Andalucía

La primera escaramuza

  • Rajoy irrumpe en la contienda electoral arremetiendo contra Susana Díaz en un acto en Madrid en el que presenta a Juan Manuel Moreno

No se sabe si por la gripe del aspirante o porque no queda tiempo que perder, a tenor de lo que pronostican las encuestas, el caso es que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no dudó ayer en ejercer de telonero del líder del PP-A y candidato a la Presidencia de la Junta, Juan Manuel Moreno, y en utilizar el ariete contra su principal oponente, Susana Díaz, para desbrozarle el terreno más pedregoso.

No le ha sentado nada bien al presidente la convocatoria por "puro interés partidario" a las urnas en Andalucía sin hacerlas coincidir con las municipales. Díaz prometió, dijo Rajoy, un Gobierno de progreso durante cuatro años y "ni ha habido Gobierno, ni de progreso, y ni han estado cuatro años", se despachó el jefe del Ejecutivo, que incluso responsabilizó de que España no crezca más del 2% este año a los dos adelantos electorales: Andalucía y Cataluña.

Cuestión de trampolines. Para Rajoy hay dos, el que le da a su protegido marchamo de gobernante para Andalucía por su paso por la Secretaría de Estado de Igualdad y Bienestar social en su Ejecutivo y el que quiere emplear como catapulta Díaz para conquistar Madrid. La presidenta replicó dos horas y media después que si el máximo líder popular debe jugar el papel de jefe de la oposición la situación del PP-A es más que preocupante. Pero igual Rajoy se empleó tan a fondo en legítima defensa si, como sospecha, la mandataria socialista aspira a destronarle en La Moncloa.

El caso es que la primera escaramuza preelectoral de las andaluzas del 22-M tuvo ayer por escenario Madrid. En dos sedes distintas, el Ritz y Fitur, la feria internacional de turismo que se inauguró ayer. En el lujoso hotel debutaba en su nuevo papel el malagueño Juan Manuel Moreno. Un foro con cuatro ministros, una quincena de embajadores, su enemiga Dolores de Cospedal y sus dos predecesores, Juan Ignacio Zoido y Javier Arenas, entre los más de 600 asistentes a una intervención programada desde hace un mes y que la convocatoria anticipada a las urnas le hizo cobrar mayor actualidad.

A Moreno se le notaron los nervios. Leyó un discurso aseado, con algún error, escasa convicción y pocas novedades. Sus asesores lo atribuyeron a la fiebre que le ha acompañado en las últimas horas. En el turno de preguntas se desenvolvió con mayor naturalidad. Rajoy en su presentación lo había definido como un hombre "abierto, dialogante y centrado" y su talante no desentonó. Pero quizás pecó de obsesión con la gestión de Díaz a tal punto que apenas usó su tiempo para defender iniciativas propias con las que despertar el interés del público. No es extraño que después de la descripción de la situación andaluza, uno de los asistentes comparara Andalucía con Venezuela, sin que Moreno ratificase o desmintiese esa aseveración. También se le notó cuidadoso o preocupado en evitar algún traspiés que permitiera reavivar la imagen alejada del centro que tanto daño le ha causado electoralmente al PP andaluz.

El candidato popular se mostró partidario de que los electores conozcan de antemano los posibles pactos posteriores. "El único que no abrirá la puerta a Podemos es el PP". Se equivoca en la teoría. Mientras Moreno se marchaba poco antes de las 11:00 a terminar de curarse el resfriado, Díaz le tomaba el relevo para aseverar que los socialistas tampoco pactarán con las huestes de Iglesias y menos con los populares.

No tuvo ayer tampoco su mejor día la candidata socialista en su comparecencia ante los periodistas en Fitur. Se la vio incómoda con las cifras. Se le perdieron unos cuantos miles de millones en los ingresos del sector turístico el año pasado y le bailó un tanto por ciento en la valoración de notable en el grado de satisfacción que los visitantes dieron a su estancia en Andalucía. La presidenta presentó esas cifras de récord del turismo de una consejería que hasta el lunes gestionó IU, algo que ni mencionó. Un periodista le inquirió si no se estaba aprovechando del trabajo de otros y Díaz le contestó con sequedad. Pero llegaron las cuestiones de las elecciones y a la candidata socialista le cambió el semblante. "Más preguntas", pedía una y otra vez. Queda mucha batalla.

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