Balcón de notables

"La educación pública sufre el descrédito de quienes la añoran como privilegio"

  • El primer responsable de la formación de maestros y pedagogos en la Universidad Málaga, experto en innovación educativa, augura un porvenir "dramático" tras el decreto de ajustes presupuestarios en el sector

Francisco Murillo es profesor del Departamento de Didáctica y Organización Escolar de la Facultad de Ciencias de Educación de la Universidad de Málaga, y también es decano de la misma, una responsabilidad para la que ha decidido transigir, a menudo a su pesar, con los criterios de calidad educativa más próximos a la burocracia tecnócrata. A lo largo de su carrera ha desarrollado numerosos proyectos sobre innovación escolar, y es, ante todo, un apasionado de la docencia. Se trata, en suma, de la persona idónea para aclarar algunas cuestiones bien candentes.

-¿Cómo es el paisaje que espera a la Universidad en España tras el decreto de la subida de tasas?

-Dramático. Lo que se plantea a través las presuntas medidas temporales es un planteamiento de reforma estructural, y eso es muy peligroso. Desde que la subida de los precios públicos lo marca directamente el Gobierno, sin necesidad de acuerdo con la universidad, se presenta en la parte superior de la horquilla un aumento de hasta el 100% de las tasas. Eso supone volver a una institución extremadamente selectiva y con un criterio de selección dirigido a un estrato social de población muy concreto, que desfavorecerá a los sectores con menos poder adquisitivo. Hay un intento escondido en estas medidas coyunturales de plantear mecanismos propios de empresa privada en el sector público, de privatización encubierta, de eficientismo coordinado con las empresas, que van a suponer el mayor ataque a la universidad pública española desde sus comienzos. Hace poco habíamos empezado con el plan del espacio europeo de Bolonia, que planteaba nuevas metodologías centradas en el alumno y que exigían una ratio menor. Ahora todo eso se queda en nada.

-¿Pero no apostaba ya el plan de Bolonia por un modelo académico acorde con la lógica empresarial?

-Eso es una interpretación interesada de Bolonia. El eje central de la reforma consiste en que no es la actividad docente la que debe presidir la universidad, y en que hay que crear nuevos espacios educativos que orienten y estimulen el interés y el aprendizaje del alumno. Se pone el acento no en el recitado de contenido sino en competencias muy básicas. Es cierto que el asunto de las competencias se disparó, pero la intención original era muy interesante. Precisamente por esa interpretación interesada, ahora muchos intenta arrimar el ascua a su sardina al argumentar que deben ser las empresas las que dicten esas competencias

-Y eso fue precisamente lo que en su día desató todas las críticas contra Bolonia.

-Sí, pero insisto, ésa es la interpretación que se hizo en España, no su espíritu real. Y lo digo yo que también participé en esas críticas.

-Entonces, si no se hubiera aprobado el decreto, ¿habría sido suficientemente positiva la experiencia de Bolonia? ¿Sólo cabe achacar el panorama negativo a los recortes?

-Cualquier reforma que se aprueba por decreto y se impone desde arriba nace condenada al fracaso. Pero Bolonia respaldó a equipos docentes que ya venían trabajando en esa línea de definición de nuevos espacios para el aprendizaje basados en el alumno, o al menos esos profesores se sintieron respaldados. Y eso para mí ya es suficiente. Incluso nos llegaron recursos destinados a fomentar esa dirección. Creo que cualquier innovación educativa se hace así, de abajo a arriba. No sé si Bolonia habría supuesto una revolución, pero sí sé que los profesores que empezaban a trabajar con esta orientación ahora se dan con un muro. Los brotes verdes se han achicharrado.

-¿Y qué consecuencias habrá para la investigación?

