Historia de una caca

Una anécdota ocurrente, como fotografiar una caca de perro sin recoger, puede convertirse en argumento mayor

La escatología es una ciencia excrementicia -además de cuestión aplicada a los asuntos de ultratumba- que no le haría ascos, dado su objeto de estudio, a la documentada historia de una caca. Así la ha procurado un vecino madrileño tras advertir, de paseo por un parque, cómo uno de los tres perros que llevaba una mujer defecó sin contemplaciones -si de esperar fuera alguna urbanidad en los canes domésticos, llegada esa urgencia-. No se percató la dueña o encargada de sacar los perros a la calle de tal circunstancia y el paseante atento fotografió la deposición con todo lujo de detalles, de modo que el comienzo de la historia quedara patente, así como el contenido de la denuncia que presentó en la página web del Ayuntamiento de Madrid. Consideró, además, la oportunidad de "subir" la imagen a una de esas redes sociales, como Facebook, que multiplican de manera mayúscula el alcance de lo compartido. Pasados los días, puesto que la caca permanecía en su sitio, reiteró la denuncia con una nueva foto donde quedaba patente la evolución de la materia excrementicia no retirada con las labores de la limpieza municipal, y con ello la historia seguía su curso para interés de algunos noticiarios. Bien miradas las cosas, esta anécdota de la caca de perro queda ridícula si se la compara con el mapa de los excrementos perrunos que el ayuntamiento madrileño presentó hace casi un año, acaso a modo de política escatológica dirigida a la concienciación de los dueños de perros para que fueran diligentes en la recogida de las cagadas caninas, so pena de multa o trabajos sociales. Así, un detallado censo de perros por distritos y un cuidado recuento de las cacas depuestas por el callejero permitieron sesudas conclusiones, con un mapa excrementicio donde los distritos o los barrios quedaban retratados en el cuadro del deshonor ante la mayor concentración de cacas perrunas.

Incluso como anécdota ocurrente, la caca sin recoger, con fotografías reiteradas del vecino aplicado a la denuncia, es una muestra peculiar de lo que bien podría entenderse a manera de sinécdoque, mas no como figura retórica, sino como recurso argumentativo: esto es, tomar o cuestionar el todo, la limpieza municipal, por una de las partes, la caca de ocasión. Y no debe despreciarse el efecto de tal recurso porque la historia de una caca callejera acaba influyendo más que todo un elaborado mapa excrementicio municipal.

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