balcón de notables Enrique Moriones. Director del Instituto de hortofruticultura la mayora

"El trabajo de los investigadores es desagradecido y está mal financiado"

  • Defiende que generar innovación es ganar riqueza en el futuro, pero critica que en España no hay conciencia de ello Lamenta que científicos emigren porque no consiguen financiación

LA Estación Experimental La Mayora nació en 1961 como una prueba piloto para ver el potencial que podrían tener productos subtropicales y hortofrutícolas de alto valor añadido para su comercialización en Europa. Su fin último era la exportación. Ha funcionado durante más de cincuenta años como un centro dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y en 2008 entró a formar parte la Universidad de Málaga conformando el Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea La Mayora.

-¿Es la única de estas características en España?

-Es el único, y probablemente de todo el Mediterráneo. Trabajamos con cultivos de horticultura como en otros de España, pero el aspecto diferencial de este Instituto es que trabaja en fruticultura subtropical. Esta zona de Andalucía es la única zona de producción comercial en Europa, por tanto, el Instituto trabaja con unos productos que nos son frecuentes en otros centros de investigación. Es posible, incluso que sea una referencia mundial.

-¿Quién se beneficia de esa transferencia de conocimiento una vez que habéis conseguido los avances científicos?

-Esa es también una de las características del origen de La Mayora que nació como un centro de experimentación muy aplicada. Se trataba de desarrollar una idea que no era otra que "producir para comercializar" y así exportar hacia Europa. Transferimos conocimientos al sector privado en tres niveles. La primera es en productos: se obtienen variedades resistentes a enfermedades y a plagas o características organolépticas como pueden ser sabores más interesantes en tomates. Es entonces cuando contactamos con las empresas para transferirles ese conocimiento y que ellos adquieran este tipo de semillas selectas y las comercialicen, introduciendo estos caracteres en sus materiales. La segunda vía de transferencia sería a través de nuestro personal. Aquí se forman tesis doctorales con conocimientos básicos y aplicados muy interesantes y se está reclamando para contratar en el sector privado a muy alto nivel. Por poner un ejemplo, los quince últimos doctores formados en nuestro Instituto están ocupado puestos de alta responsabilidad en empresas multinacionales y nacionales. Y la tercera vía de transferencia es a través de personal técnico. Hay muchas generaciones que han pasado con formación sobre podas, manejo de cultivos, polinizaciones o cruzamientos que también están entrando a formar parte de las empresas. Es formación, ciencia y transferencia de producto.

-Sobre ese valor añadido que le dais a los productos, ¿ha llegado ya alguno a los mercados?

-Hemos registrado una variedad de chirimoyo para producir en febrero. Otro ejemplo, si tú vas al supermercado a comprar mangos producidos en esta zona, sólo los encontrarás en la primera quincena de noviembre, el resto son importados. Esto ocurre porque el 90 por ciento que se cultiva aquí es de una variedad que sólo va en esa época. En el IHSM llevamos muchos años con estudios centrados en la ampliación del periodo en el que se puede consumir mango de calidad. Y tenemos ya conocimientos y materiales vegetales con los que poder producir mango casi desde agosto hasta febrero. Es un valor añadido muy importante, y una alternativa para el agricultor muy interesante a pesar de que nos cuesta trabajo convencer para que cultiven otra variedad. Tienen que tratar de salir del periodo en que se concentra la producción porque van a ganar precio y valor añadido a su producto.

-¿Y por qué son reticentes?

-El mercado todavía no le exige al agricultor la calidad del producto que quiere recibir, y pagar por ello. Si tú produces mango fuera de noviembre, vas a tener que cultivar variedades con menor producción pero de muy buena calidad. El problema que tiene el consumidor es que prefiere comprar materiales importados de peor calidad que comprar productos locales mejores pero un poco más caro. El agricultor no percibe que el consumidor le va a pagar ese extra por estar fuera de época y entonces no lo produce. Es el consumidor quien tiene que reclamar ese producto de calidad, que siempre será el local, y pagar un poco más. Quien tiene que darle valor es el consumidor.

-Hasta hace muy poco a la agricultura no se le ha otorgado el valor que tiene, ¿cree que se ha confiado poco en ella y es ahora cuando se le está dando el empuje que siempre ha merecido?

-Efectivamente. Vamos a ver si dura. Se han dado cuenta con la crisis que han desaparecido sectores que eran muy pujantes como la construcción e incluso el de servicios que se vino abajo durante un periodo, sin embargo, la agricultura en Andalucía se ha mantenido muy bien. Ha funcionado en Almería y en Málaga, y los mercados del norte de Europa han respondido. Andalucía se ha dado cuenta que una parte interesante de su producto interior bruto viene del sector agroalimentario, y sabe que hay que cuidarlo. Y es cuando se ha producido ese cambio de mentalidad al mirar al sector. Esperemos que dure porque tiene un altísimo potencial, no visto desde el punto de vista de producción masiva como se estaba haciendo antes porque eso lo pueden hacer en Marruecos o en Mali con precios muchos más baratos. Nunca podremos competir con la producción masiva y barata pero sin con la de calidad. Hablamos de productos locales, de valor añadido en cuanto a sabor, color o en cuanto a contenido de nutrientes.

