En sólo cuatro días, Apoño se ha convertido en el héroe del Zaragoza. Los tres tantos blanquillos que han supuesto las últimas dos victorias llevan su sello. Oxígeno para los de Jiménez y un cable brutal para el Málaga, puesto que sus víctimas fueron Valencia y Atlético de Madrid, dos de los opositores a plaza de Liga de Campeones. La caída en picado del cuadro maño hacía pensar que la cesión del malagueño apenas le repercutiría algo positivo deportivamente. Y no sólo le está pasando, sino que está prestando un gran servicio a la causa blanquiazul a casi 850 kilómetros de distancia.

De pronto, se ha convertido en el talismán de su equipo. "Apoño pone en pie La Romareda" o "Apoño acerca el milagro" eran algunos de los titulares de crónicas locales ayer (curiosamente, otro célebre malagueño, Carlos Cabezas, anotó la canasta del triunfo del CAI ante el Manresa sobre la bocina). Todo gracias a un zurdazo y dos goles de penalti, ambos ejecutados con sangre fría, sobre todo el logrado ante el Atlético de Madrid, obrado en el minuto 95. Tantos que valen lo mismo que el logrado en su día ante el Espanyol con la blanquiazul, hace justo ahora una vuelta.

Con la salvación ahora a seis puntos, la permanencia ya no es una quimera. En la persecución de ese sueño, Apoño seguirá siendo una figura clave para Jiménez, quien precisamente lo llamó tanto durante el mercado de invierno por conocer su gen competitivo. Será extraño que siga haciendo más tantos salvo que al colista le piten más penaltis en las nueve jornadas que quedan, si bien será un futbolista nuclear en la construcción de fútbol.

Apoño sigue al día la actualidad del Málaga y desde Zaragoza está radiante por la actual cuarta plaza. Y celebra que sus goles también estén ayudando al objetivo blanquiazul, por más que sepa que a su regreso de la cesión no vaya a disfrutar la probable clasificación entre los seis primeros.