Entrevista a Chema Lumbreras. Artista

"Los museos hay que hacerlos aquí y ahora y con obras de gente viva, es más barato"

  • Creador atípico, ultima una exposición en Casa Fuerte Bezmiliana fiel a una visión crítica, "que está en la naturaleza del artista", opina

Pocos artistas en Málaga pueden presumir de poseer una iconografía propia. Él no lo hace, aunque podría. Chema Lumbreras (Málaga, 1957) prefiere que su palabra pase a un segundo plano, dejar hablar a su obra y continuar, mientras, burlándose de las contradicciones "del mundo contemporáneo". Sus "divertimentos" antropomórficos, esas figuras mitad hombre mitad animal con las que entender el mundo describen a un creador cultivado en todas las artes a su alcance, que maneja con virtuosismo la técnica y el espacio y que prefiere "pensar mucho" antes de dar forma a una idea. Y su verbo discurre en el mismo sentido. Reservado y agradable en el trato llega a la entrevista con una advertencia por delante: "No sé si soy lo suficientemente interesante".

-Después de más de 20 años impartiendo clases de dibujo a alumnos de Secundaria, ¿se atreve a darles algún consejo sobre su profesión?

--Yo recuerdo que de pequeño me encantaban las estampas de Velázquez y cuando de mayor he ido a un museo a ver su obra he dicho "esto es otra cosa". Ahí es cuando aprendes lo que es el arte y la pintura, porque has tenido una educación previa. Pero eso lleva tiempo, de la noche a la mañana no puedes llevarles al museo. Hoy el mundo de los jóvenes es otro.

-¿Y cómo les explica lo que es arte contemporáneo y lo que no?

-Cuando yo les digo en el instituto que vamos a hablar de arte moderno, de Duchamp por ejemplo y de su obra El Urinario, se echan las manos a la cabeza y piensan que es una tomadura de pelo. Igual que se decía de Miró: "Esto lo puede hacer un niño". Yo siempre les digo aunque no sea muy práctica la respuesta: "Imagínate lo que ha tenido que hacer el artista para que, esto que tú dices que es muy fácil de hacer, aparezca en todos los museos del mundo, en todos los libros de Historia del Arte y para que muchísima gente diga que es maravilloso".

-¿Y cómo les convence de que ser artista merece la pena?

-Yo, viendo lo que he visto, creo que un artista joven si quiere entrar en el mercado tiene que poner toda la leña en el asador y, aunque sea algo demencial, marcharse fuera de España.

-Aquí no hay nada que hacer...

-Ya no se vende nada. Yo en la última exposición en la galería Alfredo Viñas el pasado año vendí diez ó 12 acuarelas, hace unos años hubiera vendido el doble o triple creo, y en las épocas buenas lo he vendido todo. Pero es natural, el arte no es un artículo de primera necesidad y en España no está tan arraigado como en Alemania, donde a la gente le gusta el arte y siente la necesidad de comprar.

-¿De qué forma se puede ayudar entonces al arte emergente?

-Lo que se ha hecho durante muchos años es que los artistas jóvenes se presentaban a certámenes y ahí se iban dando a conocer, luego la galería pescaba de ahí, y escogía lo que le parecía mejor. Pero esas ayudas que se daban se habrán acabado y ahora tendrán que montar colectivos e intentar funcionar de otra forma.

-¿Cómo lo hizo el Colectivo Palmo en los años 80?

-Palmo tuvo un apoyo institucional fuerte, fue la época de la Transición y empezaban las cosas a funcionar medianamente.

-¿Tendría sentido hoy?

-Por supuesto que tendría sentido pero tendría que hacerlo la gente joven. Lo que hacía Palmo era apadrinar y ayudar a la gente que empezaba, porque en los 80 y 90 no había apenas ayudas. Yo estudié Bellas Artes en Madrid y si quería viajar lo tenía que hacer por mi cuenta, no existía Erasmus ni apoyos de ningún tipo.

-¿Existe corporativismo en su profesión?

-No porque Málaga es una ciudad muy individualista. Y eso nos ha perjudicado. En mi época no era así. En Sevilla, por ejemplo existía el Grupo Sevillano donde permanecieron unidos artistas desde muy joven y les fue mucho mejor.

Ahora cada uno parece que va a la suyo, no hay una puesta en común sobre el tipo de arte que vamos a hacer o sobre lo más interesante que se podría hacer .

