Málaga

Lodos desechados para acabar con el mal olor

  • Un grupo de la UMA desarrolla un proyecto para hacer de estos residuos derivados de la potabilización del agua material absorbente para el proceso de depuración

Unas cinco toneladas diarias de flóculos, más popularmente conocidos como lodos, genera cada día la planta potabilizadora de El Atabal durante el proceso de tratamiento del agua con la que se abastece a toda la ciudad. Son las partículas en suspensión que trae el agua antes de ser tratada y que una vez decantadas se convierten en unos restos que suponen un gasto anual de más de 100.000 euros para la Empresa Municipal del Agua (Emasa) a la hora de deshacerse de ellos.

Hasta ahora la única salida que tienen es el vertedero. Pero ese quebradero de cabeza puede tener los días contados gracias a la solución propuesta por un grupo de investigadores de la Universidad de Málaga (UMA) que llevan años buscando la posible utilidad de estos residuos y parecen haber dado con la clave. Y es su aplicación como material absorbente precisamente para reducir los malos olores que se generan en las depuradoras y estaciones de bombeo durante el proceso de depuración de las aguas residuales.

De conseguirse llevar a la práctica este proyecto de investigación, se estaría matando dos pájaros de un tiro al dar un aprovechamiento a unos residuos sin utilidad en la actualidad y que podrían estar llamados a ser los sustitutos del carbón activo que hoy por hoy se usan para combatir los malos olores con un importante desembolso económico para la empresa de agua municipal.

José Jiménez, profesor titular del departamento de Química Inorgánica, es uno de los integrantes del grupo de investigación de nuevos materiales inorgánicos, que junto al grupo de ingeniería y gestión ambiental, lleva años trabajando en esta idea y explicó que todo empezó cuando "nos dimos cuenta de que las propiedades de composición química y porosidad que tenían los flóculos podían servir para retener las moléculas generadoras del mal olor de la depuración debido a su alto contenido en azufre".

Antes había que resolver la forma en la que a ese polvo, al que quedaban reducidas las partículas en suspensión del agua tras el proceso de decantación, se le podía dar consistencia para cumplir con su función de material absorbente de malos olores. Después de hacer pruebas con distintas sustancias aglomerantes, Jiménez aseguró que se optó por darle la forma de pequeños pellets -una especie de virutas- para poder depositarlos en las torres de depuradoras y estaciones de bombeo encargadas de retener el mal olor de las aguas residuales.

De hecho, los investigadores del departamento de Ingeniería Química de la UMA diseñaron una instalación específica para poder probar los pellets resultantes y determinar su vida útil, ya que las torres actuales están diseñadas para la utilización de carbón activo como material absorbente del mal olor. La torre se colocó en la depuradora del Guadalhorce de la capital y el resultado está siendo un éxito, según el profesor de Química Inorgánica, puesto que desde el pasado mes de julio no habido que cambiar el material y "las mediciones de emisión que se han realizado demuestran que sigue cumpliendo su función porque no se ha detectado sulfuro de hidrógeno, molécula causante del mal olor".

Los investigadores han querido dar un paso más y desde el pasado viernes se está probando el material en una de las torres propias de la estación depuradora para ver si también servirían sin necesidad de cambiarlas.

Los dos proyectos de investigación que han permitido desarrollar este producto, uno financiado a través de la Junta de Andalucía y otra a través del Gobierno central, terminan a final de este mismo año. Pero Jiménez señaló que se seguirá colaborando con Emasa para ultimar los detalles de la aplicación de este novedoso producto, que se pretende registrar como patente y que compartiría ésta, la UMA y la Universidad Politécnica de Valencia que también ha colaborado en la realización de los análisis moleculares para determinar la capacidad de absorción de los citados flóculos.

Su salida al mercado podría suponer un hito para el medio ambiente porque, además de acabar con un residuo difícil de desechar como son los lodos derivados de la potabilización del agua, serviría como nueva arma para acabar con los molestos malos olores.

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