Antonio Ruiz. Presidente AHIMSA

"Los desahucios son un crimen, porque todos tenemos derechos a una vivienda digna"

  • La ONG que preside trabaja en media docena de proyectos en África y América latina Cree en una lucha pacífica contra la marginación, la violencia y la explotación social

Ahimsa significa no violencia en sánscrito. La misma palabra que utilizaba Mahatma Gandhi para definir la lucha no violenta en la India es la que eligieron en esta organización no gubernamental que nació en Vélez -Málaga, y se ha extendido a la capital, y a Castilla León. Nació como un centro de documentación y educación para la paz y se creó con el objetivo principal de prestar apoyo a educadores, alumnos y padres. Tienen una biblioteca con más de 3.000 volúmenes. Para no desconectarse de la realidad del mundo y defender "una justicia social para todos", comenzaron a desarrollar proyectos en países del tercer mundo. Durante 15 años estuvieron trabajando en Centro América, y de ahí pasaron su programa formativo de profesores y de becas a estudiantes a países africanos como Camerún o Kenia.

-Este verano se cumplen las bodas de plata de la fundación de Ahimsa. Una ONG que nació para difundir valores que sean fundamento para una cultura de la paz. ¿se imaginaba el mundo tal cual está 25 años después?

-Pues no, me lo imaginaba algo mejor. Entiendo que hemos fracasado como grupo que trabaja por la paz, y no me refiero sólo a que no haya guerras. Es un concepto que tiene que ver con la justicia, con el bienestar y con que la gente pueda vivir con dignidad. Todo lo que en aquel tiempo esperábamos, ahora vemos que no lo tenemos. Hemos retrocedido. Hace 25 años jamás hubiésemos pensado que íbamos a estar recogiendo comida para poder llevarla a un comedor social aquí, en Málaga. No nos podíamos imaginar que la situación se deteriorase tanto.

-Tampoco que a la gente se les echase de sus casas y familias sin tener donde vivir

-Los desahucios son un crimen. Eso va en contra de la Constitución y de los derechos humanos porque todos tenemos derecho a una vivienda digna. En este país el Gobierno no respeta las leyes, protege a los grandes y persigue a los débiles a los que empobrece. Estamos viviendo una situación de injusticia total.

-¿Qué piensa cuando ve a ciudadanos que con pancartas y con su presencia tratan de defender a esa familia que va a ser desahuciada?

-Que es lo que tienen que hacer, apoyar a las familias. Lo que pasa es que tristemente pienso en lo poco que se conoce qué es la no violencia. Desde mi punto de vista las estrategias son erróneas a la hora de defenderlos. No deben abandonar sus viviendas nunca, y si los echan, tienen que volver a ocuparlas, mil veces si hiciese falta, porque lo que no se puede aceptar es un desahucio, aunque vayas a la cárcel. Y eso es lo que estamos haciendo, abandonar una vivienda para que el banco la cierre cuando de nuestros bolsillos les hemos pagado sus deudas. Hay que hacer resistencia pacífica, si la gente no se fuese, no hablaríamos de desahucios.

-Nadie quiere dejar su hogar y verse en la calle

-Se van por miedo. Ante una sociedad y unas leyes injustas hay que rebelarse. Y eso no significa sólo ponerte con una pancarta gritando stop desahucios, hay que ocupar de nuevo la vivienda, practicar la desobediencia civil. Si no obedeciésemos las leyes injustas no existirían. Nos hace falta una formación no violenta para ser capaces de resistirnos a las injusticias. No nos han educado a desobedecer las leyes injustas.

-¿En ellas incluye la nueva Ley de Seguridad Ciudadana si prospera el anteproyecto?

-Por supuesto. La Ley de Seguridad Ciudadana que plantea el Gobierno responde a algo que ya se cantaba en otra época: al pueblo bueno o malo, poco pan y mucho palo. Y mira que el pueblo está siendo bueno que no se está rebelando como debería ante tanta injusticia. Se trata de mantener sumiso a un pueblo que no está generando problemas.

