Málaga

Un libro descubre la minería nerjeña del XIX

  • El catedrático de Biología y presidente de la organización ecologista GENA publica el trabajo sobre una actividad casi desconocida

El Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía, GENA-Ecologistas en Acción, ha publicado el libro Un siglo de minería en la sierra de Nerja (1826-1928), una obra que se adentra en la historia y los procesos de la actividad minera que perduró durante más de cien años en las montañas junto a las que se sitúa esta localidad malagueña.

El volumen, que ha sido presentado este martes, es obra de Rafael Yus, presidente de GENA, doctor en Ciencias y catedrático de Biología y Geología, y es el resultado de una investigación del autor sobre una actividad de la historia de Nerja "que es prácticamente desconocida, sobre la que apenas hay nada escrito".

Según explicó el propio Yus en un comunicado, la minería de Nerja, como la de otras zonas de Málaga, surgió ante la fuerte demanda de metales como el plomo, a comienzos del siglo XIX, por parte de países centroeuropeos, especialmente Francia, Bélgica, Inglaterra y Alemania.

Por entonces, la minería en España era potestad exclusiva de la Corona, pues por una pragmática real que se remontaba a Felipe II, toda riqueza del subsuelo era propiedad de la realeza. No obstante, la presión internacional "y cierta rebeldía de los pequeños mineros de las Alpujarras, en una coyuntura política propicia", permitió que se cedieran derechos de explotación a particulares a partir de la primera ley de minas, en 1825.

"Esta primera liberalización propició la creación de sociedades para la explotación de minas en diversos puntos de la geografía española, siendo Nerja una de ellas", detalló Yus, quien ha precisado que el mineral más importante que se extraía en esta zona era la galena, un mineral de plomo cuyos yacimientos se encontraban entre los mármoles que forman esta sierra.

A partir del inicio de la actividad, poco a poco se fue creando un sistema de explotación "en una intrincada sierra cuyos accesos eran difíciles, construyéndose caminos de herradura por donde se transportaba el mineral en mulos, hasta la Fuente del Esparto, donde se lavaba el mineral".

Una vez limpios, los cargamentos se transportaban por cable con vagonetas, que llegaban a la playa de Burriana, "lugar en el que había un discreto puerto de cabotaje donde se embarcaba el mineral para transportarlo a barcos fondeados frente a la playa".

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