Málaga

Acoger sonrisas del desierto

  • Más de 1.100 niños saharauis procedentes de Tindouf aterrizan en Málaga para disfrutar del verano en Andalucía gracias a Vacaciones en Paz

El olor a té saharaui y hierbabuena presentan el escenario perfecto para hablar sobre los hijos del desierto. Gracias al proyecto Vacaciones en Paz , Málaga recibe un año más a 1.171 niños saharauis llegados desde los campamentos de refugiados en Tindouf (Argelia), de los que 84 de ellos se quedan en la capital costasoleña para pasar el verano alejados de las altas temperaturas de la hamada argelina. El resto de niños, se reparten por toda Andalucía: en Sevilla se quedan 305, en Jaén 106, en Huelva 104, en Granada 118, en Córdoba 125, en Cádiz 259 y en Almería los 70 restantes. Comenzaron a llegar el 26 de junio en avión para empezar su particular aventura hasta septiembre, cuando tendrán que enfrentarse a la realidad de volver a casa.

Se trata de un trabajo solidario que da la oportunidad a los chicos de convivir con familias distintas a la suya y así, tener otra imagen del mundo diferente a la realidad del desierto. Sin duda este proyecto es el reflejo de un auténtico signo de solidaridad y lucha por un pueblo desplazado de su tierra. Así lo afirma Lucía Fernández, una malagueña que tras catorce años adoptando chicos saharauis no pierde la ilusión para seguir con su particular lucha.

Lucía ha viajado cuatro veces a los campamentos y señala que lo seguirá haciendo siempre que se pueda, ya que una vez que viajas allí y tomas contacto con la realidad de esas familias, te enganchas de por vida.

Lucía tiene dos hijos, Samuel y Lucía, y este año ha decidido acoger a dos chicos saharauis: Hamdi y Babih. Hamdi tiene quince años y no duda en afirmar que de mayor quiere ser piloto de avión. Este año es el último que podrá pasar las vacaciones en España: "Normalmente al cumplir los 12 años dejan de formar parte del proyecto de Vacaciones en Paz, pero Hamdi es hijo de mártir -su padre murió en la guerra- y por ello ha podido visitarnos hasta cumplir los quince años", señala Lucía. Babih tiene 12 años y dice que de mayor quiere ser jardinero. Lucía comenta que para Babih, su hijo Samuel es como un padre, "siempre van juntos y de la mano". Lucía añade que recibir durante tantos años a niños saharauis en casa supone un esfuerzo sobre todo económico, ya que son las propias familias las que se encargan de pagar el viaje. "Ellos vienen con lo puesto, nosotros no recibimos subvenciones económicas ni ayudas de ningún tipo, salvo los reconocimientos médicos rutinarios cubiertos por la Seguridad Social por el acuerdo establecido con la Junta de Andalucía". Lucía manifiesta que son muchas las personas las que tienen el concepto de que reciben dinero o ayudas por parte de instituciones públicas, pero no es así.

Otra de las familias malagueñas que han decidido abrir las puertas de su casa a un niño saharaui es la de Laura Varela. Para ella es su primera experiencia y confiesa que al principio estaba bastante nerviosa, pero al conocer a Mahyub todo cambió. Con una mirada penetrante, algo tímido y sin hablar nada de español, ha cautivado el corazón de esta malagueña. "Gracias a Mahyub, mi hijo Nacho está aprendiendo valores con siete años que antes no conocía, como sentir el valor de la familia, compartir o ser responsable en casa. Ellos allí representan un papel muy importante con la edad que tienen ya que es tremendamente educado y responsable". Ambas familias recalcan que no es adecuado usar el término adopción, ya que ellos sólo ayudan a estos chichos a no soportar el verano en los campamentos y aportar su granito de arena para asegurarles un futuro mejor.

Respecto a la posibilidad de los pequeños de quedarse en España, Lucía reitera que excepto por motivos de salud no suele darse el caso: "Ellos tienen allí a sus padres, a su familia, a su gente, y salvo que se planteen estudiar aquí, ellos planean su vida en su tierra con los suyos". Laura por su parte afirma que es duro encariñarte con ellos y ver cómo después de un tiempo de convivencia parten a su tierra, pero "ante todo hay que tener claro que su felicidad es la prioridad de este proyecto".

Tanto Laura como Lucía recomiendan participar en este proyecto a todas las familias que quieran pasar una experiencia única e irrepetible. No dudan en seguir apoyando la causa saharaui recibiendo a su chicos todos los años que puedan y colaborar con otras iniciativas como las caravanas solidarias, porque ante todo, quieren asegurar que un grito de Sáhara libre permanezca vigente gracias a sus sonrisas.

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