Andalucía

Timo al latino

  • La ex concejal de Puerto Real Mónica González fue en 2007, posiblemente sin quererlo, escudo de un estafador que limpió los bolsillos de miles de latinoamericanos

Para cualquier latinoamericano residente en Madrid en la Navidad de 2005, cuando España era una locomotora quemando ladrillos, todo podía empezar en la boca de una estación de metro. El ecuatoriano Carlos Vargas, por ejemplo. Alguien que te entrega un papel y una oferta tentadora: "Seleccionamos trabajadores latinos para empresas españolas". En Ecuador, Colombia y Perú, antes del milagro económico de la última década -con todas las precauciones que tiene la palabra milagro-, no había muchas oportunidades y las que había, para la mayor parte de la población, eran de mera susbsistencia. Los familiares que habían venido a España enviaban dinero y hablaban del otro milagro, el español. Aquí se les acogía con los brazos abiertos para enfoscar, cuidar ancianos, adecentar casas, recoger cosechas, ponerse detrás de la barra... España es el primer mundo. Así que esa dirección, Alcalá 124, en el papelito que le han dado en el metro a Carlos Vargas, es una puerta a otra dimensión.

La puerta a otra dimensión se llama Eurowork y atiende una chica simpatiquísima, andaluza, rubia, que se presenta como Mónica. Mónica entrega un folleto e indica el apartado en el que se lee "sea consciente de que las gestiones ante las autoridades españolas pueden durar un mínimo de 45 días y un máximo de cinco meses". Y también contando el trabajo que se hace desde las delegaciones al otro lado del charco. Cuenca, en Ecuador; Medellín, en Colombia; y Trujillo, en Perú. Claro, claro, lo entiendo, qué son 45 días o cinco meses en toda una vida. Esas gestiones, informa Mónica, valen 465 euros, a depositar en una cuenta del Banco Popular.

¿Y a quién quiere traerse? Carlos Vargas se quiere traer a sus dos hermanos y a su hijo de 18 años. Todos juntos en Madrid por 1.395 euros. No es tanto, aunque no los tiene. Pero en España no hace falta tener dinero. Se le pide al banco y el banco te lo da. El banco se lo dio. Y pasan los meses, los cuatro, los cinco, los seis y los siete. Y llegamos a 2006, y pasa 2006... Y sus hermanos y su hijo, que ya tiene 20 años, siguen en Ecuador. Ya le han dicho de todo, Mónica se lo ha dicho. El Inem que no manda los papeles, la Embajada...

Carlos Vargas pide que le devuelvan el dinero, pero una noticia que le llega de Ecuador, en septiembre, le deja definitivamente helado. La Fiscalía de Migración de Cuenca ha entrado en la sucursal de Eurowork, ha detenido a su gerente, Orbe Castillo, por estafa y tráfico de inmigrantes, y le ha pedido cinco años de cárcel, que serán a los que se le condene. Y todo empieza a suceder en cascada. A Carlos le dijeron que no llegaban los papeles de Trabajo y el 9 de marzo de 2007 el Ministerio de Trabajo abre acta de infracción porque la empresa no tenía permiso para actuar como agencia de colocación, ni podía cobrar trámites a sus clientes. No los podía cobrar porque no podían hacer ningún trámite. A Carlos le hablaron de los papeles de la Embajada y las embajadas de los tres países afectados emiten un comunicado en el que afirman que "no se ha dado aval alguno a ninguna compañía privada para gestiones de intermediación para la consecución de empleos en España". ¿Qué había hecho entonces Eurowork todos estos meses para traerse a sus dos hermanos y a su hijo? Cuando Carlos va a a Alcalá 124 ya no está el cartel de Eurowork. Le han dado un teléfono para atención telefónica, ya que se entera de que Eurowork no tenía licencia en su local para atención al público. Nadie coge el teléfono. Ya no vuelve a ver a Mónica.

