Camacho no tenía necesidad de dejar el currículo en el Calderón. Lo conocen bien, aunque en el momento en que necesitaba que apostaran por él no llegara ese empujón. Ahora que permanentemente se exhibe con el Málaga, seguro que nadie se sorprendió de que fuera el pilar que tuvo al equipo sin resquebrajarse ante un rival que suele acabar con sus adversarios a base de erosión. El maño resistió en la medular por lo civil y por lo criminal. Porque Giménez le pegó en los tobillos y en la entrepierna y se marchó del campo de una pieza.

No fue un Málaga de individuales, sino coral. Cuando eso ocurre, raro es que el centrocampista no sea el timonel del equipo. Fue un partido incómodo para los Gabi, Koke y Saúl porque así se lo hizo Camacho. A su lado estuvo un Recio que respondió a la altura del envite (con él siempre hay dudas). Se fajó como pudo atrás y trató de descolgarse en el ataque. Además, fue ese futbolista solvente en la ejecución de las acción a balón parado.

Esta vez a Juanpi y Chory Castro les tocó ser suplentes. Salieron luego para intentar dinamitar el ataque. El venezolano dispuso de un tiro afilado que rozó el poste izquierdo de Oblak; al charrúa le costó ser el puñal que habitúa por la cantidad de ayudas defensivas de los colchoneros. Charles y Pablo Fornals aportaron mucha pelea.