EL Málaga visitaba el Bernabéu y quedaba por ver si el equipo malaguista mostraba su versión de matagigantes o esa cara insulsa y gris de algunos partidos como visitante. Pronto el equipo disipaba esas dudas, liderado por un Amrabat muy activo. Tras verle las orejas al lobo, está demostrando la categoría de jugador que es. La verdad es que la mejora tan brusca de Nordin da un poco que pensar, si se debe al final del campeonato y su posible futuro o si tiene que ver con el toque de atención recibido. Sea como fuere, disfrutemos hasta final de temporada de su rendimiento.

Por su parte, Gracia demostró la capacidad que tiene de plantear estos partidos y cómo los jugadores creen en ello, algo fundamental para la ejecución de la estrategia. Si bien en el Camp Nou el Málaga estuvo muy junto y cerró todos los espacios en campo propio y basculó constantemente, en el Bernabéu el equipo tuvo dos premisas claras: presionar arriba, fundamentalmente a Modric, y tirar la línea defensiva muy arriba haciendo hincapié en colocarla al borde del área en jugadas de defensa. En ataque todo siguió igual, con contragolpes rápidos y desplegándose con muchas unidades.

Y así asfixió por momentos al Real Madrid, que vivió de las rentas de un gol dudoso a balón parado, donde el equipo blanco creó peligro. Aquí pudimos ver que en varias ocasiones el Málaga defendió estas acciones tirando el fuera de juego. Este recurso tiene grandes riesgos pero también posibles anulaciones de ataque. Como rutina es peligroso hacerlo, ya que si un equipo conoce este arte puede que sus jugadores arranquen desde más atrás pudiendo quedarse solo ante el portero. Es una buena alternativa defensiva y, sobre todo, si se ejecuta con coordinación, como pasó el sábado.

También el Málaga se siente cada vez más cómodo en el arte del balón parado ofensivo. Gracia saca a la palestra jugadas sencillas pero efectivas, como ha demostrado en las últimas jornadas principalmente.

Sólo James fue el jugador que deshacía todos los planes previstos, se movía en diferentes zonas del campo y desequilibraba a un Málaga muy bien organizado.

Me gustaría destacar a los laterales malaguistas, que dieron una gran profundidad al equipo y donde Rosales además puso un par de centros vitales en el tramo final del encuentro. Uno de ellos lo cazó Juanmi para hacer su octavo tanto de la temporada. Justo el día que volvía ejercer como punta. El coíno no se mueve como un 9, aunque tiene el instinto goleador por naturaleza, cuestión que le hace un jugador vital y peligroso independientemente de donde arranque la jugada.

El Málaga vivió el final del partido tan valiente en campo contrario como largo en sus líneas de juego. Entonces fue cuando el Real Madrid mostró su capacidad de juego vertical para sentenciar.

Tras el pitido final, hay quien justifica la derrota mirando el arbitraje. Prefiero que se queden con la sensación de que el equipo se llevó su casillero de puntos vacío pero con la confianza plena en la capacidad para afrontar la recta final del campeonato con garantías de luchar por el sueño europeo.