-Esto tiene que ver con el valor añadido que ofrece el producto de cercanía

-Hablamos de la huella de carbono, que no es más que un término que se aplica en la comercialización y pensando en el medio ambiente. ¿Qué sentido tiene estar comiendo en España aguacates o mangos de Chile que han tenido que cruzar en avión o en barco consumiendo un montón de energía?. Eso es insostenible. Ahora en Europa se le está dando mucho valor, además de a la agricultura ecológica, a la de cercanía. Es decir, cuánta energía consume ese producto para llegar a mi mesa. Cuanto menor sea, más valor tendrá, y España está situada tan estratégicamente que para ellos es producto local. Estamos a 700 kilómetros de Francia, no a miles, por tanto, es una distancia mínima la que tienen que recorrer para llegar al mercado. Se trata de recoger mangos en el momento de su madurez, y no verdes como hacen en Chile. Eso lo tiene que saber el consumidor.

-Y las empresa, ¿se lo están empezando a creer?

-Tenemos bastantes problemas con las empresas para que se den cuenta que ese es el cambio que tienen que dar ellos. Las comercializadoras de productos subtropicales de Málaga aún no son conscientes de ello. Están importando producto y no son conscientes de que hay exportadoras mucho más gigantescas que ellos que les van a pasa por encima. Si solamente se dedican a exportar aguacates, comprar y vender, habrá un momento en el que se salten el paso de España e irán directamente a donde ellos compran. O vengan directamente al mercado europeo saltando este paso intermedio. Son pequeñas empresas comparadas con las que hay mundiales. Por tanto, la única manera de defenderse es vendiendo productos de calidad que no tienen otros y ganarse un mercado de calidad que los quiera. Es la única forma de sobrevivir.

-¿La Mayora sólo depende de iniciativas públicas?

-La dependencia orgánica es del sector público -del CSIC y la UMA- pero el funcionamiento se financia con convocatorias competitivas públicos nacionales e internacionales, y con proyectos privados de colaboración con empresas. Dos tercios de la financiación es pública y un tercio es a través de financiación privada mediante contratos de investigación o transferencia de conocimientos o materiales.

-¿Cómo vivió el pasado mes de septiembre cuando se anunciaron los recortes?

-Creo que fue más una preocupación mediática que una preocupación del centro. Sabemos que estamos en una época en la que el sector agroalimentario está muy valorado, incluso dentro de nuestra propia institución, y por tanto, sabíamos que no iban a dejar desaparecer este centro a pesar de los problemas económicos que tenía el CSIC. En segundo, lugar tenemos mucha confianza en la unión que hemos hecho con la Universidad de Málaga para formar el instituto mixto. Ahora mismo tenemos dos organismos públicos soportando la existencia de La Mayora, y los dos interesados en que esto se desarrolle porque estamos en un sector pujante y de gran interés estratégico. Por tanto, no teníamos miedo a desaparecer, lo que pasa que es cierto que las noticias corrieron. También nos dimos cuenta en ese momento que para el público para el cual tú estás trabajando, le interesa que existas. Si el sector está preocupado porque La Mayora desaparezca, es que valoran tu trabajo. Fue un refuerzo anímico para los investigadores.

-El trabajo de los investigadores es vital en todos los campos, y sin embargo, son los primeros en la lista de recortes…

-El trabajo del investigador es bastante desagradecido. Es una carrera muy larga y mal financiada. Son los contratos más bajos que hay con respecto a otros sectores con el mismo tipo de formación y lo peor es que España no termina de darse cuenta la importancia que tiene. Generar innovación significa ganar riqueza en el futuro, y en España no son conscientes. Es verdad que el sector de la investigación sufre recortes cíclicamente y eso supone que estás cercenando la labor de una generación de investigadores que saldrán al extranjero. Materia gris que sale de España, perfectamente formados y con una gran capacidad que ganarán otros centros.. La percepción política, incluso social, no apoya de la manera que debería hacerlo. No se dan cuenta del valor que tiene, igual es una equivocación por parte de los investigadores que no hemos sabido vender lo que hacemos.

-¿Qué repercusión tienen a corto plazo la falta de financiación?

-En ciencia es fatal porque es irrecuperable. La formación de un científico puede ser de diez años, si la pierdes, cuando quieras recuperarla tienes que empezar desde cero. No es admisible que investigadores españoles perciban que su futuro no está en este país porque no consiguen financiación o los medios adecuados para trabajar, y se vayan al extranjero a ocupar puestos de relevancia. Además el cierre de laboratorios como consecuencia de los recortes presupuestarios significará que habrá que reinvertir diez años para volver a montar los y que funcionen a pleno rendimiento. Esos recortes tienen unos efectos rapidísimos y tarda mucho en recuperarse el estado anterior.

-Y si son los jóvenes científicos los que se marcha al extranjero…

-Pues tenemos a gente excelentemente formada pero sin puestos fijos de trabajo que están pensando hacia donde orientar su vida profesional. Así, es difícil que esas personas se vayan a quedar en España. No somos conscientes del desastre que se está creando, y lo veremos en un plazo de cuatro o cinco años, y lo peor es que será difícil invertir esa tendencia.

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