-Tampoco verá justo los grupos que detrás de un pasamontañas acuden a las manifestaciones y protagonizan enfrentamientos con la policía

-No lo es, pero la Policía tiene que estar para proteger las manifestaciones no para atentar violentamente contra los manifestantes que lo hacen legal y pacíficamente. Si hay un grupo violento, los cuerpos de seguridad deben proteger a los que no lo son y actuar sólo contra estos.

-Volviendo a los orígenes de Ahimsa, y a estos 25 años que ya han pasado, ¿nota un mayor compromiso en la sociedad?

-Los años de bonanza también se notaron pero ahora ha vuelto a disminuir tanto en voluntariado como a nivel económico. No obstante, a nosotros no nos va mal, y estamos muy satisfechos de que hayamos conseguido un modelo de autofinanciación del que ahora nos nutrimos en tiempo de vacas flacas como las que vivimos ahora. No dependemos de ayudas externas, y esto hace que podamos sacar los mismos proyectos que cuando no había crisis. Somos capaces de generar alrededor de 50.000 euros anuales con ingresos propios.

-¿Cómo lo hacen?

-Nos financiamos a través de muchas vías. Por un lado, con la venta de artesanía de los lugares donde tenemos proyectos y con la venta de jabón que hacemos reciclando el aceite usado que nos traen muchos vecinos. Ahora estamos vendiendo muy bien el insecticida ecológico que hacemos para el campo y que funciona muy bien para proteger a los mangos, aguacates y hortalizas. También vendemos patatas ecológicas que nos regala un agricultor y con la cuota de los socios que no están sujetos a ninguna aportación fija. Otra fuente de ingresos importante es la venta de libros de segundo mano gracias a las donaciones que nos hacen. Y lo más importante es que no tenemos gastos, por no tener, ni teléfono ni internet.

-Un ejemplo práctico, ¿Qué supone que compre esté bolígrafo de Ahimsa?

-Cinco maestros a los que damos cursos de formación y material escolar en Camerún tienen un coste de 2.500 euros anuales. Por tanto, el coste de un profesor que da clases a 30 niños es de 500 euros al año. Si haces cuentas, por poco más de 1 euro das formación a un maestro, le suministras el material escolar y tienes escolarizados a una treintena de jóvenes. Es lo que cuesta esté bolígrafo por el que preguntas.

-¿Qué proyectos han puesto este año en marcha?

-Nosotros empezamos a trabajar en El Salvador apoyando a los maestros populares que trabajaban en las aldeas. Conseguimos que completaran su formación y un convenio con su gobierno para que diesen clases regladas. También pusimos en marcha becas para estudiantes en Guatemala. Paralelamente colaboramos en la construcción de infraestructuras como pozos, puentes, conducciones de aguas y viviendas. Después pasamos a África. En Camerún llevamos trabajando 14 años, y hemos construido una escuela y un liceo en el que estudian 1.000 jóvenes bachillerato que nunca antes habían tenido la oportunidad y que ya incluso algunos se han licenciado. En estas aldeas ahora estamos construyendo tres pozos y tenemos un programa de becas para quienes no pueden ir a liceo. También tenemos un programa similar en Kenia y hemos iniciado otro en la Amazonia Peruana para la rehabilitación de viviendas. Son siempre proyectos internacionales porque entendemos que aunque aquí haya necesidades están a años luz de las que aquí existen. También tenemos una caja de ahorros de microcréditos que gestionan ellos mismos y que está dando mucho impulso de desarrollo para que la población se monte sus propios negocios. También hemos construido graneros para que los campesinos puedan guardar el mijo y no se vean obligados a venderlos cuando llega la cosecha.

-Y con la situación que viven muchas familias aquí, ¿se complica a la hora de encontrar colaboradores para proyectos internacionales?