-Si ninguna universidad española aparece, tal y como dice Wert, entre las 150 primeras del mundo, es porque los criterios que se establecen para diseñar esas listas responden única o fundamentalmente a la investigación. Cuando al profesor se le paga aquí más es por sexenios y por investigación. Cuando se crean castas dentro de un mismo cuerpo es por sexenios y por investigación. La docencia es la hermana pobre de la universidad. Es cierto que pagan también quinquenios docentes pero eso se reconoce de manera inmediata, puedes recibirlos sin haber pasado por un aula. Creo que la docencia debería ser la hermana rica, hay que plantearse por qué existimos, cuál es el compromiso social real de la universidad con los ciudadanos. Me preocupa la investigación, pero mucho más la docencia. Ahora bien, también es cierto que se acaba de anunciar un aumento de 320 créditos de carga docente que se dirigirá especialmente a quienes empiezan a investigar y por tanto no pueden tener sexenios. Eso se traducirá en que quienes investiguen no dispondrán de tiempo suficiente para hacerlo en sus primeros años, que es cuando, de manera natural, más empeño se presta y más frutos se producen. Los sexenios, que son un mero complemento retributivo, ahora se constituyen en distribuidores de clases dentro del profesorado.

-¿Qué ha ganado la UMA con Andalucía Tech?

-Yo no he terminado de entender lo que es Andalucía Tech. Ha habido algo positivo que son titulaciones de grado compartidas con Sevilla, pero más allá de eso no puedo decir mucho más. Te cuento mi propia experiencia: cuando vinieron a explicarnos lo que era Andalucía Tech, a pesar de que no lo comprendía aún muy bien, me puse en contacto con el decano de Educación de la Universidad de Sevilla para presentar un proyecto conjunto que pudiera beneficiarse de todo eso, y acordamos abordar un plan experimental para la educación infantil. Se trataba de que nuestros alumnos, en lugar de venir a la Universidad, fueran desde el primer curso a escuelas de educación infantil que desarrollan experiencias innovadoras, y de que la teoría se pusiera al servicio del análisis de esas experiencias, justo al contrario de lo que se hace ahora. Cuando presentamos la idea al vicerrector de Ordenación en Málaga nos dijo que era muy interesante pero que no había dinero para financiar algo así. Es más, nos dijo que se rechazaba directamente cualquier proyecto que no trajera consigo una vía de financiación privada. Nos pusimos en contacto con empresas y entidades financieras. Y desde entonces, nada. Todo está parado. No sé, confieso mi desconocimiento sobre este asunto. He intentado enterarme pero no me ha sido posible.

-Fuera ya de la Universidad, ¿qué cabe esperar del decreto de financiación de la educación pública?

-Cualquier sociedad que entienda que donde debe empezar a recortar es en educación será en el futuro menos libre y menos igualitaria. Hablamos de un pilar fundamental de la democracia. Una de las críticas que nos hace nuestro ministro es que nuestra Universidad no es competente, pero si nos comparamos con cualquiera tenemos la mitad de presupuesto y el doble de alumnos. La eficiencia tiene una relación directa con el PIB. Es evidente, si quieren una universidad eficiente tienen que invertir en ella. Con el informe PISA pasa igual. Está claro que el país que más invierte en educación tiene una escuela más eficaz. Pero aquí se ha optado por otra solución. Volviendo a la Universidad, al favorecer la entrada de los estratos más favorecidos estás garantizado un mayor rendimiento académico y una mayor eficiencia. Eso es evidente. Pero, en términos de educación, lo que corresponde es invertir para garantizar unas condiciones igualitarias, una justicia social, no para trazar una selección de antemano con criterios sociales. Hacer esto es ocultar la basura debajo de la alfombra.

-Pero el discurso sobre lo que revela PISA está socialmente muy aceptado. La idea de que la escuela pública es un desastre es común.

-En realidad PISA refleja resultados muy próximos entre sí, que hablan de diferencias mínimas en la adquisición y desarrollos de habilidades. Pero además yo desconfío plenamente en una medida de competencias que se hace con lápiz y papel: si eso se hace así, o las competencias que se miden no son importantes o no se están midiendo bien. Así que no me sirve. Lo que pasa es que el discurso catastrofista vende muy bien. Yo estoy convencido de que hoy día tenemos a la juventud más y mejor preparada de todos los tiempos, y lo mismo podemos decir sobre el profesorado. Pero siempre ha habido una tendencia por parte de quien tiene una voz, desde los estratos sociales más favorecidos, de descalificar aquellas situaciones en las que el derecho de unos pocos se hace extensivo a muchos. Si antes el Bachillerato lo hacían sólo unos pocos y ahora lo hace todo el mundo, los primeros van a intentar desprestigiarlo y descalificarlo. Es una estrategia común de quien vincula la extensión de un derecho con la pérdida de un privilegio añorado. Por eso no se habla de que existe un profesorado muy comprometido con su oficio, ni de que en los últimos años ha habido un crecimiento notable del nivel del desarrollo de competencias, ni de que en determinadas zonas de Andalucía todavía hay alumnos que realizan verdaderos esfuerzos para ir a clase todos los días. Eso no quiere decir que la escuela esté muy bien: no, está muy regular. Pero sigo pensando que por encima de los recursos, la calidad de la docencia está estrechamente vinculada a la calidad de los profesores.

