Enrique Salvo Tierra. Profesor de Biología Vegetal de la UMA

"Da pánico lo que se está preparando para la segunda burbuja"

  • El que fuera delegado provincial de Obras Públicas de la Junta y director del Metro advierte que urbanizar la zona de media montaña de la provincia supondría una pérdida ambiental fundamental.

Enrique Salvo Tierra (Algeciras, 1957) adora ante todo la enseñanza, la botánica y los helechos, por los que siente verdadera devoción. Pero este profesor titular de Biología Vegetal de la Universidad de Málaga lleva en sus venas la política y durante más de 20 años ha pasado por las principales administraciones públicas. El último de los retos que asumió fue el de dirigir la obra del Metro de Málaga en una etapa complicada y la que supuso el punto y final a su vida pública. Ahora vive totalmente alejado de la política, ya dado de baja del PSOE, pero como usuario diario del Metro no puede evitar anotar todo lo que ve en sus 375 viajes.

-¿De dónde le viene su pasión por los helechos?

-Desde muy pequeño. Pero, sobre todo, fue por una británica que vivía en Los Barrios (Cádiz) y que marcó en buena medida mi trayectoria botánica cuando me dijo que podía ser un campo interesante porque en aquel momento en Europa había muy poca gente trabajando en ello.

-Después de tantos años, ¿cómo ha sido su vuelta a la Universidad?

-Estoy encantado de estar de nuevo en la Universidad. La verdad es que me he encontrado un ambiente extraordinario y me han acogido muy bien en el departamento de Biología Vegetal, a pesar de todo este tiempo. Me ha encantado reencontrarme con los alumnos, de los que sigo aprendiendo mucho. La investigación la he seguido de alguna manera estos años, así que rápidamente he reconstituido mi equipo de trabajo.

-¿Cómo se ha encontrado la Universidad tras tantos recortes ?

-Tenemos a la juventud mejor formada de la historia de España y tienen además emprendimiento científico y capacidad de iniciativa. Y te da mucha pena cuando ves que al final tienen que hacer lo que algunos llaman emigración voluntaria, cuando realmente se trata de un exilio científico. Es muy doloroso cuando ves además que en los países a donde van terminan siendo los líderes de sus equipos de investigación con resultados excepcionales. Y eso es reflejo del grave momento que estamos viviendo. Tengo la esperanza de que algún día vuelvan y se rían de los que dicen que eso es movilidad exterior, y valoremos que los que hoy generan la marca España son esos científicos que están fuera de forma totalmente involuntaria.

-¿Piensa que la reforma universitaria que plantea el Gobierno empeorará la situación?

-Estamos en una marejada en la Universidad en la que cada año tenemos que estar cambiando de modelo. Pero creo que Bolonia es bueno porque es un marco integrador de todas las universidades europeas y porque favorece la integración laboral de los alumnos. Pero de ahí a estar mareándonos con que si cuatro años de grado y uno de máster y ahora tres de grado y dos de máster no, porque los grandes perjudicados son los alumnos. Es una forma de recaudar y mucho me temo que lo que hay detrás es la presión de las universidades privadas para hacer más negocio.

-¿Qué escenario vaticina para el empleo juvenil así las cosas?

-El escenario será el de un país en el que descenderá su índice de desarrollo y en donde se van a perder muchas oportunidades desde un punto de vista tecnológico. Si somos capaces entre todos de aportar a estos jóvenes las herramientas necesarias, ellos pondrán todo lo demás porque tienen una imaginación desbordante y una capacidad de crear productos que podrían ser comercializados inmediatamente. Las administraciones tienen que salir a la calle y darse cuenta de lo que hay acercándose a la ciudadanía.

-Le tocó vivir una etapa difícil como director del Metro, ¿cómo recuerda aquel momento?

-Prefiero no recordarla porque fue un momento muy duro porque veía que el ciudadano que estaba afectado en aquel momento por las obras no tenía la sensación de que aquello avanzara. Entiendo que aquello tenía una solución mucho más sencilla, aunque también entiendo que en aquel momento entró un partido nuevo en la Junta y quería hacer el proyecto suyo. Pero nunca comprendí que fuera a costa de una paralización de la obra.

-Un proyecto que terminara costando tanto dinero, ¿lo ve realmente necesario?

-En el año 2001 la idea era hacer un tranvía en Málaga con seis líneas, por las que en el 80% iría en superficie y el 20% soterrado. Sin embargo, la presión en un momento determinado por ese falso agravio comparativo con Sevilla llevó a un planteamiento que evidentemente era muy costoso y , sobre todo, se dilataba mucho en el tiempo. Meterse en hacer un Metro fue un lujo, y lo que tenemos que hacer ahora es saber aprovechar ese lujo. Afortunadamente los malagueños han adoptado muy bien el Metro y eso me hace pensar que ha merecido la pena, aunque es verdad que ya podía haber una red de tranvía en Málaga y no como ahora que hay zonas como el propio paseo marítimo de Poniente donde todavía no hay un modo de movilidad colectivo.

-¿Algún día el metro llegará a otras zonas de la ciudad?