-Sólo para la gente que no está concienciada y desconoce la realidad del mundo en que vivimos. No es comparable la situación que hay aquí con la que se pueden encontrar en Camerún o Kenia. Y no podemos olvidar que los países occidentales tenemos a los del tercer mundo como nuestra despensa. Nosotros estamos contribuyendo a mantener a sus gobiernos corruptos con subvenciones económicas que se dan y no se inspecciona si el dinero ha ido a su destino y se ha usado para el proyecto al que iba dirigido. El país se endeuda con los países ricos, nos traemos su materia prima y la población no ha visto ninguna mejora. Estamos obligados a hacer una transferencia de recursos ya que lo que dan las instituciones no llega a ellos.

-Ahimsa ha trabajado mucho tiempo en favor del pueblo saharaui en cuyos campamentos habéis desarrollado una importante labor. ¿Por qué se han desvinculado?

-Hemos trabajado con ellos durante diferentes etapas y ahora sólo financiamos proyectos a familias. En función de la demanda y de nuestras posibilidades de viajar los financiamos pero ya hemos dejado de enviar dinero o de traer niños. Ahora, las familias que quieran ayudas nos tienen que enviar un proyecto y nosotros estudiamos su viabilidad para que se ganen la vida. No creemos que el camino sea seguir recibiendo limosnas 40 años más. Hay que cambiar las estrategias.

-¿Cuál es su propuesta?

-No se puede vivir dependiendo de la ayuda exterior quien las quiera que piense cómo puede ganarse la vida. Así, hemos financiado granjas de camellos o rebaños de cabras para que las familias generen sus propios recursos No compartimos la estrategia del Polisario ni la de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui, que lo que hacen es decir amen al Polisario. Mantienen a sus políticos y a sus familias aquí en occidente, y la población allí poniendo la mano. Ellos canalizan todas las ayudas. Si no hay referéndum, no se puede mantener a una población indefinidamente mendigando. A ninguna potencia internacional le interesa apoyar el referéndum, y está bloqueado, pero quizás una salida hubiese sido que el Polisario trabajara para que tuviesen una doble nacionalidad.

-¿Qué significa Educar para la paz?

-Nosotros entendemos que para dejar de explotar a los países empobrecidos, y empobrecerlos todavía más, tenemos que tener una conciencia solidaria y de justicia. Y eso debe hacerse aquí, en el mundo rico que somos quienes los utilizamos para nuestro propio beneficio. Hay que buscar la justicia para el tercer mundo, y que los ciudadanos sepan oponerse a las políticas de sus gobiernos que van a esquilmar el mundo empobrecido trayendo sus materias primas para que las derrochemos. Deberíamos exigir a los gobiernos que cambiasen esas políticas de desarrollo. No se trata de educar a ciudadanos pacíficos y que respeten las leyes, sino todo lo contrario, que no respeten las leyes injustas, que creen problemas antes las injusticias y se enfrenten a ellas.

-Un planteamiento difícil en el seno de los colegios.

-Claro, ellos se conforman con pintar una paloma una vez al año y hacer algún baile en el patio del colegio. No están pensados para educar para la paz si no para seguir con la sociedad injusta que tenemos. Sirven para adaptar y hacer sumisos a los estudiantes.

-Y lo dice un profesor...

-Precisamente por eso critico la dinámica en la que estamos inmersos. Los colegios están siendo poco ilusionantes, y se nota en mucha de la gente joven que está llegando a la enseñanza. Yo creía que podía enseñar a los jóvenes y a las familias a ser personas más solidarias, más concienciadas, más implicados en la sociedad, pero poco a poco, la administración te lo ha ido quitando con zancadillas y por otro, los niños están rodeados de tantos atractivos que lo poco que les puedas contar lo pierden cuando llegan a sus casas y ven todo lo que tienen. De eso también tenemos la culpa los enseñantes y todas las políticas educativas que hemos tenido.

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