La pelota de papel

Sampaoli pierde el dejo

  • El sevillista es más sagaz que orgulloso y adapta con éxito su revolucionario manual a las exigencias europeas. El despliegue de N'Zonzi, clave para que la vocación ofensiva persista.

Desde su remodelación interior, el Sánchez-Pizjuán es una hoguera roja de la que casi todos salen carbonizados. Ya la pasada Liga el Sevilla se mantuvo en pie por su fiabilidad casera. Está en la misma línea: 15 puntos de 15.

Llegaba el Atlético engallado. Y el equipo de Sampaoli le mantuvo la mirada en la primera parte para agarrarlo de las solapas tras el intermedio y no soltarlo hasta hacerle doblar las rodillas. Tremendo alarde que invita a escrutar qué hay de novedoso, de inaudito, en este proyecto que pergeña este menudo argentino que jamás había entrenado en Europa.

Y revolucionario, lo que se dice revolucionario en el mejor sentido de la palabra, también en el peor, fue lo que el ex seleccionador de Chile propuso en su estreno, aquella noche agosteña ante el Espanyol. Dispuso un equipo de otra época. Propio de cuando un joven Matías Prats narraba los partidos en un foso a ras de hierba, ante abigarradas gradas repletas de sombreros. Tres defensas con un lateral ofensivo, como Mariano, dentro de ese trío. Un solo medio defensivo que ni siquiera es un pivote especialista en anclarse, como N'Zonzi. Dos extremos para todo el carril, Sarabia y Vitolo. Por dentro, para respaldar a N'Zonzi, dos mediapuntas con clara vocación a ganar metros y recibir de espaldas, Kiyotake y Franco Vázquez. Y arriba, dos puntas, Ben Yedder y Vietto. Ni Miguel Muñoz arriesgó tanto cuando el 12-1 a Malta.

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El Espanyol se encontró con pasillos expeditos hasta Sergio Rico casi sin quererlo. Pero tal fue el arsenal sevillista que salió airoso de ese intercambio de llegadas y goles: 6-4. En su primera salida, a Villarreal, Sampaoli ya empezó a mudarle la piel a su equipo. Captó la onda como sagaz argentino. Y aunque mantuvo las claves de su discurso de tintes menottistas (las formas, el gusto, la estética, el toque, la posesión...), ha ido retocando su mecano de acuerdo a las exigencias de este fútbol, tan distante y distinto del sudamericano. Fuera de casa dio dos pasos atrás, no uno, y apenas remató en Villarreal, Éibar o Bilbao. En casa ha concedido mucho menos que ante el Espanyol y, aunque también llega menos, con altibajos ha ido encontrando el equilibrio con una pieza maestra como clave: N'Zonzi. Sampaoli lo ha visto indiscutible desde el primer minuto. Y le ve tal capacidad de despliegue para ser el sostén que no le ha puesto medio defensivo a su lado. Ni Kranevitter, ni Iborra. Así mantiene una pieza ofensiva más, aunque ya juegue con dos laterales de verdad y con tres centrales de verdad. El francés es el eje. La clave.

Y el primer partido redondo del Sevilla ha llegado, miren por dónde, siendo Sampaoli más bilardista que el más bilardista de la Liga, Diego Pablo Simeone. La piel del Sevilla se endurece. Cambia como ahora está mutando la piel de ese estadio que es una hoguera roja para los visitantes.

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