Se viven días tensos e importantes en la patronal del fútbol español. La Liga de Fútbol Profesional está apretando todo lo que puede para conseguir que el nuevo marco de los derechos televisivos salga a la luz. No está habiendo reciprocidad por parte de la Federación Española de Fútbol, con la que no existe ninguna sintonía. El director general del Málaga, Vicente Casado, estuvo ayer en Madrid para defender los intereses blanquiazul en medio de la guerra en que se han convertido las relaciones entre ambas instituciones.

Conviene recordar que el actual reparto de los derechos televisivos no beneficia en absoluto al Málaga, que, como otros tantos conjuntos de la categoría, vería su panorama económico cambiar en el momento en que se auspicie el nuevo modelo que abandera la Liga y que sería implementado a través de un Real Decreto Ley, tal y como es deseo de la mayoría de clubes que integran la LFP.

La reunión de la Asamblea acabó con un comunicado que enfatizó la intención de seguir adelante con las intenciones y terminó de confirmar el divorcio con Ángel María Villar, presidente de la Federación, que en la última reunión prevista dio plantón a su homólogo de la Liga, Javier Tebas.

Aunque parece que todavía no hay motivos para pensar en una huelga, posibilidad que se había deslizado semanas atrás, sí que se hará fuerza común para que salga adelante un reparto más equitativo de los derechos televisivos. En función de los nuevos baremos que se aplicarían para determinar los ingresos de unos y otros, el equipo blanquiazul saldría bastante beneficiado, puesto que se tendrían en cuenta las clasificaciones de las últimas temporadas, en las que el Málaga acabó muy bien posicionado. Además, salvo debacle, todo apunta a que en la presente campaña al menos acabará entre los diez primeros, otro motivo para ser optimista con la propuesta de la LFP.