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bienestar social | evolución del problema de la drogodependencia en la comunidad

Cambia el consumo, continúa el problema

  • La epidemia de heroína que comenzó en los 80 copa gran parte de los recursos destinados a la atención de las toxicomanías, aunque el alcohol comienza a preocupar.

Según el barómetro del CIS de mayo de 2003, el consumo de drogas era un problema para el 9,2% de los españoles. Por aquel entonces, en Andalucía había más de 20.000 personas usuarias de la red pública de atención a las drogodependencias. Tres años después, en mayo de 2007, sólo el 4,8% de los encuestados por el CIS veían un problema nacional en el consumo de sustancias, pero en la Administración autonómica había 43.439 registrados en los programas de desintoxicación. Pasaron seis años y una crisis económica y en mayo de 2013 los números se mantenían estables, con 42.346 usuarios de esta red pública. Entonces, el barómetro del CIS pareció olvidarse de las drogas como asunto de preocupación máxima. Ninguno de los encuestados consideró el consumo de estupefacientes un problema de ámbito nacional, al igual que en la edición del pasado mes de marzo.

En Andalucía -a fecha de 3 de mayo de 2016-, hay 38.657 personas en tratamiento para superar algún tipo de adicción y el ritmo de nuevas admisiones lleva casi una década estable en torno a los 20.000 nuevos pacientes por año. Sociológicamente no queda constancia, pero el consumo de drogas sigue siendo un problema nacional y regional que ha experimentado cambios significativos en los últimos años.

"La epidemia de heroína que arrasó toda Europa en los años 80 fue muy potente en el sur. Provocó mucha muerte y enfermedad y precisamente por eso se creó una red pública asistencial". Son palabras de Fernando Arenas, coordinador de Drogodependencias de la Consejería de Igualdad y Políticas Sociales de la Junta y responsable de la nueva estrategia autonómica para luchar contra el consumo de drogas y otras adicciones.

En 2016, la atención se centra sobre todo en el consumo de alcohol, que desde 2004 es la razón que lleva a un mayor número de personas a comenzar un tratamiento de desintoxicación en la mencionada red pública. "Es lógico. Estamos en un país mediterráneo, con una disponibilidad de bebidas alcohólicas casi absoluta y, además, no existe percepción de riesgo", señala Arenas. Las cifras sustentan sus argumentos. Desde que en 2004 se sumaron 5.534 pacientes para luchar contra su adicción al alcohol, las cifras han registrado un crecimiento sostenido con un pico de 6.839 nuevos ingresos en el año 2012.

No son los números lo único que preocupa a la Administración, puesto que se ha detectado un crecimiento del consumo de alcohol en jóvenes y adolescentes. Según Arenas, entre un 6% y un 7% de los 9.305 ciudadanos en tratamiento son menores de edad. "Es verdad que en Andalucía los jóvenes empiezan a beber un poco más tarde que en el resto del país, pero es frustante", lamenta el experto en drogodependencias, que pone el punto de mira en el papel que juegan los padres para evitar adicciones tan precoces a esta sustancia legal.

Pero hay otro sector al que el nuevo plan presta especial atención: las personas en riesgo de exclusión. Aunque el propio Arenas reconoce que la incidencia de la crisis económica no ha provocado un aumento significativo en el número de tratamientos, sí hay personas que se han refugiado "en el paraíso artificial del alcohol" para evadirse de otro tipo de problemas. "Es la droga más barata y accesible", razona Arenas, que además reconoce que las asociaciones sin ánimo de lucro que se trabajan con alcohólicos sí han detectado cierto repunte.

A pesar de la alerta existente en torno al alcohol, a fecha del 8 de abril de este año, el 38% de los pacientes de la red pública andaluza de atención a las drogodependencias seguían un tratamiento por adicción a los opiáceos. Son, por lo tanto, el colectivo más numeroso, aunque llegó a alcanzar los 25.000 inscritos. Desde 2003, cuando comenzaron su desintoxicación 5.590 personas en Andalucía, los nuevos registros por dependencia a la heroína han descendido de forma paulatina hasta quedarse en los 2.985 del año pasado. Según Arenas, la mayoría de los nuevos casos se trata en realidad de recaídas. "Muy poca gente se incorpora ahora a la heroína. Es un remanente del peor momento de la epidemia, ya que el tratamiento con metadona es largo", apostilla el experto.