-Estoy totalmente convencido de que sí porque va a haber demanda ciudadana para hacerlo. Es un medio de transporte que para una ciudad que se precie debe tener una extensión grande y siempre he pensado que debe llegar a Ciudad Jardín y también a otras zonas de la ciudad.

-¿Cómo valora la gestión de IU en el Metro tras su marcha?

-Un poco confusa. Puede que se pretendiera ganar tiempo con el debate que se abrió si la estación en superficie o no. En política, una de las cosas de las que ya están hartos los ciudadanos es de tantos planos y pocas realidades. La ciudadanía quiere la verdad y si no hay financiación ahora mismo, dígalo y busquemos la opción más conveniente.

-¿Por qué después de dejar la dirección del Metro desapareció de la primera línea?

-Yo quería desaparecer mucho antes. Empecé como secretario general de la Universidad de Málaga en 1989 para sólo un año y se fue prorrogando con un cargo y otro hasta hace unos años. Siempre me apelaban al sentido de la responsabilidad y terminaba aceptando. Estoy muy agradecido a todos los que depositaron su confianza en mi porque aprendí mucho y ahora tengo la oportunidad de transmitir esa experiencia mis alumnos.

-¿Se ha sentido defenestrado por el PSOE?

-No que va. Pero es verdad que empecé muy joven en la política y la verdad es que aquello en lo que soñábamos entonces se ha visto muy desvirtuado en los últimos tiempos. Los partidos son ya casi organizaciones empresariales y son muy distintos de los que peleamos los llamados hijos de la Transición. Ha cambiado mucho la propia concepción de formar parte de un partido político, incluso los propios ideales. Ahora estoy viendo una falta de ideas bastante notables y ausencia de ideología.

-¿Sigue siendo militante del PSOE?

-Me he dado de baja ya. Primero porque nunca he sido un militante ejemplar. He sido bastante díscolo en ese sentido porque considero que ser socialista significa comportarse cada día como tal y no estar todo el día en una agrupación. Los ismos nunca me han gustado porque suponen muchas veces lealtades o fidelidades que no van conmigo y porque creo que el espíritu crítico hay que mantenerlo permanentemente. Pero seguiré siendo rojo por dentro y verde por fuera, una mezcla de socialismo y ecologismo en la cual creo.

-Después de 30 de Gobierno socialista, ¿cree que Andalucía necesita un cambio?

-No hay encuesta que se ponga de acuerdo sobre lo que va a pasar. Creo que hay unas necesidades de cambio ideológicos y de concepción de lo que es la administración y de su aproximación a la ciudadanía. El que venda mejor ese producto o logre crear un producto creíble para la ciudadanía será el que gane. Pero sí creo que la estructura necesita frescura y un planteamiento distinto.

-¿Se atreve a decir qué pasará en un año electoral tan intenso?

-Las previsiones están para errarlas, aunque atisbo que va a haber más colores dentro de los arcos parlamentarios. Sí hay una cosa positiva y es que el surgimiento de los partidos emergentes va a hacer que los partidos nacionalistas no tengan peso para dar la gobernabilidad en un momento determinado. Además, va a ser necesario recuperar el pactismo que se ha perdido en este país y que es una cuestión de tener una perspectiva de objetivos de futuro y pactar una forma de gobierno, y no de tirarse los trastos a la cabeza porque los ciudadanos están ya hartos de eso. Creo que la clave estará en la gente joven que no tiene claro hacia dónde ir y lo que sí parece claro es que van a ser ellos lo que determinen. Ellos tienen la obligación y el deber de elegir porque este es su siglo, y nosotros estamos de prestado.

-¿Los grandes partidos están aprendiendo algo de todo esto?

-No y lo vemos en los discursos en los que se le está dando demasiado peso a la corrupción y al y tú más. Los partidos emergentes, en cambio, sí han conseguido captar lo que la gente de la calle quiere de la política y que se hable de sus problemas y no que los partidos estén debatiendo de algunos asuntos absurdos.

-¿Cómo ve los casos de corrupción?

-En ese país en los años de gloria, todos pensábamos que éramos el séptimo país del mundo cuando estábamos dentro de una burbuja inmobiliaria increíble. Cuando hablaba con algunos empresarios de que se veía que iba a reventar y que era pan para hoy y hambre para mañana, casi me matan. Aquello dio pie a que todo era válido y nadie se sorprendía si veía a alguien con un Jaguar en su garaje. Lo malo es que las previsiones apuntan a que toca vivir una segunda burbuja inmobiliaria porque se está conteniendo mucho el mercado. Espero que hayamos aprendido y no que no se caigan en los mismos pecados de entonces.

-Como ex delegado de Obras Públicas, ¿cree que se hizo lo suficiente para evitar los desmanes urbanísticos en la Costa del Sol?

