El resto de tintero

La mano que llama a Ciudadanos

  • Concejales del PA negocian su entrada en Ciudadanos y el partido de Rivera, aunque lo valora, no quiere su incorporación en bloque.

LA mano del PA desapareció de la política andaluza en 2008, cuando salió del Parlamento andaluz para no regresar. La mano, los cinco dedos del logo con los que han llamado estos días a la puerta de Ciudadanos en un intento de mantenerse viva en política, son unas pocas alcaldías y 319 concejales, lo que no está nada mal para el partido de Albert Rivera, que se encuentra en pleno proceso de crecimiento fuera de Cataluña. Fuentes andalucistas y de Ciudadanos confirmaron a este medio que las conversaciones se han producido y que, si diesen fruto, supondría la entrada de decenas de concejales andalucistas en el nuevo partido, aunque hay un problema que, de momento, se presenta insalvable. Ciudadanos no acepta una entrada en bloque de los andalucistas y mucho menos que éstos hiciesen valer su número para copar puestos en la dirección. La respuesta ha sido que se den de baja en el PA y soliciten, uno a uno, su entrada en Ciudadanos, un partido que audita el pasado de sus nuevos militantes. El secretario general del PA, Antonio Jesús Ruiz, ha estado en estas conversaciones, pero, por ahora, no hay acuerdo, aunque después del 12 de septiembre sus cargos y concejales estarán huérfanos de siglas. El PA no desaparecerá formalmente, pero dejará de presentarse a las elecciones con estas siglas. Los responsables de Organización de Ciudadanos aún están a la espera.

Pese a estas diferencias, Ciudadanos en Andalucía no ignora que el PA aún guarda un capitalito de votos y de cuadros que le viene muy bien en su expansión. En Andalucía, el partido de Albert Rivera se ha convertido en un contrincante del espectro del PP, y este partido se ha nutrido durante muchos años de los pecios del andalucismo. El próximo presidente de Ciudadanos en Andalucía, Juan Marín (es el líder pero no está formalmente nombrado), declaraba ayer a una agencia que "aún hay margen para crecer", y es que ni el PA ni UPyD tendrá presencia en las generales. Hay serias dudas de que UPyD concurra a algunas de las circunscripciones más importantes de Andalucía, donde Ciudadanos espera obtener escaños. Málaga y Sevilla son las provincias donde los de Albert Rivera tienen más posibilidades. Jaime Miquel, un analista electoral que comenzó a trabajar en Gallup en 1980 y que previó la irrupción de Podemos, otorga seis escaños a Ciudadanos en Andalucía en su libro La perestroika de Felipe VI, un vaticinio de la gran coalición.

UPyD y el PA aún sumaron 136.000 votos en las últimas elecciones andaluzas, que ya es sumar si se considera que el partido de Rosa Díaz llegó agónico y que el PA es un zombi del parlamentarismo, un partido que gozó, sin embargo, de una amplia simpatía de los andaluces que dilapidaron unos dirigentes empeñados en cometer esos errores que sí pueden llamarse históricos.

El primero de ellos, el primer gran error, fue el de las primeras elecciones municipales, cuando en el cambalache de pactos con el PSOE y el PCE, Rojas-Marcos prefirió quedarse con la Alcaldía de Sevilla a la de Granada, donde los andalucistas sí ganaron. Eso convirtió al PA, o al PSA entonces, en un partido de la Andalucía occidental, el agravio al oriente andaluz fue demasiado fuerte: cambiar Sevilla, precisamente Sevilla.

Pero no se quedó ahí, en 1980, Rojas-Marcos pacta con el presidente Adolfo Suárez y el ministro Rodolfo Martín Villa una solución para desbloquear el referéndum del 28-F: la concesión a Andalucía de una autonomía mediante el artículo 144 de la Constitución. Los andalucistas pactando con Madrid una vía menor, discreta y muy distinta de la del País Vasco y Cataluña. El PSOE, que también tuvo sus dudas después del referéndum -hay que recordar que se perdió de acuerdo con la legalidad-, se echó encima de los andalucistas, los destrozó ante la opinión pública. La combinación de estos dos errores mató el futuro de lo que podía haber sido un duro competidor del PSOE-A.

Y es que el PA nació bien: tenía capitales, pueblos, dos escaños en el Parlamento catalán e, incluso, sobrevivió a la lucha balcánica de los pachequistas y los alejandristas. Pacheco, en las andaluzas de 1990, obtuvo diez escaños, un récord para esos años del bipartidismo que ha sido fulminado por los partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos. Antes de la explosión de las redes sociales, montar un partido de éxito costaba millones y, ni siquiera así, el éxito estaba asegurado. Que le pregunten a Miquel Roca por su frustrada operación. Al partido de Juan Marín le marcha bien esta primera andadura. El último sondeo del Egopa respalda el apoyo que prestaron sus diputados a la investidura de Susana Díaz y aún esperan crecer gracias a la presencia de Albert Rivera en las campaña de las elecciones generales.

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