-Precisamente, ¿qué retos cabe asumir con urgencia en cuanto a la formación del profesorado?

-Hay que avanzar muchísimo. Hay que establecer un practicum potente, que los alumnos acudan a redes de centros en los que entren en contacto con personal innovador, que se refuerce el conocimiento desde la práctica como aplicación de la teoría adquirida. No podemos fabricar 6.000 maestros al año en Andalucía cuando la Junta necesita 2.000. Y tenemos que ganar al alumnado más brillante, desterrar de una vez la idea de que los estudios de educación tienen poco peso y menos prestigio.

-¿Por qué cuando los políticos hablan sobre innovación educativa centran su discurso en las tecnologías de la información y la comunicación (TIC)?

-Porque lo que los políticos necesitan es un escaparate, y eso lo dan 5.000 ordenadores portátiles y 3.000 tabletas. Los gobiernos dicen que eso es innovación porque lo pueden vender rápidamente. ¿Qué tiene que ver con la innovación? Nada. Claro, las TIC son unas herramientas fabulosas. Nos abren ventanas al mundo, multiplican las posibilidades de trabajo y el acceso al conocimiento más allá de la vía unidireccional de la escritura. Facilitan la comunicación entre padres, profesores y alumnos. Así que no se trata, ni mucho menos, de volver a la tiza. Pero estas herramientas son también inocuas: puedes utilizarlas para favorecer experiencias enriquecedoras o para poner una maceta encima. Hay quien las usa para desarrollar una actividad innovadora y quien las emplea para hacer los copiados de toda la vida con procesadores de textos en lugar del estilo amanuense.

-Así que el primer factor de la innovación es el humano, no el técnico.

-Claro. El profesor que siempre ha tenido intuiciones respecto a la innovación como un proceso de reflexión constante, por el que la cultura se convierte en una interpretación del mundo, utiliza las TIC en esa misma dirección. Y si no sabe utilizarlas se apoya en los alumnos, que habitualmente las manejan con soltura. Pero quien sostiene posiciones tradicionalistas, lo que hace con las TIC es reforzarlas.

-¿Cree que se ha modificado en los últimos años la posición social del profesorado? Algunos colectivos de la enseñanza aseguran no percibir apoyos en sus reivindicaciones, y lo achacan a ciertos prejuicios.

-La verdad es que yo sí he percibido un apoyo social en las últimas movilizaciones del personal docente, un apoyo que ni yo mismo esperaba. Creo que mucha gente se ha dado cuenta de lo que significa una educación pública de calidad. Es cierto que los prejuicios y tópicos sobre las vacaciones de los maestros continúan vigentes, de alguna manera. Pero también hay que tener en cuenta una cosa: en la Segunda República y el franquismo el profesor era un referente cultural. La cultura se contenía en enciclopedias y el maestro la depositaba en los alumnos. Pero ahora la población española ha crecido mucho en este sentido, y es posible que las familias tengan un nivel cultural superior al del profesor que trabaja con sus hijos. Ya no se trata, o no sólo, de enseñar al que no sabe. Ahora el profesor debe construir los andamiajes que permiten a la persona ser más feliz y más sabia. Los contenidos culturales ya se tienen, muchas veces, en casa, y de manera muy atractiva, así que limitarse a administrarlos no contribuye a nada. Y mucho menos a reforzar la posición social del docente.

-¿Al final los tecnócratas se han salido con la suya?

-Han ganado por goleada. Yo mismo tengo que asumir una carga enorme de trabajo burocrático. Me he sometido a los criterios eficientistas de los tecnócratas. Pero al menos procuro expiarme reconociendo mi pecado. En voz alta.

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