Carlos Vargas es uno más de los 5.000 latinoamericanos timados. 465 euros multiplicados por 5.000 -una cifra aproximada- dan una idea del montante de la estafa.

Mónica es Mónica González, abogada y experta en inmigración, según rezaba en su candidatura de Por Puerto Real Sí se Puede a las elecciones municipales. Ganaron. Fue nombrada concejal de Hacienda. Guardaba en su ordenador su argumentario de defensa por si su pasado le atrapaba. Hace unos meses es detenido el verdadero cerebro del timo, Luis Batlle, en una isla de Tailandia, donde ejercía, diez años después, de chef y maestro cervecero. Entonces todo regresa. La pesadilla regresa.

Mónica González no es ninguna desconocida para centenares de latinoamericanos que viven en Madrid. Aún se acuerdan de ella. Entre 2005 y 2007 se hizo un rostro familiar para ellos porque era la imagen de Eurowork y apareció asiduamente en el semanario Latino, una publicación que en aquellos años tenía una difusión de 80.000 ejemplares entre esta comunidad de inmigrantes en Madrid. "La voz de nuestra comunidad" era su subtítulo. Fue la investigación periodística de Latino la que destapó la estafa, aunque antes o después todo hubiera saltado. Era una estafa con las patas muy cortas. El trabajo de Latino defendiendo a su gente fue ejemplar. Mientras para la prensa española generalista el caso no pasó de unas pocas informaciones, para Latino era una cuestión de dignidad.

Durante los meses que duró la investigación periodística, la figura de Mónica González no era secundaria, sino la interlocutora de la empresa, la que a veces se zafaba, la que a veces ofrecía información que no cuadraba con otras fuentes... A falta de comunicación con Eurowork, los latinoamericanos timados seguían el desarrollo de los acontecimientos por Latino.

De este modo, se reconstruye que Eurowork nace en Honduras sobre las cenizas de otra estafa, Concord de Honduras. Es la empresa que adquiere Luis Batlle y que se dedicaba exactamente a lo mismo que se dedicaría Eurowork. La Unidad contra Redes, Inmigración Ilegal y falsedades documentales de la Policía explicaba así el funcionamiento: "Existía una infraestructura para estafar a los inmigrantes. Al haber tanta gente estafada, era presumible que denunciarían en algún momento, por lo que se buscaron una coartada, que era: hemos hecho una mala gestión y hemos caído en la quiebra. Mala suerte. Para eso lo han pensado bastante y lo han sabido preparar".

Ariel Vargas Tinoco era el hombre señalado por Batlle para abrir oficinas en Perú y en Colombia. Él desvelaba la estructura de Eurowork en una entrevista. Sitúa a Batlle arriba del todo. ¿Pero quién daba la cara? "La señorita Mónica González empieza a hablar como jefe a partir de noviembre de 2005". Más o menos, en esta respuesta está la clave. Hay todo un entramado detrás de Mónica, pero la que da la cara es ella, a la que señalan en todas las delegaciones latinoamericanas como la persona que da las órdenes es a ella. Mónica González es el parapeto de Batlle, Santiso y los amigos de Cancún. El espantapájaros. ¿Es suficiente? Lo dirán los jueces.

Hay que ponerse en la piel de Mónica González hace casi diez años. El abogado de los inmigrantes, Demóstenes Munari, que por fin ve la luz al final del túnel, admite que González pudo haber pecado de inocencia hasta extremos casi inadmisibles. Es evidente que no se lucró de esta estafa. Una joven licenciada que cree que está haciendo algo que no está haciendo.

Su trayectoria posterior, ya de regreso a Puerto Real tras la detención y aquella declaración temblorosa ante el juez Garzón, avalan que la ex concejal de Podemos y cuatro años antes integrante de las listas del PSOE no es una depredadora. Sólo por su labor como abogada voluntaria asistiendo sin cobrar nunca ni un euro a mujeres víctimas de violencia de género valdría para haber purgado sus torpezas de juventud. Pero en política uno siempre es prisionero de su pasado.

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