Francisco Carbonero. Secretario General de CCOO Andalucía

"El fracaso de la pancarta es que el PP sigue gobernando"

  • El dirigente sindical cede el relevo a finales de mayo y deja el cargo al que llegó en 2004

  • Fue "asustado" a su primera reunión en CCOO en 1976, con sólo 17 años

Francisco Carbonero en la azotea de la sede de Comisiones Obreras Andalucía, en Sevilla.

Francisco Carbonero en la azotea de la sede de Comisiones Obreras Andalucía, en Sevilla. / belén vargas

Hay un arquetipo, el del hombre corpulento y bastante más alto que la mayoría de los de su generación que, lejos de provocar el recelo y los complejos ajenos, irradia tranquilidad y propicia el acercamiento. Consciente de que ese poderío físico necesita de un autocontrol permanente, el hombre grande se ejercita a diario en la ponderación, el sosiego y la paciencia. Todo lo contrario que un esmirriado.

Francisco Carbonero (Villanueva de Córdoba, 1958) responde a ese perfil. Y por eso y a pesar de su envergadura no se hace muy difícil imaginarlo poco después de la muerte de Franco, destilando prudencia y asistiendo "asustado" con sólo 17 años a su primera reunión de Comisiones Obreras en el Centro Juan XXIII de Córdoba. "Yo no sabía a lo que iba". De lo que sí ya estaba informado era de lo que significaban los miembros de ese sindicato para el Tribunal de Orden Público (TOP): "Gente subversiva que quería utilizar la libertad para delinquir".

Fue aquella una fecha importante en la singladura de Carbonero en CCOO. También lo fue 1978, cuando se presentó a sus primeras elecciones sindicales, con 20 años. Y por supuesto el 3 de diciembre de 2004: aquel día se convirtió en secretario general de CCOO Andalucía sucediendo en el cargo a Julio Ruiz. A este calendario vital le aguarda un fin de semana que también será señalado: el del 31 de mayo y 1 y 2 de junio de este año. Carbonero se despide y cede los trastos a Nuria López, candidata a dirigir la central en la comunidad.

Lejos de hablar de continuismo Carbonero lo hace de "renovación", y descarta que una mecánica sucesoria sin más sea la que funcione a la hora del cambio en la dirección de CCOO-A. "Ha sido un proceso de gran participación, desde las asambleas, que es nuestro primer nivel. Ha habido un consenso tremendo". (Tremendo es una palabra que gusta a Carbonero; es la que más veces pronuncia a lo largo de la conversación.) "Nuestra organización es tremendamente democrática. Se ha convocado al cien por cien de la afiliación". Así que no le preocupa que algunos piensen y opinen que un sindicato es una organización cerrada, monolítica, bajo el control del aparato. "Nos interesa lo que quieren los trabajadores, y por supuesto nuestros afiliados", sentencia.

Serán pues casi 13 años -a falta de algunos meses para cumplirlos- al frente de CCOO-A. Hora de hacer balance. Y cuadrando el debe y el haber a Carbonero le viene un regusto "agridulce". Porque durante todo ese período "he vivido el momento de mayor crecimiento económico de Andalucía y de España y los peores momentos en el mundo del trabajo. Ha sido un contraste tremendo. De pasar de un avance en los salarios, aunque en precario, pero con cierta dignidad, a saltar a una situación de recortes y austeridad y a la mayor devaluación de los derechos que hemos sufrido. Es una sensación agridulce porque al mismo tiempo que hemos conseguido avances importantes no hemos sido capaces de impedir algunos retrocesos muy graves, y eso que el sindicato ha hecho mucho para evitar que fueran aún mayores".

Algunas de las decepciones de Carbonero como dirigente de CCOO-A tienen nombre: que la ley de vivienda "no se haya aplicado por falta de presupuesto", que la iniciativa legislativa popular (ILP) para una renta mínima propulsada por el sindicato no se haya tramitado en el Parlamento "después de que el Gobierno andaluz y los partidos se hartaran de hablar de la renta básica" y en la Cámara "guardaran silencio". Y sobre todo, a su juicio, la "no construcción de una entidad financiera potente arraigada en Andalucía, propia y autóctona, capaz de dinamizar la economía y sobre todo los sectores industriales, imprescindible para un cambio de modelo económico. Eso ha sido un tremendo error, histórico, del Gobierno andaluz, que estaremos pagando a lo largo de mucho tiempo".

Carbonero ve además al Ejecutivo autonómico "encorsetado", a pesar de la mejoría económica, por "las políticas del PP y de Rajoy", e insiste en que Andalucía "necesita un cambio de modelo de financiación, y eso pasa porque en Madrid se tomen otro tipo de decisiones" radicalmente distintas a las del partido que gobiernas. Pero quien como hombre de izquierdas defendió tras las elecciones un acuerdo entre socialistas y Podemos no oculta su pesimismo: "La izquierda debe reflexionar. Si sus partidos no se conciencian de que tienen que llegar a acuerdos poselectorales hay Gobierno del PP para muchos años. Veo muy difícil que un solo partido, como el PSOE hace años, sea capaz de gobernar en solitario... sea quien sea su próximo secretario general. Eso está tremendamente lejos de que suceda. El mayor fracaso ha sido convertir la pancarta en una opción política. El fracaso de la pancarta es que el PP sigue gobernando. Llegó la hora de la verdad y la izquierda no supo ponerse de acuerdo, y la realidad es que Rajoy es el presidente del Gobierno después de lo que el PP le ha hecho a este país".

Y no es mucho más optimista Carbonero, a pocas fechas de añadir el ex a su actual cargo, sobre la situación en Andalucía, para cuya clase política tiene un diagnóstico crítico y negativo: "No oigo con nitidez ningún relato sobre ningún proyecto político que tenga claro qué quiere hacer de Andalucía y que lo que se quiera hacer sea factible. No se lo oigo al Gobierno actual ni a ningún partido de la oposición. Hay mucho rifirrafe, que si unos hacen más y otros menos, pero nada más. ¿Qué quieren hacer de Andalucía? ¿Cómo resolver los graves problemas económicos que tiene? No veo ese relato que va mucho más allá de lo que se escribe en un programa electoral. No veo un gran consenso sobre eso, y no sólo político, tampoco social. Y lo que sí veo es una escasez de ideas y una ausencia total de liderazgo".

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