Málaga

"Un programa político utópico es tentador porque la gente busca un salvador"

  • Este experto dice que los partidos mayoritarios usaron en el inicio de la democracia las técnicas de captación que ahora usan los nuevos y compara el 'yihadismo' con la estructura de una secta

JOSÉ Miguel Cuevas es probablemente uno de los mayores expertos en sectas del país y uno de los psicólogos más comprometidos en la ayuda de las víctimas que caen en la trampa de estos destructivos grupos. Autor de varios libros, habitual asesor de medios de comunicación y experto en organismos nacionales e internacionales, este joven profesor de la Universidad de Málaga y psicólogo del servicio de atención a las víctimas de Marbella se ha convertido en uno de los mayores enemigos de aquellos que se basan en la manipulación y el sometimiento de los demás en pos de sus intereses.

-¿Qué se entiende por una secta?

-De forma clásica siempre se ha pensado en una secta como una escisión de un grupo mayoritario y establecido. Pero lo que define si realmente se trata de un grupo destructivo o no es su se vale de la persuasión coercitiva mediante influencias malintencionadas para conseguir cambiar la identidad de la persona en beneficio de los intereses de ese grupo. Por tanto, una secta es aquel grupo que a través de las técnicas que emplea consigue someter al individuo independientemente de su carácter religioso, cultural o político.

-Entonces no todas las sectas tienen una base religiosa, ¿no?

-No y de hecho la mayor parte de los grupos sectarios que hay en la actualidad no son religiosos. Hay algunos de corte cultural. Otros se venden como grupos de ayuda humanitaria que, en ocasiones desarrollan una obra social real, pero donde la mayoría de sus seguidores terminan con problemas de salud mental y están esclavizados en pro de ese grupo. Muchos tienen unos estatutos que son válidos e incluso un estatus legal y socialmente aceptable. Mientras esos grupos no sean condenados, y no suelen serlo, campan a sus anchas esclavizando a sus fieles. No se puede considerar que una secta es algo ilegal, secreto u oculto porque la mayoría están registradas legalmente y actúan a modo de empresa o de asociación.

-¿No existe una legislación específica que regule a estos grupos?

-No existe un marco legal que ampare a la víctima sectaria de forma concreta ni tampoco hay legislación específica propia del sectarismo. En este sentido, tenemos que recurrir hoy por hoy al Código Penal o al Civil para poder atacar a los grupos sectarios por la vía legal porque hay casos que se pueden identificar con el delito de lesiones psicológicas el delito por abusos sexuales e incluso intrusismo profesional. Pero por desgracia los tribunales todavía necesitan mucha jurisprudencia para poder actuar contra estos grupos.

-¿Tampoco existe vigilancia policial para evitar la impunidad de estos grupos?

-Tal y como está montado el sistema ahora mismo, las estructuras policiales sienten una gran impotencia porque no encuentran las herramientas adecuadas para luchar contra todo este maremágnum de violaciones a los derechos humanos.

-¿Por qué la Costa del Sol se considera un punto caliente?

-Existe mucha divergencia cultural y eso conlleva el riesgo de que se introduce tanto lo positivo como lo negativo. El clima también atrae.

-¿Cualquiera puede caer?

-Sí, porque mucha gente piensa que las personas que se involucran en un grupo sectario lo hace de forma libre y voluntaria. Pero desgraciadamente la mayoría de las víctimas han caído, más que han elegido, entrar en ese grupo porque el proselitismo se hace de una manera muy engañosa. Los trastornos que se generan nunca se van a dar en una primera fase sino cuando la persona gane en confianza. La persona que se involucra en un grupo sectario se parece a la que se apasiona porque llega a estar enamorada de su grupo porque te apoya, te comprende mejor que nadie y realmente te aporta gratuitamente una serie de elementos que cubren sus deseos a corto plazo. Por ejemplo hay gente que tiene necesidades formativas y el grupo las cubre de forma gratuita. Pero todo esto es un gancho y forma parte de una sutil estrategia para ganarse la confianza de esa persona y tan sólo cuando el grupo está convencido de que ésta se siente identificada es cuando empieza a mostrar la verdadera cara. Pero para entonces la persona suele estar ya esclavizada y dentro ya de esa dinámica de engaño.

-¿Qué es lo que debe alertar a una persona que está siendo captada por un grupo?

