Málaga

Por qué 2x3 es igual a 5

  • Investigadores de Málaga elaboran el primer test para detectar la discalculia, un trastorno en el aprendizaje de las matemáticas poco conocido que afecta hasta al 6% de la población

¿Torpe en matemáticas? Puede que sí o puede que no. Entre el 3,5 y el 6% de la población sufre alteraciones en su capacidad para aprender las matemáticas. Se trata de la discalculia, un déficit específico en el sistema de procesamiento numérico abstracto que se manifiesta en la dificultad para hacer cálculos simples: sumas, restas y multiplicaciones.

Este trastorno es similar a la dislexia, sólo que en vez de manifestarse en la lectura se proyecta en las matemáticas. La dificultad añadida es que todavía está poco estudiado y no existen fórmulas para detectarlo de manera rápida y simple. Lo habitual es que un escolar con discalculia acabe siendo tomado por un niño torpe, mientras el adulto se armará de tretas para que sus dificultades pasen desapercibidas en la sociedad: no contar las vueltas en el supermercado o ayudarse disimuladamente de los dedos en cálculos simples. En el 50% de las ocasiones este déficit se registra junto a alteraciones en la atención o con dislexia. "Si en una clase hay 25 alumnos, entre uno y dos serán discalcúlicos", puntualiza Javier García Orza, investigador del Laboratorio de Cognición Numérica de la Universidad de Málaga. Recuerda los pobres resultados en matemáticas que cosecha el sistema educativo español en el informe Pisa y subraya un estudio realizado con 17.000 personas en el Reino Unido en el que se ponía de manifiesto que "a mayores habilidades matemáticas, mayores oportunidades profesionales.

Hace una década comenzó a investigar esta alteración y hace un año inició un proyecto que, finalmente, será financiado por el Ministerio de Economía, Competitividad y Ciencia, para diseñar un test que permita evaluar y detectar la discalculia en el colegio, analizar esta alteración en los adultos y aplicar un programa de entrenamiento en multiplicaciones.

El equipo de profesores del Laboratorio de Cognición Numérica, junto a un ex alumno de la UMA y ahora investigador de la Universidad de Kent (Reino Unido) con el apoyo de dos doctorandos, dos becarios y cuatro voluntarios trabaja con 600 niños de primaria de un centro escolar de Málaga para ensayar un sistema alternativo al aprendizaje de la tabla de multiplicar. Parte del convencimiento de que al disminuir el número de operaciones que se deben aprender, se reducen también las interferencias que dan lugar a los errores.

Por tanto, en lugar del método clásico que pasa por aprenderse 10 tablas y 100 operaciones, el equipo propone reducir la cifra de operaciones a 36. El resto, en lugar de memorizarse se deducen aplicando otras reglas: conmutativa (si aprendes 2x4 ya no es preciso aprender 4x2), la tabla del uno no es necesario aprenderla, la del dos consiste sólo en doblar el número que se presenta, la del cinco siempre acaba en cinco o cero (5, 10, 15, 20...) por lo que es más fácil de memorizar, la del 10 sólo hay que añadir un cero y la del nueve también tiene patrón (la unidad, uno menos y la decena, uno más).

A lo largo de este mes se recogerán los resultados para comprobar si este sistema de aprendizaje arroja mejores resultados que el convencional.

Además, el grupo trabaja con estos niños para evaluar la incidencia que tiene la discalculia en la población española y elaborar un test que detecte qué niños tienen dificultades en el aprendizaje de las matemáticas. El objetivo es que esta prueba se pueda realizar en unos 20 minutos con el conjunto de los alumnos de Primaria de un aula y que permita identificar quiénes podrían tener una alteración de estas características. Hasta ahora sólo existe algo similar (Teddy Math) que es una adaptación de un test francés, con la particularidad de que se realiza de manera individualizada, se prolonga una hora con cada alumno y está previsto sólo para escolares que cursen entre segundo de infantil y tercero de primaria.

Por otra parte, el grupo busca adultos que sospechen que pudieran tener este déficit y estén dispuestos a participar en la investigación (jgorza@uma.es) porque el proyecto también incluye analizar el impacto que la discalculia tiene entre los mayores, averiguar cómo cambia con el crecimiento y desarrollar estudios de la actividad electrofisiológica cerebral de un discalcúlico para compararla con la de otra persona que no tenga esta alteración en el aprendizaje matemático. El trabajo con este colectivo concluirá con un programa de entrenamiento en multiplicaciones para comprobar si al crecer se puede aprender aquello que no se pudo asimilar de niño.

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