Málaga

¿Quién necesita un Guggenheim?

  • Que el PP quiera hacer de La Aduana un Museo del Prado en pequeño no es nuevo l Ya el alcalde dijo que quería un 'museo de museos' para la manzana del Astoria l Ahora, el 75% de los habitantes de Helsinki han dicho a su alcalde que no quieren un Guggenheim l Pobres: prefieren bibliotecas

AYER leí con verdadero asombro una noticia de la agencia Efe que contaba lo siguiente: una encuesta encargada y publicada por el diario de Helsinki Helsingin Sanomat revelaba que el 75% de los habitantes de la capital finlandesa se oponían a la construcción de un Museo Guggenheim en la ciudad, un proyecto largamente acariciado por el alcalde, Jussi Pajunen, que contempla la construcción de un gran espacio expositivo con una superficie de 12.000 metros cuadrados en pleno centro urbano. El equipamiento costaría a Helsinki unos 140 millones de euros, de los cuales 22 millones irían a las arcas de la Fundación Solomon R. Guggenheim en concepto de licencia por el uso de la marca. Lo que más me llamó la atención fue que la encuesta recababa también opiniones de los ciudadanos sobre posibles alternativas en materia cultural a las que preferirían dirigir semejante gasto. Y resulta que el 84% de los encuestados apuntaban propuestas muy serias como la construcción de una gran biblioteca municipal. Tremendo. El norte de Europa, maldita sea, nos sigue llevando ventaja. Uno puede consolarse pensando que Finlandia tiene una de las tasas de suicidio más altas de Europa (el escritor Arto Paasilinna ironizó sobre el asunto en su genial novela Delicioso suicidio en grupo), que sus contribuyentes pagan impuestos que superarían con mucho cualquier asomo de copago catalán, que si uno va en coche por Helsinki y mantiene el vehículo detenido y con el motor en marcha durante más de un minuto le cae una multa por perjudicar al medio ambiente y que los electores finlandeses tontean demasiado con la extrema derecha. Pero no hay remedio: la nostalgia nórdica hace mella a poco que uno se asome al fabuloso país de los museos llamado Málaga.

Mientras los civilizados vikingos decían "no" a todo un Guggenheim, el candidato del PP a la presidencia de la Junta de Andalucía, Javier Arenas, prometía un Museo del Prado para Málaga. O, más exactamente, convertir La Aduana en una subsede del Prado, lo que viene a ser lo mismo. Todo pasa, y aquí su servidor lo ha escrito antes en otra parte, en sacar el Museo Arqueológico y llevarlo al Convento de la Trinidad de la manera más limpia. Pero que la reclamación del uso museístico de La Aduana suscitara una de las manifestaciones populares más importantes de la historia de la ciudad no significa que todo vale. ¿Es un Prado lo que necesita Málaga, sólo porque lleve ese nombre? ¿No sería más provechoso subrayar la singularidad de su Museo, que la tiene, en lugar de promocionar su dependencia respecto a la pinacoteca nacional? Pero, ¿qué opciones se le dan al malagueño para manifestarse sobre el asunto? Pocas. Ninguna. ¿Qué harían los malagueños con el Convento de la Trinidad? ¿Un Parque de los Cuentos, una sede del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico? Nadie les ha preguntado. Y sin embargo, ¿quién paga la restauración que ya está haciendo del edificio? ¿La administración? No. La administración decide. Quien paga es el ciudadano con sus impuestos. Y aquí está el quid.

También el alcalde de Málaga quiso un "museo de museos" para la manzana del cine Astoria en la Plaza de la Merced. Y llegó a referirse explícitamente a un Guggenheim. Después, la grave situación económica echó un jarro de agua fría a sus aspiraciones. Pero, ¿en algún momento se le ocurrió preguntar a los ciudadanos qué opinaban? ¿Tal vez no preferirían que hubiera bibliotecas municipales en todos los barrios, convenientemente dotadas? ¿Es que todo tiene que pasar por atraer turistas? ¿No tiene Málaga derecho a disfrutar de un buen club de jazz, convenientemente aislado y distinguido, sin miedo a las quejas por ruidos? ¿No sería la vertebración del Soho, donde precisamente se ha abierto hace poco un club de jazz (suerte a sus impulsores), una medida mucho más beneficiosa para no pocos residentes del centro? ¿Por qué nos vienen con tanto museo mientras el viejo Colegio de San Agustín sigue cerrado a cal y canto, sin que se sepa nada de la Biblioteca Provincial? ¿Y qué les quedará a los vecinos de la Avenida Europa cuando finalmente se produzca el traslado? ¿No son los contribuyentes quienes ponen el dinero? ¿Por qué no se les consulta? En los teatros de la Junta de Andalucía (entre ellos el Cánovas malagueño) ya se suministra a los espectadores que compran su entrada una nota en la que se les informa de lo que habría costado su localidad sin la inversión pública. ¿Y no preferirían quienes hacen posible la misma inversión que su dinero fuera a otra parte? Pero no pasa nada. Si quieren un Prado, tendrán un Prado. Todo sea menos la madurez de l respetable.

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