Málaga

De la ganzúa al satélite

  • Las nuevas técnicas de robo de vehículos exigen una alta especialización Lo último es un chip para inutilizar el cierre y poder acceder al interior

La incorporación de los nuevos y sofisticados sistemas de seguridad ha propiciado que el robo de coches se haya convertido en un negocio apto casi exclusivamente para expertos en manipulación electrónica y apertura de puertas. Tanto es así que hacerse con un vehículo requiere ahora de un importante grado de especialización, conocimientos de informática y cierto manejo de la mecánica. Pero, a medida que los automóviles se hacen más infranqueables, los delincuentes se afanan en perfeccionar sus técnicas, ajustadas a los presupuestos.

José Ignacio Lizarraga, técnico de una de las empresas que imparten cursos de formación a agentes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil sobre tráfico ilícito de vehículos (detección de elementos identificativos y posibles manipulaciones), asegura que todavía no está todo inventado. Los expertos descubren prácticamente a diario fórmulas a cual más ingeniosa.

Lo último en robos consiste en aplicar debajo del coche un chip que emite una señal a un satélite. Con un mando a distancia, los ladrones inutilizan el cierre de los automóviles cuando sus conductores los dejan estacionados. El sistema, basado en la tecnología GPS, permite que los delincuentes tengan localizado el vehículo y sólo deban esperar el momento idóneo para poder abrirlo. Aunque no está al alcance de cualquiera, la aspiración de todo ladrón estriba en saber manejar un programa electrónico con el que controlar todo el sistema, incluso el arranque de los coches más refinados.

Aunque los actuales métodos de robo parecen haberle restado protagonismo a los más sencillos, la realidad es que todavía se siguen detectando algunos tan sencillos como una ganzúa o un desatascador, que con cierta precisión permite hacer saltar el pestillo en algunos vehículos. Para determinadas marcas, la técnica se basa en un encendedor de hornilla que origine una chispa eléctrica. Pero también los hay que, lejos de complicarse la vida, y al no disponer de recursos técnicos, deciden subir los coches directamente en una grúa o esperar pacientemente en cafeterías y gasolineras a que un conductor poco cuidadoso abandone su turismo con las llaves puestas para ir a repostar o a comprar el periódico.

La Costa del Sol, que los expertos consultados definen como la "cuna de la picaresca", se erige en un destino soñado no sólo por algunas de las fortunas más sólidas, sino también por los ladrones. Y es que, mientras hace unos años la demanda se centraba en vehículos de gama media, últimamente se ha observado un rebrote de los de lujo. A veces, bastan unos minutos para arrancar un automóvil sin apenas causarle daños y, posteriormente, traficar con él o utilizarlo como lanzadera para transportar droga. Un negocio redondo que, con frecuencia, tiene como destino países del Este, caso de Polonia y Rumania. Detrás suelen estar rusos, búlgaros, belgas, italianos y franceses, que revenden la mercancía robada en España u optan por enviarla a puertos con ferrys que se dirigen hacia Marruecos.

En todo grupo disciplinado existe un director de orquesta que encarga el robo. Otro se centra en la compra de los documentos falsos, un tercero los sustrae de un vehículo con características similares y el resto se dedica a la manipulación del coche. Cada miembro cumple su parte.

Los investigadores recalcan lo fundamental de denunciar los robos de coches cuanto antes, puesto que, en cuestión de horas, pueden estar montados en un barco de camino a Algeciras. Comienza entonces el proceso de maquillaje. Desde sus elementos de seguridad hasta las pegatinas identificativas o el número de bastidor, que cambian por otro correspondiente a un vehículo del que sólo han robado la documentación.

El pasado mes de noviembre, la Guardia Civil desmanteló una red dedicada al tráfico internacional de automóviles robados de alta gama, sustraídos, principalmente. en la provincia de Málaga, maquillados en España e introducidos en países del Este de Europa. Los vehículos salían desde la provincia de Málaga y se ocultaban en aparcamientos repartidos por urbanizaciones entre Marbella y Estepona. La organización disponía de la logística suficiente para falsificar la documentación, sus placas de matrículas y las pegatinas de los números de bastidor, colocadas en sitios visibles del coche con la intención de pasar una primera inspección sin levantar sospechas.

Si bien es cierto que las intervenciones de la Policía por robos de este tipo en la capital han descendido en los últimos años (a diferencia de los asaltos en viviendas, que sí han aumentado), la zona de Churriana, donde ya se han desarticulado varias bandas organizadas, concentra la mayor parte del trabajo. Allí, el método más frecuente, empleado sobre todo en los parkings de las áreas comerciales, se basa en aparatos que inhiben la frecuencia del cierre a distancia del vehículo, de forma que éste se queda abierto. Los delincuentes saben que cuentan con, al menos, una hora para sustraerlo mientras las familias vuelven de realizar la compra.

Para conocer cuáles son los vehículos más robados basta con ojear la lista de los modelos más vendidos en 2014. Suele ser un mercado paralelo. Los aluniceros prefieren coches potentes, a ser posible todoterrenos, para desvalijar establecimientos. Todos, eso sí, exigen sus condiciones: que el automóvil no supere los cuatro años de antigüedad y que resulte rentable para darle salida. Cuanto más caro sea el coche, más difícil será también encontrar un comprador. Si se trata de vehículos de gama más alta o de lujo, los robos suelen ser por encargo. En este singular negocio las operaciones no se financian.

Los avances en electrónica han supuesto un problema para los delincuentes, que, sin embargo, cuentan con numerosas alternativas. La más fácil es hacerse con la propia llave del vehículo. De ahí que algunos robos suelan acompañarse de asaltos en viviendas. El momento preferidopara cometer estos delitos suele ser la noche de los fines de semana para así dificultar el contacto con las fronteras y, de esta forma, evitar que sean interceptados. Procuran moverse en las mejores condiciones. Y casi siempre lo consiguen.

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