Lionel Messi provocó un terremoto en Barcelona y ayer el debate se hizo imparable: ¿Tiene el argentino fecha de caducidad en el equipo azulgrana?

Su entrevista al diario argentino Olé desató un cúmulo de especulaciones con el futuro del jugador como asunto estelar. Nadie, ni siquiera los hinchas más optimistas, son capaces de garantizar que su gran ídolo cumpla el contrato que tiene firmado con el Barcelona, y mejorado en mayo, hasta 2018.

Cada frase lanzada por Messi fue ayer escrutada. Por ejemplo, cuando dijo: "Hoy por hoy vivo el presente. Pienso en hacer un gran año y ganar los títulos que queremos en el Barcelona. Y nada más. Después se verá. El fútbol da muchas vueltas".

O cuando manifestó: "No siempre se da todo lo que a uno le gusta. Más en el fútbol, que es tan cambiante y que pasan tantas cosas. Es complicado, más en los momentos que está pasando hoy el Barcelona".

Messi jugó el martes en Manchester con Argentina y llegó a Barcelona a las tres de la madrugada. A pesar del frío y lo tardío de la hora, lo esperaron varias cámaras y periodistas, que le preguntaron si deseaba matizar sus declaraciones. El argentino miró al suelo, se metió en un taxi y cerró la puerta en silencio. Para entonces, los periódicos de Barcelona se imprimían con un asunto central: el futuro de Messi.

"Inquietante", tituló Sport, mientras Mundo Deportivo aseguró que el futbolista sufre un "desgaste personal" por las críticas que está recibiendo.

Por su parte, Josep María Bartomeu, presidente del Barcelona, asistió ayer a un acto y cuando fue preguntado por las palabras del argentino eligió idéntica opción que el astro. Más silencio.

Si Messi y Bartomeu no hablaron, sí lo hizo su padre, Jorge, también su representante. "A día de hoy no hay nada de nada. El pensamiento es quedarnos aquí, pero como la gente lee entre líneas se exagera", afirmó a La Vanguardia.

Lo cierto es que las nuevas manifestaciones del astro del Barcelona no son sustancialmente diferentes a las pronunciadas en mayo, cuando dijo: "Quiero mucho a este club y si hay que gente que no me quiere, que duda de mí y prefiere que me vaya, no tengo ningún problema".

El pasado vuelve a golpear ahora en la memoria del Barcelona, cuyos hinchas recuerdan cómo salieron antiguos astros como Diego Maradona, Bernd Schuster, Michael Laudrup, Ronaldo y otros: todos por la puerta de atrás. "¡No te vayas como ellos!", suplicó ayer Sport.

Para añadir más "pimienta", apareció el ex futbolista brasileño Romario, antiguo jugador del Barcelona, para afirmar que Neymar "lo tiene todo para ser más grande que Messi".

Mientras, la prensa mundial da por seguro que el portugués Cristiano Ronaldo ganará el Balón de Oro por segundo año consecutivo, con todo el plus de prestigio y dinero que ello comporta.

Conociendo los antecedentes, es fácil suponer lo que vendrá en los próximos meses: mil rumores sobre el futuro de Messi y el probable interés de clubes como París Saint-Germain o Manchester City, que amparados en sus petrodólares podrían asumir la tarea de contratar al argentino por una cifra que rompería cualquier récord de traspaso en el deporte mundial.

De todas formas, lo más inmediato será el partido del sábado ante el Sevilla. Decenas de cámaras seguirán al argentino en busca de cualquier gesto que permita añadir más especulaciones a su felicidad, o ausencia de ella, sobre el campo.