-El urbanismo es un invento relativamente reciente y hubo que ir montándolo poco a poco. Cuando el Gobierno central transfirió las competencias a las comunidades autónomas, sólo teníamos a dos becarios para controlar las obras cuando empezamos y aún así conseguimos iniciar 108 expedientes en el caso de Marbella en aquel momento. Pero era todavía una fase muy previa de la legislación urbanística y alcaldes como el de Marbella, Jesús Gil, defendían que en su municipio hacía lo que quería y que la Junta de Andalucía no tenía porqué intervenir. Incluso los juzgados entonces dudaban de quién tenía razón sobre el urbanismo en una ciudad. Hubo un invento que tenía muy buena pinta y que eran los convenios urbanísticos y que finalmente fue lo que pervirtió todo. Lo que da pánico es lo que está preparado detrás de la línea de costa para la segunda burbuja porque lo que se pretende es ocupar un territorio de media montaña que es fundamental para la calidad ambiental de la Costa del Sol. También da pánico lo que se está haciendo con la modificación de la Ley de Costas o la Ley de Montes porque vamos a perder mucho dominio público en un territorio tan sensible.

-¿Cómo afectará eso al cambio climático?

-Sin ser alarmista, el cambio climático existe se diga lo que se diga. Hay simulaciones que advierten que en 2040 Puerto Banús quedará bajo el agua y que las olas llegarán hasta la Avenida de Europa en la capital. Pero sin llegar a eso, lo que sí sabemos es que va a haber una transformación del litoral y hay que empezar a hacer una planificación de cara a este escenario que está ocurriendo ya.

-¿Nadie se da cuenta de que se está hipotecando el futuro de una provincia que vive precisamente de sus recursos naturales?

-Es sin lugar a dudas lo que nos debe hacer ver que tenemos que poner todo el acento en cuidar esa industria. Los turistas buscan la calidad ambiental y se debe tener una planificación para que la ocupación no siga avanzando hacia la montaña.

-Pese a la invasión urbanística, ¿qué obra cree que ha sido clave en el desarrollo de la provincia?

-Ha sido trascendental la Alta Velocidad. Pero ahora la tendencia tiene que ser a apostar por la llamadas infraestructuras verdes, como están haciendo ya en EEUU. Aprovechemos el sector de la construcción que ha sido tan importante para la provincia, del que ha llegado a depender el 40% de la población, para generar empresas que apuesten por este tipo de tecnología.

-¿Algún día se hará el tren litoral?

-Lo he llegado a anunciar tres o cuatro veces en los distintos cargos que he ocupado estos años. Los números están estudiados y Europa estaba dispuesta a apostar por esta obra que sería una de las redes ferroviarias más importantes. Pienso que se terminará haciendo porque el interés va más allá de la Costa del Sol, ya que permitiría unir El Magreb con Europa. Lo anecdótico es que esa obra se paró cuando estaba llegando a Fuengirola porque el que en ese momento era el asesor de la mujer del dictador y cura de Marbella vio lo que había en el Torremolinos de Picasso, Dalí y otros tantos artistas, y y pidió que se parara la obra y que no llegara nunca a Marbella porque creía que el tren convertía a las ciudades en Sodoma y Gomorra.

-El proyecto del río Guadalmedina es también un proyecto muy recurrente en elecciones, pero ¿qué solución le daría?

-Yo siempre defiendo la más inoportuna porque no entiendo como un río puede ser un problema. El río Guadalmedina es muy complejo por los puentes que lo cruzan y la facilitad enorme que tiene para represar, además de una curva a poniente que tiene en su desembocadura y que dificulta su evacuación. Pero a mi los ríos abiertos en las ciudades me gustan, aunque sí se necesitarían conexiones en ambas márgenes porque el río no separa barrios lo que hay que buscar es la forma de unirlos como La Trinidad y la calle Carretería. La parte alta también da mucho juego y creo que no habrá ningún técnico que se atreva a afirmar jamás que ese río se deba tapar entero. Y el hecho de que se saque en campaña electoral es porque faltan muchas ideas, cuando esta ciudad tiene aún muchas cosas por desarrollar.

-En ese sentido, ¿cómo valora la gestión del alcalde de Málaga, Francisco de la Torre?

-En su gestión interna le pondría un notable. Pero en cuanto a su proyección exterior, ha hecho que nos quedemos muy relegados y que perdamos posiciones en todos los rankings aunque nos intente vender que somos una ciudad Smartcity. Creo que se deja una gran asignatura pendiente y es la regeneración del centro histórico, que sigue con el mismo nivel de degradación saliéndonos de las calles habituales, pese a ser el escaparate de Málaga. Es verdad que ser una ciudad de 500.000 habitantes y no ser capital de la comunidad hace incómoda su gestión ante las distintas administraciones. Pero ha buscado muchas veces confrontaciones estériles que han hecho que las hermanas de alrededor se sientan incómodas con nosotros.

-Se deja una patata caliente que es la empresa mixta de limpieza Limasa de la ciudad, ¿qué pasará a partir de 2017?

-En los modelos de empresa público-privados cuando se pierde el 50% del accionariado, se corren riesgos y termina siendo tremendamente costosa. Pienso que al final seguirá siendo financiación público-privada y lo que sí se buscará será que el Ayuntamiento vuelva a recuperar el 51% de la participación porque es básico y fundamental.

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