Málaga

Los tesoros sumergidos de la costa malagueña

  • El litoral alberga medio centenar de buques hundidos Una veintena supera los cien años de antigüedad

El pasado domingo los patrulleros de la Armada Infanta Elena P-76 y Serviola P-71 interceptaron en aguas malagueñas al buque de bandera de Togo Endeavour que supuestamente se encontraba efectuando sondeos en busca de barcos hundidos. Después de ser identificado, y tras haber estado controlado durante meses por el Centro de Operaciones y Vigilancia de Acción Marítima de Cartagena, miembros de la Armada abordaban el buque sospechoso para conocer las actividades que se realizaban a bordo.

Tras no poder evidenciar ningún hecho anómalo, aunque la forma de navegar del Endeavour seguía los patrones típicos de un buque que efectúa sondeos para localizar restos sumergidos, desde las patrulleras se ordenaba al barco a abandonar las aguas del mar de Alborán. Esta circunstancia, la que hace referencia a buques en busca de restos arqueológicos submarinos, constituye un hecho bastante frecuente de encontrar en todo el litoral andaluz, teniendo en cuenta la abundancia de pecios que siembran los fondos de las costas del Sur de España.

Y aunque el epicentro a la hora de buscar barcos y tesoros hundidos se localiza fundamentalmente en el litoral gaditano, Málaga también alberga un considerable número de restos. Unos hallazgos perfectamente datados y documentados que alcanzan el medio centenar y que constituyen un bocado muy apetecible para los profanadores de fondos.

Con la particularidad de que los más preciados tesoros son los que hacen referencia a siniestros con más de 100 años de antigüedad, la nómina malagueña de pecios centenarios supera la veintena. Dejando a un lado naves fenicias, romanas o musulmanas aun no descubiertas y que tal vez jamás se localicen, el primer gran pecio que se puede denominar como malacitano (existe la controversia de si el hecho se produjo en la provincia de Málaga o la de Granada), se remonta al 19 de octubre de 1562, cuando entre Rincón de la Victoria y la bahía de La Herradura (esta es la hipótesis malagueña), se hundían debido a un fuerte temporal 25 galeras españolas mandadas por don Juan de Mendoza.

Tras aquel siniestro que se saldó con más de 5.000 muertos y que marcó el reinado de Felipe II, el 21 de julio de 1656, un ataque a la ciudad por parte de la flota inglesa causaba el hundimiento en el puerto de tres navíos, dos galeras y una embarcación menor. Cerca de 50 años después, otro acto de guerra en la mar daba protagonismo a las costas malagueñas. En plena guerra de sucesión española, el 24 de agosto del año 1704, dos importantes flotas: una francoespañola y otra angloholandesa se enfrentaban en un singular encuentro que quedó en tablas. La Batalla Naval de Vélez-Málaga, también conocida como Batalla Naval de Málaga, siendo un acto de guerra que le costó la vida a más de 5.000 personas, curiosamente produjo muy pocos hundimientos.

Tras aquel incidente de repercusión internacional que tuvo a Málaga como protagonista, el 3 de noviembre de 1784, un intenso temporal arrojaba a la playa, a ocho millas del puerto malacitano, al navío de línea español Septentrion. Ya en el siglo XIX, la lista de buques hundidos y datados tendría como protagonistas a barcos tales como las goletas Nueve de Mayo y Nicolasa, los bergantines goleta Favourite y Hernán Cortés y los laúdes Nuestra Señora del Carmen y San Antonio que se perdían en el puerto y en sus inmediaciones. Bergantines goleta como el Carmen que se hundía entre Torremolinos y Fuengirola, la fragata Dinorah o los buques Zoe y Danebrog conforman parte de la lista de los más significativos barcos perdidos en el litoral malagueño.

Un considerable número de accidentes marítimos que siembran los fondos malacitanos y que constituyen parte de los muchos objetivos de los denominados buques caza tesoros.

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