La Policía Local de Málaga celebró ayer el día de su patrón, San Rafael Arcángel, que sirvió de marco para reconocer los méritos del cuerpo e imponer los distintos honores a aquellos agentes que han destacado en el ejercicio de su profesión. La jornada comenzó con una misa, oficiada por el arcipreste de Santa María de la Victoria, Federico Cortés. Tras ella, se procedió a la entrega de medallas de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Humillación y Perdón y María Santísima de la Estrella a varios policías participantes en desfiles procesionales.

En torno a las 12:30, el alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre, inauguró el museo de la Policía Local, un espacio expositivo permanente con armamento de distintas épocas, sonómetros, uniformes, defensas antiguas y transmisores, entre otros. "Se trata de piezas, fotografías de los primeros grupos y recuerdos en torno al siglo XX, aunque el cuerpo de Policía tiene 180 años de trayectoria. Hay que agradecer el esfuerzo de coleccionistas que han cedido sus objetos; uno de los cuales dispone, por ejemplo, de 4.000 parches", explicó el regidor malagueño.

Posteriormente, los asistentes guardaron un minuto de silencio en recuerdo al recién fallecido Pedro Aparicio, que gobernó la ciudad durante 16 años. Tomó después la palabra el jefe de la Policía Local, José Fernando Cerezo, quien recalcó que con el objetivo de la jornada es "poner en valor la contribución de los distintos cuerpos para mantener la seguridad pública". Una labor que, precisó, ha sido, "un año más, notable", tanto cuantitativa como cualitativamente. "Todas las unidades han cubierto satisfactoriamente los objetivos. Nuestra profesión nos obliga a actuaciones poco agradables y a otras reconocidas por la ciudadanía. Que nadie dude de que trabajamos para corregir aquello que lo necesita y para que nuestro cuerpo siga siendo un referente en la sociedad", afirmó Cerezo.

La entrega de las cruces al mérito policial arrojó varios momentos emotivos. Uno de ellos protagonizado por el policía Álvaro Giral, reconocido con el distintivo rojo. Su caso más llamativo se remonta al 15 de noviembre de 2003, cuando fue arrollado por un hombre que conducía bajo los efectos del alcohol mientras atendía a un vehículo. "Ese día cumplía un año en la Policía. Después de cuatro y medio preparándome para entrar, algo así no me iba a quitar la ilusión por seguir trabajando en lo que quería", recordó. Las lesiones que el atropello le causó (fractura de tibia, peroné y escápula, entre otras) le obligaron a estar tres años de baja y a someterse a 15 intervenciones quirúrgicas. Pese a que los médicos le advirtieron que debería renunciar a volver a llevar el uniforme, su tesón le permitió reincorporarse al servicio. "Tenía 25 años. "Siempre dije que me lo pondría de nuevo, aunque fuera en una silla de ruedas con una sirena para quitar los coches de doble fila", aseveró.

El agente Juan Carlos López recibió una felicitación pública tras poner en grave riesgo su integridad física, encontrándose fuera de servicio, para detener a un individuo que portaba un arma blanca y acababa de robar a una anciana. "Era un atracador con una amplio historial delictivo. En esa semana, era el quinto atraco que cometía a una persona mayor. Me vi en la obligación moral de actuar. Con mayor o menor implicación, pero siempre estamos de servicio", explicó.

También se entregaron cruces al mérito policial por antigüedad en el cuerpo (con distintivo verde por 30 años de servicio, morado por 20 y blanco por 15). Por su parte, el subinspector Carlos Ruiz recibió la placa en reconocimiento al servicio más humanitario tras reanimar con una maniobra de recuperación a un bañista que estaba en parada cardiorespiratoria. "Actué sin pensar. Estoy feliz por reencontrarme con él. Me ha abrazado y dicho que soy su ángel", resaltó.

Otros de los homenajeados fueron tres ciudadanos, a los que se le felicitó por el auxilio prestado en calle Marqués de Larios a una joven que estaba siendo víctima de una agresión. El autor llegó a apuñalar a una de las personas que intentó ayudarla.