De libros

Un editor "amigo de sus autores"

  • Escritores del sello destacan que el empresario también poseía una visión "romántica" de su oficio.

ESTABA al mando de un grupo editorial de grandes dimensiones, de uno de los mayores proyectos del país dedicados a la literatura y a la comunicación, pero, pese a su posición, José Manuel Lara Bosch nunca perdió de vista el capital humano. Seguía con atención el trabajo de sus autores, a los que unía un sólido afecto y una complicidad que se hacían evidentes en los actos públicos. "Tú pensabas que con todo lo que publicaba no se leería tu novela, pero si lo veías te hablaba de un detalle del manuscrito", recordaba Juan Eslava Galán la víspera del último Premio Planeta, el primero que se vivía sin la presencia del editor. El jiennense, vinculado a la casa desde que conquistó el Planeta en 1987 por En busca del unicornio, cuenta que Lara Bosch solía telefonearle cuando viajaba a Sevilla, ciudad en la que residió Eslava Galán durante años. "Me llamaba y decía: 'Vamos a un sitio donde no hablen de fútbol ni de política'. E íbamos a una taberna que llevan dos sordomudos y donde ponían bacalao, que a él le encantaba".

La entrega del último Premio Planeta, en la que los integrantes del jurado del galardón rememoraron a Lara Bosch, puso de manifiesto que el hombre fallecido unos meses antes era, como defendió el actual presidente del Grupo Planeta, José Creuheras, "muy amigo de sus autores". "Como todos los grandes hombres, estaba pendiente de los pequeños detalles", opinó entonces Carmen Posadas, para quien el editor, "más allá de una persona de una inteligencia extraordinaria, era un buen hombre".

En la memoria de sus colaboradores, la figura de Lara Bosch se alzaba además como un hombre dialogante, que alentaba la convivencia de opiniones de distinto signo. "Logró tener un imperio de editoriales, pero cada una tenía su propia política; ese imperio compaginaba la editorial Crítica con el periódico La Razón, donde cada uno publica lo que quiere en cada momento. José Manuel aceptaba lo que decían los demás sobre lo que estaba ocurriendo en el mundo", argumentó Rosa Regàs sobre la amplitud de miras del editor en una rueda de prensa en la que también se habló de su "capacidad de trabajo", su carácter emprendedor y la "lección vital" y la "entereza" -términos que utilizó su hijo, José Manuel Lara García Píriz- con la que había combatido el cáncer que le diagnosticaron.

Una idea en la que inciden los autores que lo trataron es que el editor albergaba tanto el talento para los números como una vocación real por la literatura. Lara Bosch era, escribió Lorenzo Silva en este periódico cuando falleció, "lo bastante perspicaz como para convertir una gran editorial española en un grupo de comunicación con presencia global; pero a la vez tan romántico como para mantener un sello como el de la Fundación José Manuel Lara, que publica regularmente poesía y otros libros que, siendo minoritarios, y de esto puedo dar fe en primera persona, edita de forma exquisita, como los de la serie de Ciudades andaluzas en la Historia". El narrador, que ganó el Planeta en 2012 con La marca del meridiano, sostiene que el sueño de Lara habría sido terminar su trayectoria en una editorial pequeña, consagrado a publicaciones concebidas de una forma más artesanal.

Porque, en opinión de Eduardo Jordá, que también dedicó unas palabras al editor cuando falleció, "muy poca gente ha amado y respetado tanto los libros como Lara padre y Lara hijo. Y eso, recordémoslo, en un país en el que los libros han sido arrojados frecuentemente a la hoguera o sólo han servido para calzar las mesas de comedor a las que se les había roto una pata".

Mostraba lealtad con sus escritores, pero igualmente con sus orígenes. Lara Bosch nunca olvidó el sur, de donde venía su progenitor, y con ello parecía guiarse por una certeza que había heredado de su padre, "la de que conviene cuidar de las raíces para no derrumbarnos como castillos de arena", tal como declaró el director del Centro Andaluz de las Letras, Juan José Téllez, en un homenaje que dedicó al editor la Feria del Libro de Sevilla.

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