Andalucía

El tribunal encierra 22 años a Del Valle y ordena su destierro durante tres décadas

  • Tendrá que cumplir la mitad de la condena total para poder acceder al tercer grado penitenciario · La Audiencia impone nueve años a Rosa del Valle como cómplice del asesinato

Su largo historial delictivo nunca estuvo marcado por un delito de sangre. Hasta ahora. Santiago del Valle ha pasado de ser un conocido pedófilo en comisarías y juzgados de media España a convertirse en un reconocido asesino. Tres semanas después de que en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial onubense se diera el visto para sentencia tras diez intensas jornadas de juicio por el crimen de la pequeña Mari Luz Cortés (desaparecida el 13 de enero de 2008 y encontrada sin vida 54 días después en aguas de la ría de Huelva), el tribunal hace pública su decisión: un fallo condenatorio tanto para el pederasta (autor material) que puso fin a la vida de la niña, como para su hermana Rosa, como cómplice. 

En una extensa (40 folios) e hilvanada sentencia que apoya prácticamente cada afirmación en una amplia doctrina -dictada por instancias superiores, desde el Supremo al Constitucional o el Tribunal Europeo de Derechos Humanos-, el tribunal condena a Santiago del Valle a 19 años de cárcel por el asesinato de la niña (uno menos de la pena que solicitaba la Fiscalía) y suma otros tres años por el abuso sexual de Mari Luz, incluyendo la reincidencia como agravante. La Audiencia decreta además la prohibición al pederasta de residir en Huelva durante 32 años, tiempo en el que tampoco podrá aproximarse ni comunicarse por ningún medio con los familiares de la víctima. 

La decisión del la Audiencia se conocía directamente por boca del magistrado ponente, Antonio Pontón, que compareció acompañado sólo por el secretario de la Sección Tercera, en la misma sala en la que escuchó las últimas palabras de Del Valle clamando justicia al finalizar el juicio y el medio centenar de declaraciones que ha tenido que hilar en fino para fundamentar la culpabilidad de los acusados. 

Rosa del Valle sale del proceso mejor parada de como empezó cuando fue detenida hace tres años junto a su hermano y a su cuñada Isabel García. Primero imputada y posteriormente acusada como cooperadora necesaria en el asesinato -coautora-, los magistrados modifican el grado de participación en el crimen de la hermana del pederasta y la consideran cómplice, imponiéndole una condena de nueve años de cárcel (está a punto de cumplir tres años de internamiento preventivo). Esta pena supone una sustancial rebaja respecto a la petición de la acusación pública (pidió 17 años de prisión) que se hizo notar en el fiscal que ha llevado el caso, Alfredo Flores. Mientras se daba lectura al fallo, a Flores le cambió el gesto. 

El destierro que la sala ordena para la cómplice es de 19 años, tiempo en el que tampoco podrá contactar de ninguna forma con el entorno de la pequeña. 

Pontón argumenta esta modificación de cooperadora necesaria a cómplice señalando que Rosa dio una ayuda "útil y eficaz" al pederasta al aportar el coche para trasladar a la niña y abandonarla, pero que existía la posibilidad de que se deshiciera del cuerpo por otros medios, por lo que su participación no se encuadra en la coautoría como cooperadora necesaria. 

Ante la gravedad de los hechos, el tribunal ordena que la clasificación del tercer grado penitenciario no podrá producirse antes de que los hermanos Del Valle tengan cumplida la mitad de la condena que se les impone. 

El tribunal considera que en el plenario quedó probado que el pederasta, que observó a Mari Luz en dirección al quiosco al que fue a comprar chucherías aquella tarde del 13 de enero de 2008, en su camino de regreso, la atrajo arrojándole un oso de peluche blanco para llamar su atención con el fin de obtener placer sexual. Pontón se apoya como prueba en la segunda declaración que realizó el inculpado ante el Juzgado de Instrucción 1 de Huelva el 27 de marzo de 2008, introducida en el juicio con expresa lectura de la manifestación pese a que Del Valle negara de palabra en la sala toda relación con el crimen.

El magistrado enlaza esta confesión ante la instructora con el informe forense de Granada en el que se detallan "sus impulsos sexuales intensos, con fantasías o comportamientos con niñas prepúberes", y con las contusiones que presentaba el cuerpo de la pequeña, tanto en la muñeca derecha como en el costado izquierdo. Estas lesiones se explican por el intento de la pequeña de huir del portal. 

Mari Luz presentaba otra lesión, una contusión en el cráneo que la dejó en estado de inconsciencia, según relató el mismo Santiago del Valle en aquella declaración. "En esa declaración aportó datos objetivos -señala la sentencia- que sólo podían ser conocidos por quien los presenció". 

Frente a las supuestas coacciones policiales denunciadas en la vista por el acusado, la sala afirma que la declaración que toma como prueba se llevó a cabo con todas las garantías legales y en presencia de su abogado. "Difícilmente puede admitirse que la realizara de forma condicionada cuando fue a su instancia y la segunda que realizó ese mismo día", recuerda. Y se reafirma en las manifestaciones de las forenses del Instituto de Medicina Legal de Huelva (IML), que fueron a los calabozos a comprobar su estado y les pidió hablar con el fiscal. "Esto me ha pasado -dijo- porque es lo que me sucede con las niñas".

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