereotipos. "¿Palomares de Gran Hermano, qué es? Metrosexual, marica, gay...", pregunta Inma y ella misma introduce otro debate: "La culpa es también de la televisión... ¿Qué es Falete? ¿Y Boris Izaguirre?"

Demasiados conceptos al mismo tiempo y mucha información que se absorbe en internet y el cine porno. Algunos acaban con un desequilibrio mental importante. "Hoy hay muchos chicos que con 16 años se definen como eyaculadores precoces o impotentes y yo les explico que sólo están calientes o han tenido un gatillazo", comenta Villegas. No todos le creen "y se generan obsesiones estúpidas", asegura. Además, recurrir a la prostitución se ha convertido en una tendencia entre los más jóvenes que, tras la visita al prostíbulo, se pasan meses haciéndose análisis y chequeando que están libres de enfermedad. "Algunos son víctimas de estafas médicas, pues hay profesionales que piden una prueba tras otra cuando es innecesario", añade Villegas.

Las obsesiones de las chicas tienen que ver con el miedo al embarazo, sobre todo, y ahora también con el cáncer de cuello de útero, dada la promoción de su vacuna. "¿Hay que ser virgen?", quiere saber Miriam. Sus compañeras están más interesadas por los anticonceptivos hormonales, píldora y parche, y se guían de foros de internet para alterar la regla a su antojo.

Para Villegas, las prácticas de riesgo han aumentado ya que, "por suerte o desgracia", existe la píldora poscoital que muchas toman como anticonceptivo. "El encargado es mi novio, yo no compro preservativos", confirma una chica con cara infantil.

La estabilidad en estas parejas, a veces, no supera el mes. "Los adolescentes de hoy practican una monogamia secuenciada", define Villegas. Cada mes, uno nuevo. "Ellas se arreglan y les gustan a todos y quieren probar y, al llegar a edad adulta, hay chicas que no recuerdan cuántas parejas han tenido. En la clase de Bruno, Juan irrumpe con un comentario que hiere la sensibilidad de más de un compañero: "Todos somos bisexuales". "Habla por ti", le increpan.

Lo cierto es que ligar para estos adolescentes es más fácil que nunca. No hay seducción. El sexólogo recrea la escena de cualquier sábado en las discotecas: "La chica dice ése me gusta y le baila, él la mira, baila con ella, se rozan y luego las hormonas hacen el resto". En muchas ocasiones no se llega al coito, "yo sólo muerdo", comenta un chico mitad orgulloso mitad cortado.

Suena el timbre y la mayoría no ha tenido tiempo de explayarse. "Yo le pregunto algo de esto a mi padre y me mata", comenta entre risas Cristina, que lamenta que los menores tengan que ir acompañados de un adulto a los centros de información sexual y planificación familiar. Su compañero Ché no tiene problemas: "Mi padre me compra los condones". No es la norma. Pasado San Valentín llega el día del padre. Los educadores coinciden en que el mejor regalo sería una conversación sobre sexo.

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