La Línea está inmersa en una situación de abandono de la que el Ayuntamiento local no sabe cómo salir. Lo dijo al comienzo de la semana el propio concejal de Vivienda, el andalucista Ángel Villar. La única solución que encuentra la alcaldesa, Gemma Araujo (PSOE), es poner en marcha un cuerpo especializado en la Policía Local para sancionar a los vecinos. De limpiar más y mejor, no dice nada.

La suciedad, el deterioro de las vías y aceras y el abandono del mobiliario urbano están a la base de las quejas de los vecinos del municipio, especialmente en los dos últimos años, quizás porque la situación actual contrasta con otra en la que la limpieza era una de las causas de orgullo de los vecinos.

Los usuarios llevan denunciando su malestar en plataformas de redes sociales desde hace meses. Contenedores y papeleras saturadas, calles que hacen las veces de vertederos improvisados o bolsas derramadas por los suelos de son algunas de las instantáneas que ahuyentan a un hipotético visitante.

Una de las zonas más afectadas es el barrio de El Junquillo. La suciedad que existe en los bajos de los portales es descomunal; no son residuos de días, sino de meses, incluso hay quien sostiene que de años. Los vecinos denuncian que los roedores campan a sus anchas por las zonas verdes de sus barrios.

Ha transcurrido más de un mes desde que expiró la Feria y aún existen restos de la Cabalgata en el suelo. La falta de limpieza en diversos puntos no sólo afecta a los vecinos, sino a los propios turistas, que reciben una imagen de suciedad creciente y vergonzosa. "Nunca imaginñe una ciudad fronteriza en este estado", reconoce uno de ellos, cerca de la frontera que separa La Línea de Gibraltar. "Es una pena que no saquen partido al turismo, teniendo Gibraltar cerca y siendo un pueblo tan peculiar", explica un turista. "Pero, en este estado ¿quién va a querer venir?".