España

2014: de conmoción en conmoción

  • Nueva etapa. El año que está a punto de terminar pasará a la historia por la abdicación del rey Juan Carlos I y la proclamación de Felipe VI, el auge de Podemos y el desafío soberanista.

EL año 2014 pasará a la historia. Es el año de la abdicación del rey Juan Carlos y la proclamación de Felipe VI, el año en el que se celebra una consulta independentista en Cataluña -ilegal, pero consulta-, año en el que Alfredo Pérez Rubalcaba anuncia que deja la Secretaría General del PSOE y precipita el relevo a través de un proceso de primarias y la convocatoria de un congreso, y el año en el que irrumpe en el escenario político una fuerza antisistema que tiene la voluntad firme de hacerse con el Gobierno, Podemos. Pocos años ha habido en los que se hayan vivido momentos que provocaran mayor conmoción.

Podría añadirse otro hecho que, sin repercusiones políticas, sí tocó la fibra más sensible de los españoles: la muerte del primer presidente de la democracia, Adolfo Suárez, tras años alejado de la vida pública por una grave enfermedad de tipo degenerativo. Suárez, que no solo tuvo luces en sus mandatos, consiguió sin embargo que las sombras no se recordaran. Se le dieron honores de Estado y por la capilla ardiente instalada en el Congreso de los Diputados pasaron docenas de miles de ciudadanos que deseaban expresar así su reconocimiento y respeto al difícil trabajo que realizó, codo a codo con el rey Juan Carlos, para poner en marcha la Transición, tarea para la que contaron con los políticos españoles que dirigían entonces los distintos partidos.

El lunes 2 de junio, La Moncloa anunciaba una comparecencia del presidente de Gobierno para hacer un importante anuncio. La reacción en los despachos oficiales y en los medios de comunicación fue coincidente: Rajoy iba a realizar una remodelación profunda del Gobierno, tras los malos resultados conseguidos en las elecciones europeas celebradas días antes, para dar un impulso al PP cuando faltaba año y medio para las elecciones generales. Sin embargo, no era esa la noticia, sino el anuncio de que el rey Juan Carlos había tomado la decisión de abdicar.

Nadie lo esperaba, solo estaban en el secreto el presidente, la vicepresidenta del Gobierno, el líder de la oposición -Rubalcaba- al que había llamado el propio Rey, y media docena más de personas, entre ellas Felipe González, a quien también había telefoneado don Juan Carlos. Aparte del príncipe Felipe -que se lo comunicó a doña Letizia-, y la reina Sofía. Aunque don Juan Carlos había tomado la decisión a principios de año, esperó a la celebración de las elecciones europeas para no interferir en el proceso.

El relevo se hizo de forma casi inmediata, apenas en una semana de plazo, con el decreto de abdicación preparado previamente por la Vicepresidencia del Gobierno y el Jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno. Desde el primer momento don Juan Carlos decidió que a partir del anuncio era don Felipe el que debía centrar todo el interés. No asistió a su proclamación y tampoco a la recepción oficial celebrada a continuación en el Palacio Real, aunque sí a la reunión familiar que tuvo lugar una hora antes en el propio Palacio.

Don Felipe y don Juan Carlos se hicieron con sus nuevas situaciones en muy corto espacio de tiempo. Felipe VI asumió sus responsabilidades compaginando perfectamente la continuidad en la Corona con un nuevo estilo, más cercanía a la calle, un lenguaje más directo y sin ocultar su preocupación por los asuntos que más inquietaban a la sociedad española, entre ellos el proceso independentista catalán. Tanto Felipe VI como la reina Letizia presentaron una nueva imagen de la Monarquía que gustó a los españoles, y todos los sondeos coincidían en que su imagen crecía a medida que transcurrían los meses. Aparentemente el debate monarquía-república quedaba aparcado de la agenda de los grupos más radicales.

Grupos que se concentraron en torno a Pablo Iglesias y Podemos, con un resultado imprevisto, y espectacular, en las elecciones europeas, con cinco escaños en el Parlamento Europeo, entre ellos el del propio Iglesias. Sus denuncias de lo que llaman "casta política" y la estrategia de proponer y decir lo que un alto porcentaje de españoles desea escuchar, les ha hecho subir como la espuma pero, al contrario de lo ocurrido con el Rey Felipe, con el tiempo han salido también las miserias: egolatría desbordante de Iglesias, proyecto económico inviable, nepotismo, eliminación de quienes difieren dentro del partido, comportamientos éticos reprobables en algunos de sus dirigentes a los que sin embargo se les mantiene el respaldo, y decisión de no participar más que en algunas ciudades y comunidades autonómicas en las elecciones de mayo, lo que ha provocado profunda decepción en la militancia. Por otra parte el apoyo a los regímenes de Venezuela y Cuba les han restado también muchos puntos, aunque algunos sondeos les han llegado a dar como ganadores de las elecciones generales.

El relevo en el PSOE ha dado empuje al partido, con la elección de un diputado joven, Pedro Sánchez, que ha ilusionado a un partido en decadencia. Sin embargo, algunas de sus iniciativas y propuestas han demostrado que en ocasiones se deja llevar por impulsos en lugar de meditar previamente las consecuencias de esas iniciativas y además aparece una tendencia a escorarse excesivamente hacia la izquierda, temeroso quizá de que Podemos le reste votos y trate de captar a quienes consideran que el PSOE defendía excesivamente propuestas centristas.

Sánchez llega a fin de año con apenas cinco meses de recorrido, cierto descontento interno y el rumor de que si no consigue buenos resultados en las autonómicas y municipales un sector del partido tratará de que sea la andaluza Susana Díaz quien presente su candidatura a las generales. Díaz se deja querer, pero aún no ha hecho ningún gesto que indique que está en esa línea.

Cataluña es sin duda el problema que más inquieta a los políticos y a la mayoría de los ciudadanos. Rajoy ha respondido al desafío de Artur Mas sin moverse ni un milímetro del camino marcado, pero en su partido, y fuera de su partido, queda la sensación de que no ha cumplido su promesa de que no se celebraría el referéndum independentista. No se ha celebrado de forma legal, pero la consulta se parecía a un referéndum. Aunque el resultado no ha sido el que esperaba Mas: el porcentaje de votantes a favor de la independencia no llegó al 25% del censo total, aunque el presidente de la Generalitat lo presentó como un triunfo.

La prueba de que el resultado no fue el deseado es la crisis que se vive entre Mas y Junqueras, el desafecto de la militancia de ERC hacia Artur Mas, y las incógnitas sobre el futuro de Cataluña.

Se han producido muchas más noticias este año. Por desgracia no ha cesado el goteo de casos de corrupción, Jordi Pujol y su familia se encuentran contra las cuerdas, los jueces estrella siguen sin cerrar los casos más relevantes, justo cuando finalizaba el año dimitía el Fiscal General por sus discrepancias con el gobierno, la ministra Ana Mato ha tenido que dimitir por el caso Gürtel, sube Ciudadanos y se desangra UPyD, mejoran las cifras económicas que permiten decir a Rajoy que "lo peor ha pasado"…. Pero lo que verdaderamente ha marcado el 2014 ha sido el relevo en la Jefatura del Estado: después de casi 39 años de Juan Carlos I, se iniciaba le era de Felipe VI.

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