-Son muy parecidos a los de cualquier adicción. El síntoma más evidente es que esa persona va a hablar de su grupo de manera infantil y emocionalmente muy positiva. En ocasiones también existe el ocultamiento sobre las reuniones y actividades mantenidas con el grupo y que aparentemente no tendrían por qué ser secretas. También, por ejemplo, es una señal de alerta el que uno acuda a un curso de formación y que se termine hablando de su relación de pareja. Eso lo hacen con el objetivo de provocar el aislamiento de esta persona porque estos grupos son muy agresivos con el medio social y una de las primeras cosas que van a intentar hacer es aislarlas de cualquier otra persona que puede suponer una competencia. Es decir, pretenden hacer creer que los de fuera son malos y los de dentro son malos. Por eso es casi más importante la prevención que la intervención porque si las personas previamente han sido informadas de cómo son estos grupos y de cómo funcionan puede evitarse que caigan en sus redes. Sí que es bueno saber que uno es vulnerable y quitarse de la cabeza que estas cosas sólo afectan a personas débiles o con problemas mentales. Por tanto, cualquier persona es vulnerable a estas redes que actúan como mafias porque están bien organizadas y estructuradas con buenas estrategias de captación.

-¿Cómo lo hacen?

-Los grupos sectarios tienen hasta sus propios servicios de inteligencia y se dedican a investigar a aquellas personas que son enemigas del grupo o que hacen labores de espionaje o investigación, e incluso los grupos más pequeños a otro nivel conocen todo sobre del sujeto susceptible de ser captado y de su medio y así saben cómo atacarle. Todo está mediado de tal manera que la persona que está dentro del grupo ya no tiene capacidad de decisión.

-¿Cuándo se considera que alguien ha sido captado?

-Existe un cuadro que se llama el trastorno disociativo que refleja como la identidad de la persona queda anulada y su personalidad pisoteada para crear una nueva identidad que coincide con la del grupo. Cuando todos los objetivos e intereses de una persona coinciden directamente con los del grupo, y además existe una incapacidad total para criticarlo, se considera que ya es totalmente dependiente. Tenemos una serie de herramientas para determinar el grado de dependencia. El problema que es la persona que está captada no suele ser colaboradora y hay que convencerla para que empiece a cuestionar que quizás su planteamiento no es del todo verdadero. También hay que tener en cuenta que los grupos son bien hábiles y saben que se va a poner en duda su actividad, por lo que se preparan previamente mediante lo que se conoce como inoculación y que a modo de vacuna consiste en advertir a la víctima de que los van a atacar desde fuera porque les tienen envidia. Y así crean su propio argumentario para defenderse cuando los queremos tratar.

-¿Se puede salir de una secta?

-Sí se puede, aunque evidentemente cada persona es un mundo y también hay personas que no llegan a salir nunca. El soporte familiar es muy importante para conseguirlo porque hay que ser consciente de que los objetivos no son a corto plazo. A un sectario si se le da toda la información de golpe es muy probable que no sepa recibirla porque no va a escuchar. Al final se trata de volver a persuadirlos hábilmente para hacerles ver que las intenciones del grupo no son las que piensa. Por eso es importante que los profesionales conozcan muy bien al grupo sectario y jugar mucho con las estrategias para conseguir ese fin.

-Pero la realidad es que existen pocos especialistas preparados para atender a estas personas...

-La Comisión Europea recomienda que todos los países miembros dispongan de servicios de investigación, prevención y de tratamiento. Pero esta obligación en España se resume en que existen algunas asociaciones de profesionales independientes y en el ámbito público sólo existe una unidad en Marbella, que es donde yo trabajo, y otra en Barcelona. Pero es una estructura que debería estar presente en todas las provincias porque de hecho recibimos consultas de toda España.

-¿Por qué ese desinterés de la administraciones para tomarse en serio este asunto?

-Por un lado, por el desconocimiento de la administración y de la sociedad en general a reconocer esta problemática. Pero por otro al miedo de la práctica de la libertad religiosa, aun cuando existen sectas de toda índole, porque los grupos sectarios utilizan mucho el victimismo como caza de brujas por tener una ideología distinta. Aunque eso no es cierto, porque como profesionales nunca atacamos el contenido ideológico sino la manipulación, el abuso y las consecuencias que eso tiene contra las personas que son los que de verdad pierden la libertad.

-¿Qué lleva a una persona a caer en esa trampa?

-Existen muchas motivaciones diferentes. Hay gente que entra porque le gusta alguien que ya está dentro, otros porque quieren entrar en una red social, otros buscan una formación concreta o aquellos que tienen un problema médico o psicológico y caen en manos de gente inadecuada. A veces es muy difícil discernir entre una relación sectaria y una profesión normalizada. El problema es que por norma el ser humano confía en un grupo y obedece a una autoridad a la que confiere unas capacidades sin darse cuenta de que existen una serie de manipulaciones sociales en las que muchos caemos. En el fondo triunfan porque en apariencia venden un buen producto, aunque a un coste demasiado alto.

