Homilías cortas

El papa Francisco recomienda homilías cortas, doblemente buenas por breves, antes que sermones poco elocuentes

El papa Francisco, en audiencia pública con numerosa concurrencia, ha expresado a sacerdotes y obispos la conveniencia de acortar la duración y mejorar la preparación de las homilías y sermones. Pocos minutos han de bastar, por ello, para sacar provecho de las lecturas evangélicas proclamadas durante la celebración de la misa. Y aconseja, además, a los feligreses la lectura cotidiana de los evangelios para que así las homilías resulten familiares. Recomendaciones del papa no solo aplicables a la religiosa liturgia de la palabra, sino asimismo al ritual de los días mundanos. No ya por el extendido "pensamiento Twitter" que reduce cualquier idea -en el mejor de los casos- a lo que pueda escribirse con 280 caracteres -bastante tiempo atrás solo la mitad-, o por la administración de "píldoras" que transforman las ideas complejas en raciocinios simples, o por el socorrido y menos moderno concurso de las máximas, las citas célebres o los ambivalentes refranes. Más bien, entonces, porque el cultivo de las facultades que acrecientan la inteligencia, predisponen la reflexión, incrementan los conocimientos o aprovisionan la sabiduría, no enraíza en las seseras baldías o aguarda que acaben los indolentes barbechos. Además, la funesta manía de pensar -fuera o no cierta esa declaración de un prócer para congraciarse con Fernando VII, tan dado al absolutismo como a la felonía- puede explicar el rechazo a cualquier disquisición que aparte las entendederas de las doctrinas simplonas, falsas o capciosas. Por esto mismo, aprovechando el auge o la actualidad de las noticias falsas -"fake news"-, el papa, con agudo ingenio, ha precisado que la primera información falsa de la historia fue la que transmitió la serpiente a Eva, en la deliciosa estancia del paraíso, para incitarla a morder la manzana de la perdición. Luego la recomendación de homilías cortitas, que no aburran o hagan bostezar a algunos feligreses, a fin de que el precepto quede resuelto sin dilación, puede entenderse debida a la acrecentada bondad de lo que resulta bueno además de breve, aunque también como necesidad ante sermones "elevados" pero no elocuentes. Pero tampoco se debe olvidar, en el ejercicio de la predicación, que muchos parroquianos buscan en la luz de la homilía la revelación de los misterios inescrutables para los que no es cuestión tan solo de muchas o pocas palabras, cuando el entendimiento se acerca a la creencia.

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