-En 2009 en el centro de Málaga se colocaron dos instalaciones suyas por encargo de Oyarzábal como parte de la decoración urbana, ¿le gustó la experiencia?

-Yo no lo volvería a hacer. Es complicado un trabajo público de ese tipo. Me supone una serie de problemas tan grandes que no está pagado con nada. Todos opinan, tienes que ceder en muchas cosas y además al final el dinero se lo lleva todo el mundo menos tú. El encargo es algo puramente alimenticio. Aunque también es una opción personal respetable.

-¿Un artista tiene que ser crítico?

-Sí, está en la propia naturaleza del artista, si un artista no es crítico no es artista. El arte inevitablemente, como todo, es político, aunque se piense que no siempre es así. Luego hay gente que se dedica más a un arte más combativo y otra a que se va más por las ramas.

-¿Pintar una marina puede tener un trasfondo político?

-Pues también, porque el artista sabe que su mercado está en una serie de gente burguesa, aunque pintar una marina sea algo tan respetable como cualquier otra temática.

-Propuestas culturales como el Mercado de las Artes que se quiere hacer en El Ejido, ¿valdrían para reanimar el panorama artístico de la ciudad?

-Lo alternativo tiene también su brillo y su gancho. Evidentemente si la propuesta funciona y va bien el sistema la va a fagocitar.

-¿Conviene más entonces estar dentro del sistema?

-Ese es un debate que ha existido siempre. Cuando era más joven sí pensaba que era mejor estar fuera del sistema, pero luego te metes en su juego y el propio sistema, cuando ya no le interesas se encarga de mandarte fuera. Yo ahora prefiero trabajar dentro del sistema que es desde donde puedo cambiar las cosas. La gente que se sale de ahí al final, desgraciadamente, desaparece, aunque no debería ser así.

-¿Qué opinión le merece la creación de una subsede del Prado en La Aduana?

-Es algo muy electoralista. Además yo creo que los museos hay que hacerlos aquí y ahora y con la gente que aún está viva. Sería muchísimo más barato. Lo contrario me parece un disparate. Es el mismo concepto del Thyssen: pagar una millonada por una serie de obras espléndidas. Creo más en conservar lo que ya hay. Hubiera sido mucho más interesante poner en órbita los cuadros del Bellas Artes , antes que crear el museo Thyssen, solo por tener la marca y tener un gancho popular.

-¿Se abusa de la marca Thyssen como puede haber pasado con la marca Picasso?

-Llegó un momento en el que hasta había una constructora que llevaba el nombre de Picasso. Aunque luego la gente no sepa quién es realmente el artista. Y la gente que va realmente al Museo Picasso es a la que le gusta realmente el arte, que es poca, y los turistas. No sé muy bien cuál el concepto que tiene de Picasso la gente de a pie, y cuando va a ver su obra sale huyendo y ya no vuelve más (risas). Está claro.

-No le gusta Picasso...

-Sí me gusta, pero entiendo que no es una artista fácil. Durante mis clases en el instituto cuando veo que alguno hace una barbaridad con el dibujo me responde: "Es que es picassiano". Para ellos es muy difícil entenderlo. Pero está claro que Picasso revolucionó el arte, sin él no sería lo que es hoy. Te guste más o menos, supo coger el timón de por donde iba a ir el arte.

-El Museo de Málaga, el futuro del Convento de la Trinidad, el Auditorio de la Música... ¿cree que Málaga eterniza sus proyectos?

-Me parecería mucho más práctico reunirse más con la gente que entiende de esto, artistas e historiadores de arte y dejarse de historias de marca de museos que no se sabe muy bien a quien pueden interesar, como el museo de las gemas. Lo que hay que hacer es, aunque pequemos de muy humildes crear una dinamización con la gente joven, para que empiece a pensar y a decir qué es lo que puede aportar a la cultura de Málaga.

-¿En qué momento profesional se encuentra ahora?

-En crisis, como estamos todos (risas). Y ese es un buen momento para reflexionar. Yo soy de los que creen que para hacer arte antes hay que pensar mucho.

-Pensar para poder innovar...

-Un artista siempre quiere hacer cosas nuevas, siempre quiere ser otro. Aunque no pueda y aunque al final acabe siendo el mismo.

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