Clara Peñalver. Escritora

"El mejor escenario para tratar la muerte es donde se guarda"

  • La autora sevillana presenta un misterioso caso en 'El juego de los cementerios', la última entrega que protagoniza la detective Ada Levy.

Ada Levy sigue sin encontrar el equilibrio. Y no sólo eso, sigue con esa facilidad innata para meterse en problemas. Esta detective privada, ahora recién titulada, protagoniza una serie de intrigas y misterios sin resolver que, al igual que ocurriera en Cómo matar a una ninfa le llevarán a vivir desencuentros poco agradables pero excitantes para ella. Clara Peñalver, autora de esta novela, evoluciona profesionalmente a la vez que lo hace su protagonista y propone en El juego de los cementerios (Debolsillo), la segunda aventura de Ada Levy, "una historia con tensión y sorpresas hasta el final", dice ella.

Dos años y medio ha necesitado la creadora de Sangre para visitar una centena de cementerios de toda España, desde los más grandes como el de Sevilla y Madrid hasta otros más pequeños como el de la población gallega de Cambados, hecho que le ha valido para documentarse a fondo. "Me parecía una buena excusa utilizar los cementerios como hilo conductor para una novela negra. El mejor escenario para tratar la muerte es el sitio donde ésta se guarda", comenta la escritora, quien asegura que "independientemente de los sucesos que acontecen en este lugar, los cementerios son un espacio para encontrar silencio y respeto". "No simbolizan la muerte, sino lo que fue la vida. Son lugares llenos de recuerdo", asegura.

El nuevo caso de Ada Levy empieza cuando, a raíz de un reportaje sobre necroturismo en España, la protagonista descubre que existen un número de tumbas exactamente iguales en distintos puntos del país. Poco a poco, esta detective intuitiva y con un talento innato para la investigación criminal empieza a unir piezas del rompecabezas que le harán protagonizar situaciones cada vez más truculentas. "Es posible que la curiosidad de mi protagonista en la historia le lleve demasiado lejos, pero de no ser así la trama no hubiera tenido la tensión que a mí me hubiese gustado. Ada no es una persona de moderaciones, cuando hace algo se tira directamente de cabeza. Si no llevase a este personaje al extremo no estaría contenta como escritora", afirma Peñalver.

La autora, que ahora reside en Granada, donde también transcurre una parte de El juego de los cementerios, tuvo que consultar un amplio catálogo de ensayos relacionados con la mafia y sobre pintores con problemas mentales. "Mi novela está cargada de documentación, lo que ocurre es que intento que no se note demasiado. Por ejemplo, en esta obra he recurrido a muchos textos sobre la mafia, ya que no tenía ni idea de cómo funcionaba la camorra napolitana. Además de manejar muchos escritos relacionados con este tema, me he guiado de algunas intervenciones como la de Roberto Saviano, el autor de Gomorra, a quien le oí contar en una televisión italiana la historia de los tres caballeros españoles, Osso, Mastrosso y Carcagnosso, que en el siglo XV viajaron a Italia y fundaron tres de las sociedades mafiosas más destacadas que existen: la Cosa Nostra, la 'Ndrangheta y la Camorra. Esta historia me pareció idónea para introducirla en las páginas de mi libro", explica.

El compás jazzístico de Cómo matar a una ninfa da paso a una inmersión profunda en las letras de sus canciones. Y es que la autora intentó "adaptar cada uno de los fragmentos del texto al estado emocional que aporta la melodía". "Todo lo que haga con Ada es para narrar a ritmo de jazz, excepto un fragmento en el que la protagonista viaja a Nápoles para averiguar un enigma en el que se encuentra inmerso un amigo suyo. En ese momento aparece la música napolitana para teñir de alegría el ambiente de esa ciudad", comenta.

La escritora sevillana, fiel admiradora de Vázquez Montalbán, al que considera "el maestro del género", recurre a métodos psicológicos para sacar partido a sus personajes. Ejemplo de ello es la misma Ada Levy, que sin mucho éxito tratará en la novela de encontrarse interiormente consigo misma. Además, haciendo un repaso a su estilo, en el que a su juicio prima el humor, Peñalver admite, entre risas, que"no sería capaz de escribir una novela como Raymond Chandler".

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