Algo se está haciendo mal para que cada vez haya más evidencia científica de los peligros de la obesidad y, al mismo tiempo, el porcentaje de personas obesas y con sobrepeso en el mundo se esté disparando. Un estudio publicado esta semana en la revista The Lancet ha trazado un completo mapa de la obesidad en el mundo y concluye que la padecen un 28% más de adultos y casi un 50% más de niños que hace 33 años. En la actualidad, sostiene el mismo informe, más de la mitad de los españoles presenta obesidad o sobrepeso.

Coincidiendo con la publicación de estos datos, la capital de Bulgaria, Sofía, ha acogido el Congreso Europeo sobre Obesidad, en el que investigadores de todo el mundo han desgranado sus ideas para prevenir y atajar esta tendencia creciente. Son muchas las pistas que da la ciencia para ello, aunque parecen fallar a la hora de su implementación.

Uno de los trabajos presentados en el Congreso es español. Investigadores del Ciber-OBN y la Universidad de Navarra han concluido que aumentar el consumo de yogures, incluso si estos no son desnatados, reducen el riesgo de padecer obesidad. Se trata de un estudio epidemiológico, por lo que los autores han hecho es analizar el porcentaje de obesidad en una cohorte de estudiantes universitarios, más de 8.000 que cuando comenzó el estudio no tenían ni obesidad ni sobrepeso y, a continuación, preguntar sobre el consumo de yogures.

Después de una media de seis años de seguimiento, se observó que una o más raciones al día de yogur se asociaban con un 12% de menos riesgo de obesidad, en comparación con aquellos que consumían menos de dos raciones de yogur a la semana.

Otro de las estrategias que podría ser eficaz a la hora de prevenir el sobrepeso, sobre todo en niños es algo tan simple como comer en familia. Un estudio en el que también han participado investigadores españoles ha demostrado que los pequeños que desayunan y cenan con sus padres entre cinco y siete días por semana son un 40% menos proclives a desarrollar sobrepeso que los que solo comen en compañía entre dos o cuatro veces por semana.

Uno de los grandes hándicaps a la hora de acabar con las elevadas tasas de obesidad en el mundo es la falta de medicamentos para abordar este problema. En la actualidad solo existe un fármaco aprobado en Europa y sus tasas de éxito son discretas. Por esta razón, es una buena noticia la demostración de que un nuevo medicamento podría ser efectivo para la pérdida de peso, siempre combinado con dieta y ejercicio. El fármaco, liraglutida, se probó en 3.731 pacientes obesos que, después de un año de tratamiento, perdieron un 8% de su peso en comparación con los individuos que consumieron un placebo, sin apenas sufrir efectos adversos.

Si es importante descubrir estrategias para saber qué funciona frente a la obesidad, no lo es menos destapar aquellas que no consiguen lo que prometen. En este sentido, un interesante estudio presentado en el congreso, desvela que uno de cada diez productos bajos en grasa que se venden en los supermercados ingleses tiene las mismas calorías que sus equivalentes con grasa completa, ya que los fabricantes tienden a añadir azúcares añadidos, lo que hace peor el remedio a la enfermedad. Los autores de la investigación lanzan un mensaje claro a los consumidores: a pesar de leer "bajo contenido en grasas" en el envase de un producto, la lectura de la información nutricional del mismo debe seguir haciéndose.

Existen asuntos que se debaten invariablemente en cada congreso de este tipo y uno de ellos es la idoneidad del pan. Aunque cada vez parece más claro que la versión no integral de este alimento no es positiva para la obesidad, un trabajo ha vuelto a ponerlo de manifiesto, demostrando que las personas que toman dos o más porciones de pan blanco al día tienen un 40% más de riesgo de sobrepeso y obesidad que las que apenas lo consumen.