"Ella ha sido realmente la heroina", subraya Antonio, el amigo al que Kika llamó el pasado domingo para intentar salvar su vida ante el desvanecimiento de su marido mientras pilotaba el ultraligero que acabó estrellándose en las inmedicaciones del aeropuerto de San Pablo en Sevilla. 24 horas después del siniestro aéreo, todos los involucrados en el auxilio de la improvisada piloto no esconden la incredulidad por lo ocurrido y por la hazaña que Kika llevó a cabo.

El desconcierto fue lo que predominó en las primeras llamadas. Así lo ratifica Fran González en declaraciones a la Cadena Ser. El controlador aéreo que ayudó  a Kika a descender el avión narra como no sabían nada tras los primeros avisos. Al tratarse de un ultraligero, no tenían constancia de él, ya que no son aviones controlados. "Cuando ella llama la primera vez, con un ataque de histeria, nadie sabe quién llama, dónde está y qué pasa, hasta que descubrimos qué ocurría", asegura González. 

La experiencia que desde la sala control vivieron confiesa que fue increíble. "Ha ocurrido lo contrario de lo que suele pasar en los accidente aéreos". Según el controlador aéreo, cuando se produce un siniestro aéreo,  hay una cadena de eslabones que se unen para que al final acabe en un accidente. Sin embargo, en este caso ha ocurrido una cadena de sucesos que ha hecho que acabe al final con vida. "Ha sido algo espectacular", reitera.

Antonio, el amigo de Kika, describe la dureza de los momentos por los que pasaron, sobre todo el principio: "Habíamos estado con ellos en el aeródromo de Trebujena y al regreso a nuestra base en Alcalá del RÍo aterrizamos todos menos el avión de José y Kika. Ya en el suelo, recibí una llamada telefónica de Kika diciendo: Antonio, ayudame. José está muerto. No sé pilotar".

Todos coinciden en que ella ha sido realmente la héroe, que durante más de una hora estuvo volando un aparato que nunca antes habia manejado. "Ha estado volando con su pareja al lado incapacitada y teniendo ella que controlar el avión en una situación muy difícil. Ha sido capaz de volarlo y bajarlo hasta las proximidad el aeropuerto en una situación muy complicada a 10.000 pies de altitud", cuenta Antonio, quien ayer prefirió "no molestarla". "Queríamos ir todos los compañeros del campo de vuelo a darle un abrazo pero estaba en observación. Sabemos que está bien porque hemos visto una fotografía suya con buen estado aparente", comenta el amigo.