Después de tanto debate artificial provocado desde México, Guillermo Ochoa al fin ofreció motivos para el intercambio de opiniones en la portería del Málaga. El guardameta blanquiazul fue el futbolista más destacado de Javi Gracia, junto con Camacho, sobre el césped de Riazor. Completó un total de cinco paradas, cuatro de ellas decisivas para evitar que el equipo se marchara de vuelta a la Costa del Sol con la eliminatoria más complicada.

Toché se topó varias veces con el cuerpo del mexicano. En el primero de sus remates, literalmente. Luego, bien con el pie, bien a una mano, al más puro estilo que demostró en el pasado Mundial, abortó sus intentos de gol. No pudo hacerlo en la jugada del empate, en la que se le vio uno de los defectos que le persigue, no abandonar la línea de gol. Es cierto que la jugada vino de un rechazo inesperado, pero tiene que mejorar Ochoa esa faceta. De hecho, casi le cuesta un disgusto no salir a tiempo ante Toché en la reanudación del choque.

En el campo, fue Camacho el único que demostró jerarquía en el duelo. Se impuso por alto y por bajo el maño, que demostró una vez más en su gol lo bien que domina los tiempos del salto. Debutaron Rescaldani y Portillo; el primero siendo un náufrago en ataque, el malagueño sin tiempo para demostrar nada.