-¿Y qué ganan estos grupos?

-La mayoría tienen un fin económico a medio o largo plazo, pero en ocasiones derivan en trabajos forzados durante largas jornadas o en abusos sexuales. Los fines son muy variados y dependen mucho de la figura del líder y de la estructura. Lo que quieren esos líderes es crear una sociedad a su gusto en la que se sientan importantes y seguidos fielmente por otros. Son personas con personalidad psicopática que se retroalimentan de las necesidades que les satisface el grupo y en cierta forma esas personas creen en la obra que han creado.

-¿La crisis ha ayudado?

-Sí, pero no sólo la económica sino cualquier tipo de crisis de valores o familiar o temor pueden llevar a eso. Por ejemplo, imagínate que hay un grupo en Málaga que explota el temor a la conquista árabe. Ahora mismo, con la situación actual la capacidad de control se incrementaría porque se reforzarían diciendo que ellos ya lo habían advertido. Es decir, todo lo que suponga que la sociedad vaya mal provoca que la persona se aferre más a su grupo como un modelo social ideal.

-Por esa regla de tres, ¿se puede considerar el terrorismo yihadista como un movimiento sectario?

-El proselitismo es muy similar, es decir, el modo en que se capta a sus seguidores haciéndoles creer que son unos enviados de Dios y que va a conseguir todo aquello que no se le ha proveído en esta vida. En el fondo , las técnicas de coerción y manipulación son las mismas porque la estructura del grupo nunca es la que se inmola, siempre son los soldados rasos. La diferencia principal con otros grupos sectarios clásicos es el uso del terror para atacar a una sociedad que se considera imperfecta. También hay casos de grupos sectarios que termina convirtiéndose en terroristas como ocurrió con La verdad suprema en Japón que puso bombas contra el Metro de Tokio. Hay que tener en cuenta que en muchos casos sus dirigentes son personas desequilibradas que creen estar por encima del bien y del mal.

-La estrategia para captarlos es la misma, pero ¿hasta el punto de convencerlos para que maten?

-Son capaces hasta el punto de que pueden conseguir que den de lado hasta sus propios hijos. ¿Crees que una persona que es capaz de abandonar a sus hijos por un grupo sectario no puede ser convencida mañana para que se autoinmole?

-¿El llamado Estado Islámico se considera entonces un grupo sectario?

-Es una estructura que se puede definir claramente como sectaria porque utilizan la misma técnica en la que autoetiquetan como la única forma modélica y real de entender la religión. Pero también ocurre en grupos católicos que consideran a las personas que no entienden la religiosidad como ellos son peores que los ateos porque realmente creen que están haciendo un daño a la religión cuando no tienen una autoridad legítimamente otorgada, sino que más bien se autoproclaman defensores de la misma.

-¿Considera que la situación social y económica actual constituye un caldo de cultivo perfecto para que prolifere el radicalismo a todos los niveles?

-Claro, piensa que el ser humano es buscador de inquietudes por naturaleza y necesita formar parte de un grupo y cuanto peor esté la situación más capacidad van a tener los grupos destructivos de cazar porque serán más creíbles.

-¿Cree que con ese panorama muchos de los partidos políticos que están surgiendo ahora quieren aprovecharse y captar a las personas que buscan una esperanza de cambio?

-Sí, de hecho ya lo hicieron en el inicio de la democracia partidos que hoy en día son mayoritarios. Llevaron a cabo una captación de votos muy parecida en la misma línea. El crear un programa político utópico, poco realista y con una serie de promesas siempre resulta tentador porque la gente busca a veces a un salvador. Pero lo hace el PP, el PSOE y todos. Todos han realizado campañas idealistas y han prometido cuestiones poco creíbles que nunca cumplirán. No creo que haya ningún partido lógico y creíble en esta línea. Ese descontento puede propiciar que se confíe en cualquiera que prometa una mejora. Ahí es cuando la persona debe ser inteligente y plantear que ningún grupo político y social va a cubrir todas tus necesidades porque sí lo hacen seguro que va a ser a un gran precio.

-¿En ese escenario vaticina un gran cambio político?

-Los psicólogos todavía no nos dedicamos a predecir pero parece que todo apunta a que sí. Pero lo importante es que cada uno ejerza su poca libertad en el voto. Eso sí, habría que intentar que todos los partidos valgan igual.

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