Andalucía

Grados de crueldad

  • Arranca el juicio contra Juan Márquez, el hombre que presuntamente mató a sus hijos a cuchilladas en Ubrique

¿Puede un hombre acostumbrado a matar, a matar cerdos, coger el mismo cuchillo que utiliza para la matanza, meterse de noche en la habitación de su hija dormida de 19 años con la intención de acabar con su vida y necesitar 26 cuchilladas para cumplir su objetivo? ¿Puede un hombre corpulento necesitar 14 cuchilladas para acabar con la vida de su otro hijo de 17 años, al que degüella en uno de los primeros golpes cuando el chico acude a defender a su hermana, contando con que el muchacho sufre anemia y está debilitado por la falta de alimentación? Es cierto que en los cuerpos destrozados hay multitud de signos de heridas de defensa, pero la diferencia de fuerzas es notable. Estas preguntas son las bases de la tesis que defiende la acusación particular en el juicio por el crimen cometido presuntamente por Juan Márquez en la madrugada del 6 de octubre de 2014 en Ubrique.

Vestido con chándal azul, mirando fijamente el barniz de la madera del estrado, Juan Márquez lo niega con la cabeza mientras escucha una historia terrible de boca de quienes le acusan. En ella, al parecer, él es el protagonista, él es una especie de monstruo que en la noche coge un enorme cuchillo y convierte el que había sido su hogar en una carnicería. Luego huye al monte y allí le encuentran, horas después, entre matorrales, bañado en la sangre de sus hijos.

La única duda que parece existir en el juicio que se inició ayer en la Audiencia Provincial de Cádiz es el grado de crueldad. Es decir, si existió ensañamiento en esas 40 cuchilladas. La acusación popular que representa al Ayuntamiento de Ubrique considera que hubo intención de causar un dolor añadido a las víctimas. También lo sostiene la acusación particular, que representa a la tía de los chicos y hermana de la primera mujer, ya fallecida, del acusado. El fiscal no está de acuerdo y considera que concurre la alevosía, pero no el ensañamiento.

En todo lo demás, los tres están de acuerdo. Es decir, en los motivos y en la película de los hechos. Se dirimen intenciones. Juan Márquez pudo asesinar a sus hijos porque éstos se negaban a que su nueva novia, con la que había iniciado una relación a los pocos meses de morir su esposa y madre de las víctimas, conviviera con ellos en el domicilio familiar. Esto le llevó a a una estrategia de doblegar la voluntad de sus hijos casi por inanición. Laura tuvo que abandonar sus estudios de Finanzas en Sevilla y Juan Pablo, un buen estudiante en el instituto, apenas era alimentado. Todo el dinero que ganaba, 1.200 euros al mes como guardés de una finca, iba a sostener su nueva relación sentimental: alquilar un piso y pagar el crédito de 5.100 euros para que ella se hiciera una operación de pecho. El detonante del crimen podría haber sido la citación que habría recibido el presunto asesino para acudir a los servicios sociales de Ubrique, que daban unos 400 euros a los hermanos para que se alimentaran. El hombre enfureció y, según las tesis de la acusación, quiso acabar por las bravas. "La posición de sus hijos respecto a su novia le tenía amargado", dice en su escrito la acusación popular. El acusado niega con la cabeza.

Estanislao Naranjo, abogado de la acusación particular, cuenta una historia personal. Él conocía a Laura. Había acudido a su despacho para que le ayudara en el litigio por la herencia de su madre. Su padre proponía quedarse con la casa donde vivían y ellos con dos fincas rústicas improductivas. "Tenía un caso civil entre manos y he acabado con un caso de asesinato", se lamentó. Juan Márquez negaba con la cabeza.

Tras una larguísima exposición de la acusación popular, sorprendió el más que escueto escrito de la defensa. Su lectura llevó unos pocos segundos. Negaba la mayor. Sin argumentaciones. El letrado de la defensa, José Luis Suárez, explicó al jurado que estaba allí porque no le quedaba más remedio al ser del turno de oficio y anunció que realizaría una defensa técnica. Según fueran saliendo las pruebas, él trataría de desmontarlas. También en principio sostendrá la que, aparentemente, es la inverosímil versión del acusado: que los hermanos se mataron entre ellos, aunque no parecía por sus palabras y gestos que tuviera mucha confianza en ella.

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