Una década después de iniciar una lucha sin cuartel, los padres del colegio Los Prados dan por ganada la batalla. Los 278 alumnos vuelven en unos días a las aulas, después de pasar el último curso dispersos en los centros Intelhorce y Pablo Neruda. Las obras para subsanar los fallos estructurales del edificio, tantas veces negados, han concluido. Educación cerró el colegio en septiembre de 2013, cuatro días después de empezar el curso, tras aparecer nuevas grietas justo cuando se ejecutaban trabajos de refuerzo de la estructura.

Las grietas y los desperfectos eran ya evidentes en la década de los 90, pero fue hace una década cuando los padres y la dirección del centro empezaron a movilizarse convencidos de que representaba riesgo para los niños. Las quejas caían sin excepción en saco roto. A lo más lograban trabajos puntuales. En octubre de 2012, con el curso recién comenzado, la Junta de Andalucía anunció obras de refuerzo de la cimentación y trabajos de micropilotaje de la estructura que se acometerían fuera del periodo escolar. Sin embargo, las obras se retrasaron tanto que las máquinas llegaron justo cuando comenzaba el curso siguiente. La tensión entre los padres y la administración educativa creció hasta el punto de que los padres anunciaron que no llevarían los niños al colegio y la Junta amagó con denunciarlos a la Fiscalía de Menores. Los niños regresaron al colegio y, a pesar de todas las promesas de seguridad, fueron desalojados cuatro días después. Desde entonces, los alumnos de primaria han acudido al centro Intelhorce y los de secundaria al Pablo Neruda.

Pero la tensión entre las partes ya se ha diluido. La vicepresidenta de la asociación de madres y padres (AMPA), Eva Rubio, subrayaba ayer que "todo lo que prometió la delegada [de Educación, Patricia Alba] se ha cumplido, aunque no haya sido en el tiempo previsto. Dijo que las obras estarían listas para septiembre y que la inauguración oficial del curso se hará en el colegio Los Prados y así será".

La vicepresidenta indica que se ha ejecutado no solo obras de micropilotaje para anclar los cimientos y se ha sustituido la cubierta, sino también de fontanería y electricidad, además se ha colocado un ascensor para salvar las barreras arquitectónicas y se ha levantado el muro exterior. El proyecto se presupuesto inicialmente en 300.000 euros, aunque ya en abril de este año la Junta indicó que la inversión se disparaba hasta 600.000 euros. Ayer la Junta no respondió a las peticiones para corroborar el final de las obras del centro.

La satisfacción de la organización de madres y padres es importante pero no absoluta. Eva Rubio advertía ayer que una década de batalla para conseguir que les dieran la razón,aceptaran que el edificio tenía problemas estructurales serios y realizar reparaciones en profundidad les ha enseñado "que los ciudadanos estamos obligados a pelear, protestar y chillar. Si no, no se mueve ficha". Por eso, plantean dos nuevos retos: un aula específica para niños con discapacidades y un instituto para la zona.

La primera reivindicación tampoco es nueva. Los padres exigían que junto a la eliminación de las barreras arquitectónicas se creara un aula específica dotada del equipo humano necesario para atender a los niños del barrio que lo necesiten y especialmente a un menos de 11 años con un 94% de discapacidad que le afecta a la capacidad motora y al habla y que, pese a vivir a cinco metros de distancia, tiene que ser trasladado todos los días a 15 kilómetros para asistir al colegio de Maqueda. Las madres y padres hasta ahora han hallado el no por respuesta bajo el argumento de que mantener este aula cuesta 60.000 euros al año.

El segundo objetivo pasa por lograr que se edifique un instituto un solar contiguo al colegio cedido por el Ayuntamiento. Eva Rubio afirma que contribuiría a desahogar los dos más próximos (Salvador Rueda y Pérez Estrada) y acogería a los estudiantes tanto de esta barriada como de Intelhorce, el Viso y Sánchez Blanca.