Andalucía

¡Vaya pollo!

  • Tras su desencuentro con Griñán y su encuentro con Chaves y Fustegueras, González Cabaña, el secretario del PSOE Cádiz, contesta que ya no está para "jugar a las casitas"

NADIE en el Partido Socialista debería bromear con la gastronomía campera. Unos chavales sevillanos se fueron un día de excursión a comer una tortilla de patatas a los pinares de Alcalá de Guadaíra; se hicieron una foto, y destronaron al rey Rodolfo Llopis, el secretario general del PSOE cuyas broncas epistolares demuestran la derivación paranoica del exilio. Eso sí que fue un giro copernicano: el congreso de Suresnes de 1974, la impronta de Felipe González y la ayuda de los socialdemócratas alemanes rejuvenecieron al viejo y casi desaparecido partido para llevarlo al poder sólo ocho años después. La foto de la tortilla, con Felipe, Guerra, Chaves, Carmen Hermosín y Luis Yáñez, entre otros, es a este partido lo que la Declaración de Independencia de Jefferson a la Constitución de los Estados Unidos. Así que cuidado con los platos.

El portavoz parlamentario socialista, el onubense Mario Jiménez, ha reducido el encuentro de Manuel Chaves, el consejero Luis Pizarro y el secretario general de Cádiz, Francisco González Cabaña, con el urbanista Manuel González Fustegueras a un simple almuerzo de campo. Un pollo con tomate, plato que definió como representante de la dieta mediterránea. Es cierto, pero sólo en parte: comer, comieron melva en tomate y garbanzos con acelgas, pero simple no fue. Lo que allí propusieron a González Fustegueras, mano derecha de Pedro Pacheco durante varios mandatos, es que fuese el candidato del PSOE a la Alcaldía de Jerez, donde ya había sido nominada la actual regidora, Pilar Sánchez.

Cuidado, porque el caso ejemplifica que el PSOE está al borde de una suerte de idiofase, que es lo que le pasa a los seres microscópicos cuando les falta alimento, en especial, glucosa. Bacterias y levaduras se enfrentan por el escaso yantar, y se declaran la guerra a base de antibióticos, abortivos y otras sustancias perversas que, bien manejadas, sin embargo, curan hasta el peor resfriado. Glucosa son votos, o la perspectiva de falta de ellos.

El secretario general del PSOE andaluz, José Antonio Griñán, sólo autorizó a González Cabaña a proponer a Fustegueras que se incorporase como independiente a la lista de Jerez, pero el secretario gaditano, alarmado por la caída de Pilar Sánchez en las encuestas, quería otro cabeza de cartel. Cabaña no iba solo. Le acompañaban Manuel Chaves, que es el presidente federal del PSOE, y Luis Pizarro, consejero de Gobernación e histórico de este partido en Andalucía. Por eso, y por otras reuniones, Cabaña declaró el viernes pasado que había "actuado con conocimiento, consentimiento y autorización de quien debería decidir, la Comisión Ejecutiva Federal". Bueno, es cierto que el federal -es decir, Madrid, calle Ferraz- se hizo cargo de la lista de Jerez, aunque la candidata ya estaba nominada por ellos, por lo que a la dirección regional -es decir, Sevilla, calle San Vicente- le "extraña", por tanto, que tuviera ese permiso.

Una hipótesis razonable que concilia las dos posiciones enfrentadas es que Griñán y la secretaria de Organización, Susana Díaz, hubiesen autorizado a incluir a Fustegueras en la lista con la intención, quizás y sólo es un quizás, de que si Pilar Sánchez, como se espera, obtuviese un mal resultado el 22 de mayo, el urbanista se convertiría en el verdadero alcaldable del PSOE, la persona que podría pactar con Pedro Pacheco para salvar la Alcaldía de Jerez. Claro, eso si el PP de María José García Pelayo no gana por mayoría absoluta.

A Mario Jiménez le asiste la razón -esto es un pollo-, pero la revuelta digestión del almuerzo, que fue en el restaurante Las Grullas, ejemplifica los riesgos del PSOE y del Gobierno andaluz. Un secretario provincial, después de evidenciarse su desencuentro con Griñán, que es el presidente de la Junta y su secretario general, lanza lo siguiente: "No estoy en edad de jugar a las casitas en política; muy al contrario, entiendo y he entendido siempre la política como un acto de valentía".

El problema no es ya de Griñán con la dirección gaditana del PSOE o de éste con los profetas del Antiguo Testamento (los de la era Chaves), que también, sino el peligro de disgregación de este partido en banderías por opciones de futuros. Griñán logró convocar un congreso extraordinario -se cumple ahora un año de ello- para acabar con la bicefalia, pero no ha creado griñanistas. Quizás él no lo haya querido. Su núcleo duro se concentra en su jefa y secretaria general de gabinete, Rosa Castillejo; el consejero de Innovación, Antonio Ávila; la de Hacienda, Carmen Martínez Aguayo, y en Susana Díaz, la que tiene la llave de San Vicente. La consejera de Presidencia, Mar Moreno, mira al futuro. Sus compañeros de gabinete aseguran que se le nota mucho. Como que chaconea. Y a Rosa Aguilar, desde Madrid, también la sitúan como sucesora. Ella sonríe y, sobre todo, dialoga, dialoga. Pero puede que una mayoría permanezca a la espera de que Griñán marque su liderazgo con más fuerza y presencia porque el horizonte electoral que se adivina es peor.

Si no idiofase, la situación andaluza presenta todos los elementos de lo que los que mucho llaman un fin de ciclo. Sí: ¡Vaya pollo!

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