Jorge Bucay. Médico psicoterapeuta

"Como soy muy mal argentino, me gusta más Sabina que Serrat"

  • Este médico psicoterapeuta, malagueño adoptivo, pasó por Sevilla con su último libro, 'Rumbo a una vida mejor'.

Malagueño adoptivo con casa en Nerja, Jorge Bucay (Buenos Aires, 1949) pasó por Sevilla con su último libro, Rumbo a una vida mejor (RBA). Este médico se especializó como psicoterapeuta y psicodramatista. Autor de los cinco libros que forman Hojas de ruta, otros tantos caminos de la autodependencia, del encuentro, de las lágrimas, de la felicidad y de la espiritualidad. De niño, vendía calcetines en la estación de tren para comprar revistas usadas de Batman y Spiderman. Nieto de árabes y judíos, armonía de emigraciones, actuó en hospitales y geriátricos con Los Trotamundos de Floresta.

-En este hotel (Doña María) se alojó Borges...

-Lo conocí personalmente. Daba clases en la universidad y yo era un niñato. Yo no pertenecía a la intelectualidad. Más que sus libros, de Borges me fascinaba su sentido del humor. Decía que qué gente más extraña debía ser la que leía sus libros.

-¿Cómo es la gente que lee los libros de Bucay?

-Hay mucha gente que hace estas mismas cosas y no le va igual. Lo que sí puedo decir es que escribo con el corazón sobre cosas que interesan a la mayoría de la gente. No conozco la fórmula del best-seller. Además, si escribo no es por mí. Es por mi mamá. Tuvo que dejar el colegio, salió a la calle a vender pastelitos para alimentar a la familia. Ella sabía las letras, pero no sabía leer. Yo empecé a escribir en periódicos del barrio y le leía lo que escribía. Un día me dijo que no entendía algo. Al explicárselo, me dijo que por qué no se lo explicaba a todo el mundo. Y pensé que si lo podía entender mi mamá lo podía entender Einstein, pero no al revés.

-Propone en su último libro que nos imaginemos un día de nuestra vida filmados por alguien. ¿Qué director elegiría?

-A Ken Russell.

-En una de sus fábulas, el rey descubre que el hombre más feliz del mundo no tiene camisa. ¿Un guiño a los descamisados?

-No tiene nada que ver con Evita Perón. Ella venía de la clase trabajadora y cargó las tintas contra la oligarquía argentina, que inventó el término de tirar manteca al techo, que en Argentina significa tener mucho dinero, derrochar. La tiraban literalmente al techo cuando iban a París.

-¿Tenía sentido vivir en un campo de concentración?

-Viktor Frankl es un psiquatra vienés, igual que Freud; en Centroeuropa había una predisposición para tratar a los pacientes como poseídos y entenderlos como enfermos. 

-¿La adversidad es la mejor universidad?

-No es ésa la lección de Frankl. Él desmuestra que en los campos de concentración tenían muchas más posibilidades de supervivencia los que en esas condiciones tan dramáticas tenían un propósito, le encontraban un sentido a la vida de cada día. Los que atendían a los enfermos, cavaban las fosas, estaban en la sastrería o tocaban la música para los nazis.

-¿Vivir para sobrevivir?

-George Burns era un cómico norteamericano que con 95 años seguía tocando el clarinete, como Woody Allen. Con 98 años le preguntan que cuándo se iba a morir. Dijo que al menos le quedaban dos años de vida, porque había firmado un contrato para tocar la noche que cumpliera cien años y nunca había incumplido un contrato.

-¿Por qué escribe Dios entre interrogantes?

-Por respeto a los que creen en Dios. La gente se imagina a Dios como un señor muy serio. Un amigo sacerdote está convencido de todo lo contrario.

-¿Y el papa Francisco?

-Ese tipo es un santo, un genio. Lo he visto tres veces en mi vida. Dos cerca del arzobispado de Buenos Aires, otra en el metro. Renunciaba al coche oficial y lo veías en el metro leyendo el diario con sus famosos mocasines negros. Iba a las cárceles, le lavaba los pies a los pobres y va a llevar a la iglesia a un sitio al que nunca soñó llegar. Oí en mi casa su primera homilía en la Capilla Sixtina. Dijo que el mundo es movimiento, y eso para el cristiano significa tres cosas: avanzar, cambiar y creer. Dijo en minutos lo que los terapeutas hemos tardado treinta años en enunciar. 

-Argentina perdió el Mundial, pero Quino ha ganado el Príncipe de Asturias...

-Yo compraba el diario Clarín para leer a Mafalda.

-Dice en su libro que "envejecemos cuando dejamos de aprender". ¿España aprende poco con el envejecimiento de su población, el segundo más acusado en el mundo? 

-Los países envejecen porque follan poco. La gente no se casa, no tienen hijos, la institución familiar atraviesa una profunda crisis.

-¿Un pesimista es un optimista bien informado?

-Es todo lo contrario. Un pesimista está muy mal informado. Un setenta por ciento de las profecías agoréricas de los pesimistas no se cumplen. Es más realista ser optimista. Pero si tú dices que el hombre se supera a sí mismo y vienen tiempos de bonanza, eso no vende. Afirmas todo lo contrario y dicen: este hombre sabe mucho. A la gente le parece más inteligente el pesimista. 

-¿Es futbolero como buen argentino?

-Soy muy mal argentino. No bebo vino, no me gusta el fútbol, me hace mal el mate. Me encanta pero me hace mucho daño en las tripas. No sé bailar el tango como debiera, creo que Julio Sosa canta mejor que Gardel, me gusta más Piazzola que Troylo.

-Cita mucho a Tagore. ¿Sabía que lo tradujo Zenobia Camprubí, la mujer de Juan Ramón Jiménez?

-Platero era lectura obligada en el colegio. Si me pregunta por escritores españoles, mis favoritos son Fernando Savater y Julián Marías. Uno podía estar ideológicamente en la acera de enfrente y si seguía escuchando a Marías te terminaba convenciendo.

-¿Viene de los barcos, como decía Carlos Fuentes de los argentinos?

-Bucay es un apellido árabe y Misrahi, el apellido materno, que allí no se usa, es sefardí. La emigración árabe y la judía son muy amigas en Argentina, van a las mismas fiestas, a las mismas comidas, los hijos se casaban entre sí. Cuando el atentado a la sede israelí en Buenos Aires, los primeros que salieron a ayudar fueron los de la comunidad árabe. Mis dos abuelos fueron compañeros de escuela en Damasco.

-Como mal argentino, ¿no le gustan Serrat y Sabina?

-Como soy muy mal argentino, me gusta más Sabina que Serrat. Con Sabina compartí hace tres años la firma de libros en la fiesta de Sant Jordi en Barcelona. Un tipo muy lúcido, muy rápido.

-¿Dónde tiene su diván?

-Desde hace diez años tengo la nacionalidad española y mi casa está en Nerja, pero ahora por dos años estoy trabajando en Durango, México. En un proyecto educativo con muchachos buenos que están en lugares malos; que han crecido en el mundo del narcotráfico, entre consumidores y vendedores. Ayudo a personas perdidas a encontrar su camino.

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