El descenso del consumo de opiáceos en la última década ha provocado que otras dos sustancias se hayan colocado en el segundo y tercer puesto de la clasificación de nuevas adicciones. Detrás del alcohol, con 6.440 nuevos pacientes -el 31% del total-, se situó el cannabis, con 4.530 pacientes en 2015, es decir, el 21,8% del registro.

Los tratamientos por marihuana, hachís y otras sustancias similares experimentaron un crecimiento llamativo entre 2007 y 2011, aunque gran parte de los mismos se debe a que muchas personas se inscriben en los centros antidrogas porque es una forma de evitar una sanción administrativa por consumo. "Mucha gente no se habría tratado si no fuera para evitar una multa", explica Arenas, que sin embargo se muestra preocupado porque la ley de Seguridad Ciudadana aprobada por el Gobierno de Rajoy el pasado verano sólo exime de la multa a los menores de edad que acudan al tratamiento acompañado por sus padres o tutores. "Puede convertirse en un problema", alerta el coordinador de drogodepenencias de la Junta.

El tercer colectivo más numeroso en el apartado de nuevos pacientes de la red pública corresponde con los adictos a la cocaína, que sumó 4.492 pacientes, el 21,6% del total. En términos absolutos, es la tercera sustancia que más tratamientos induce, con 7.059 personas en el registro autonómico. "En el sur, la población es más propicia al consumo de drogas de las conocidas como relajantes, al contrario que en otros puntos del país, donde son más comunes las estimulantes", detalla Arenas, que aunque recuerda la importante alarma social que se produjo por la popularización de esta sustancia en la década pasada, reconoce que su consumo se ha estabilizado en los últimos años.

Arenas también rememora la creciente preocupación por un posible auge de la ludopatía. "Hubo estudios que decían que había en Andalucía 200.000 adictos al juego patológico", apunta el experto en drogodependencias. Los números son mucho menos abultados, puesto que los pacientes que buscan abandonar esta tendencia superan por poco los 1.500 -por lo que es la quinta adicción más numerosa en cantidad de usuarios de la red pública- y raramente se superan las 700 nuevas admisiones en el sistema.

Llama la atención, por otra parte, que debido a la alta incidencia de las adicciones a las nuevas tecnologías se incorporase una nueva categoría en las estadísticas. Las llamadas adicciones sin sustancias o comportamentales distintas al juego son las relacionadas con internet y los móviles de última generación. Desde que comenzó el recuento, en 2010, se ha registrado un ligero incremento, con un ritmo de unos 150 pacientes nuevos cada año para dejar la cifra en las 227 personas que siguen en la actualidad un tratamiento para paliar este problema. Tanto en esta categoría como en el juego patológico, la administración achaca el crecimiento a los conciertos con los centros específicos.

Respecto a los hipnosedanes, aunque son sustancias de consumo más minoritario, se observa un aumento en el número de tratamientos entre 2003 y 2007 que se fue moderando hasta el pasado ejercicio, cuando se registró un descenso en el número de nuevos pacientes. El resto de drogas incluidas en las estadísticas son mucho menos comunes, aunque destacan los alucinógenos -con siete personas en tratamiento en Andalucía- y los compuestos volátiles, como las pinturas, los disolventes y otros elementos similares, que cuentan con tres tratamientos activos en el sistema público autonómico de lucha contra las drogodependencias.

Mención aparte merece el tabaco, que registra un número muy variable de nuevas adicciones desde 2003, oscilando entre las 2.141 de 2009 y las 801 de 2014. La variabilidad se debe a que esta adicción también se atiende en el Servicio Andaluz de Salud, por lo que los tratamientos que se recogen en la estadística propia de la Consejería de Igualdad y Políticas Sociales sólo incluye una parte de la población usuaria.

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