La llegada de Kostas Vasileiadis para redondear la plantilla del Unicaja va tomando forma progresivamente, aunque aún queda un trecho importante que se podría salvar en horas en el cónclave previsto entre los distintos estamentos del club para definir la situación. El alero griego descansaba ayer en Salónica antes de incorporase de nuevo a la disciplina de la selección helena en Atenas, desde donde volará el miércoles a Sevilla, donde Grecia jugará la primera fase del Mundial en un atractivo grupo con Croacia, Argentina, Senegal, Filipinas y Puerto Rico.

Es un detalle importante el inicio del Mundial para la aceleración de las negociaciones desde las dos ópticas. Vasileiadis quiere centrarse en el juego con su futuro resuelto. Y el Unicaja, que dispone de un jugador de valor superior a la cantidad a la que ahora lo tiene a tiro, también querría cerrarlo para evitar una posible revalorización en un escaparate tan goloso como una Copa del Mundo. Vasileiadis está jugando una media de 20 minutos en los partidos de preparación a las órdenes de Fotis Katsikaris, seguramente el técnico que mejor le conoce tras haber coincidido tres años en Bilbao. De hecho, fue quien le convenció para que jugara el Mundial después de varios descartes a última hora en anteriores años.

Joan Plaza, como suele con jugadores a los que pretende incorporar a su disciplina, ya ha dialogado con Vasileiadis y la sintonía entre los dos es bastante buena. El catalán le ha confirmado que es el jugador que desea para formar parte de la plantilla, que combina bien con cualquiera de los exteriores que hay a sus órdenes y que valora su conocimiento de la ciudad, la ACB y la Euroliga. Y sus ganas por venir a Málaga. El interés es mutuo y Vasileiadis le transmitió su deseo ferviente de regresar al primer equipo en el que jugó fuera de Grecia.

El Unicaja le ha hecho una primera proposición al jugador que la temporada pasada militó en el Efes, aunque por una cantidad baja respecto a lo que esperaban los agentes del griego, cuyos asuntos los lleva Kostas Papadakis y, para España, David Carro. La fórmula que se planteaba era un contrato de dos años en el que en el segundo se paliara algo el descenso de sueldo que asumiría el jugador para encontrar acomodo aquí. Podría mantener prácticamente su caché en Estambul firmando por un equipo ruso. Sobre la mesa tiene una oferta de Nihzny Novgorod, que jugará la máxima competición continental. Pero Vasileiadis quiere regresar a España, donde ya jugó durante cinco temporadas y media. Concretamente, a Málaga.

Es una coyuntura impensable cuando se abrió el mercado, que recuerda algo a lo que ocurrió la pasada temporada con Carlos Suárez, al que se le encontró acomodo cuando la plantilla estaba oficiosamente cerrada. Y acabó siendo el jugador más empleado por Plaza el año pasado. Vasileiadis baja a la mitad su caché, pero el Unicaja le ofrece algo menos de un tercio de lo que percibía en Turquía. Queda margen para la negociación, los bonus y el año extra de contrato son detalles, no baladíes, que perfilar en las próximas horas. El Mundial está a la vuelta de la esquina y a las dos partes les interesa un acuerdo pronto. El Unicaja subiría el nivel de su juego exterior varios kilates y Vasileiadis regresaría al lugar que quiere.